Teor¨ªa de la conspiraci¨®n
Los que desde hace ya tres a?os esperamos que el secretario general del Partido Popular, ?ngel Acebes, nos pida perd¨®n por llamarnos miserables por el pecado de haber pensado, contra sus intereses, que los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid eran obra de grupos islamistas (pensamiento que yo tuve, sin ser un superdotado ni disponer de la informaci¨®n de que dispon¨ªa el entonces ministro del Interior, a las dos o tres horas de producirse los atentados), al final vamos a tener que acabar pidi¨¦ndole perd¨®n a ¨¦l. Tal es su tenacidad y su capacidad para mantenerse en la posici¨®n que adopt¨® aquel d¨ªa, ignorando todas las evidencias.
La tenacidad del m¨¢ximo responsable de la seguridad de los espa?oles aquella aciaga ma?ana no es nada comparada, sin embargo, con la desfachatez de sus compa?eros (y con la suya propia) al intentar hacer responsable de lo ocurrido al Gobierno que les sucedi¨®, por la v¨ªa de la teor¨ªa conspirativa; una teor¨ªa surgida de qui¨¦n sabe qu¨¦ oscuras mentes calenturientas o interesadas, pero que, a fuerza de repetirla, ha comenzado a surtir efectos. Conozco a m¨¢s de uno, no sospechoso precisamente de sinton¨ªa con quienes la mantienen, que ya comienzan a pensar que "algo habr¨¢ cuando lo dicen". Es lo que aquel herrero de Mazariegos del que la leyenda cuenta que, de tanto machacar, acab¨® olvidando el oficio.
El oficio del Partido Popular, del que ?ngel Acebes es m¨¢ximo dirigente despu¨¦s de ostentar el r¨¦cord de haber sido ministro del Interior de Espa?a cuando se produjo el mayor atentado terrorista de su historia (?alguien imagina esto en otro pa¨ªs de Europa?), es el de la oposici¨®n al Gobierno, pero la oposici¨®n al Gobierno no incluye inventar la realidad. Y eso es lo que lleva haciendo, contra viento y marea, en estos casi tres a?os, para no tener que asumir sus culpas y sus mentiras del 11-M.
Es m¨¢s, en aplicaci¨®n de la vieja idea futbol¨ªstica brasile?a de que la mejor defensa es un buen ataque, han dado un paso m¨¢s en su estrategia y han desplazado la responsabilidad de aqu¨¦llos al entonces partido en la oposici¨®n, por, seg¨²n ellos, no querer investigar las presuntas sombras de los atentados desde su posici¨®n actual en el Gobierno. Maquiav¨¦lica actitud que supone lo que en Derecho se conoce como desplazamiento de la prueba, que consiste en desviar la carga de ¨¦sta al contrario, y que es la mejor manera de sacudirse las responsabilidades propias.
La teor¨ªa conspirativa es por eso tan dif¨ªcil de atacar. Yo sospecho, t¨² no deshaces mis dudas, luego tengo derecho a pensar que es cierto lo que sospecho. Como en las instalaciones de videoarte, en las que la realidad virtual se convierte en verdadera (y la verdadera en virtual, por oposici¨®n), la teor¨ªa conspirativa sustituye a las evidencias, incluso a las propias ¨ªntimas (no me creo que Rajoy o el propio Acebes piensen honradamente lo que sostienen), convirtiendo la realidad en una ficci¨®n. Y, al rev¨¦s, convirtiendo la ficci¨®n en realidad, como en aquellas novelas, el Quijote por ejemplo, en las que una y otra se entremezclan, haciendo que el lector no sepa cu¨¢les son ambas, incluso consiguiendo que no sepa qui¨¦n es ¨¦l. O como en aquel chiste de Forges en el que el marido sorprendido in fraganti en adulterio por su esposa contraatacaba diciendo que no se precipitara, que todo era fruto de su imaginaci¨®n procaz, lo que origina una confusi¨®n que consigue que el verdugo sea la v¨ªctima y la v¨ªctima el verdugo, o, por lo menos, que ambos queden a la misma altura.
Que todav¨ªa en este momento, con todas las evidencias, con todos los datos y las pruebas objetivas, incluso las aportadas por ellos mismos cuando a¨²n estaban en el Gobierno (?qui¨¦n, si no, detuvo a los islamistas que hoy est¨¢n procesados por los hechos?; ?qui¨¦n dijo p¨²blicamente que los servicios de inteligencia de Marruecos pod¨ªan estar detr¨¢s, presuntamente por lo de Perejil?; ?qui¨¦n, en fin, manifest¨® en un viaje a Israel que "los ¨¢rabes nos odian desde que los echamos de Espa?a hace cinco siglos"?), los dirigentes conservadores contin¨²en argumentando, jaleados por los medios de su entorno, que sigue sin demostrarse que no fuera ETA la autora de los atentados, bien sola, bien en colaboraci¨®n con los islamistas, demuestra, o la mala fe de sus intenciones, o su incapacidad para discernir lo que es evidente.
Constataciones que ya quedaron de manifiesto en las horas y d¨ªas que siguieron a los atentados, cuando, con todo el mundo diciendo, desde la CIA a los corresponsales extranjeros, desde los portavoces de ETA al mismo Cesid, que eran obra de terroristas isl¨¢micos, el Gobierno de Aznar, por boca del ministro Acebes, continuaba diciendo que la l¨ªnea de investigaci¨®n preferente era la de ETA. Incluso despu¨¦s de que la polic¨ªa detuviera a varios islamistas en Madrid e incluso cuando un portavoz de ¨¦stos ya hab¨ªa reivindicado la autor¨ªa de los hechos y hab¨ªan aparecido pruebas de ello, desde la furgoneta abandonada con cintas del Cor¨¢n en Alcal¨¢ o el v¨ªdeo reivindicativo en la papelera de la mezquita de la M-30.
Sostenella y no enmendalla, esa actitud tan hisp¨¢nica, era hasta ahora la consigna de Acebes y los suyos, en aras de no reconocer sus culpas y sus errores del 11-M. Pero el paso adelante que est¨¢n dando ¨²ltimamente, esgrimiendo la sospecha de una conspiraci¨®n pol¨ªtica, incluso de un golpe de Estado inducido por el actual Gobierno a trav¨¦s de unos testaferros, supone traspasar todas las barreras y, lo que es mucho peor, situar la pol¨ªtica de este pa¨ªs al nivel de la de los africanos, o de la de los a?os treinta en Europa, y, sobre todo, ignorar que el pueblo espa?ol es m¨¢s listo de lo que ellos suponen. Pero siguen erre que erre, machacando desde los medios y en todas las ocasiones, buscando abrir una brecha en la credibilidad de ¨¦ste.
Que lo consigan o no es algo que tardar¨¢ en saberse, pero, por el momento, lo que ya han conseguido es que algunos duden. Y, sobre todo, han conseguido lo m¨¢s importante para ellos hoy por hoy: justificar su derrota en las elecciones y sus continuos fracasos en el Parlamento. En eso, Acebes y sus colegas recuerdan mucho a esos madridistas que, para justificar los fallos de su equipo en estos a?os, los atribuyen a los ¨¢rbitros y a una presunta conspiraci¨®n de la Federaci¨®n Nacional de F¨²tbol, que se vengar¨ªa a trav¨¦s de aqu¨¦llos del Real Madrid por no haber votado el club a su actual presidente en las elecciones. Demu¨¦streles usted que no es verdad.
Julio Llamazares es escritor.
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