Talla 36
A primera vista, el mundo de la moda aparece ante el profano como un universo bien simple. Se trata de vender un producto que llegar¨¢ a nuestros armarios m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, en su versi¨®n original o en sus m¨²ltiples imitaciones. De Prada a Zara. De un precio s¨®lo al alcance de los elegidos a la invenci¨®n de la moda democr¨¢tica. La complicaci¨®n viene dada por el soporte del producto. El soporte es el ser humano. Hombres y mujeres son los encargados de pasear ante nuestros ojos un producto deseable. Aqu¨ª empieza el retorcimiento del asunto: las chicas j¨®venes no aspiran a comprarse el traje -no tienen poder adquisitivo-, pero no importa porque la belleza juvenil necesita de pocos adornos; lo que verdaderamente desean ellas es llegar a ser como las modelos. En realidad, esto supone, desde un punto de vista comercial, el gran fracaso de la moda. Poco importa el producto. Menos en un pa¨ªs como Espa?a, donde, salvo raras excepciones de creadores que se abrieron camino a fuerza de un ingenio y audacia individuales (como siempre), se trata de una industria que no acaba de arrancar, por mucho que anualmente se dibuje un venturoso porvenir. Lo ¨²nico que quiere la joven consumidora es estar tan fam¨¦lica como la chavala que desfila zancudamente por la pasarela y entrar como sea en una talla 36. ?Le gusta a alguien ese modelo de belleza? No, pero a los que marcan tendencia no les importa, es un mundo autosuficiente, que s¨®lo se alimenta de la opini¨®n de los enterados. ?Importa de verdad en esa industria el impacto que tenga la imagen de las modelos en las j¨®venes? De cara a la galer¨ªa s¨ª, pero de puertas para adentro refunfu?an porque desean vestir a las modelos con la 36 (o 34). En algunos casos tiran por la calle de en medio y contratan a adolescentes de catorce a?os para reforzar la imagen de una mujer ani?ada. Por eso choca que despu¨¦s de haber contribuido a ese ideal de mujer enfermizo y esclavizante haya quien declare que es indigno pesar a las modelos. Cabe preguntarse si hay en el mundo de la moda alguien a quien le gusten las mujeres. Las de carne (y hueso).
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