?tica y pol¨ªtica de la deslocalizaci¨®n
Esta reflexi¨®n se hace oportuna a ra¨ªz de la reciente noticia sobre la deslocalizaci¨®n de la planta que la multinacional Reckitt Benckiser tiene en Gue?es y que ha suscitado un importante debate en nuestro pa¨ªs.
Primero de todo, somos de la opini¨®n de que una empresa tiene toda la legitimidad para cerrar a su conveniencia una sede o planta productiva y trasladar su producci¨®n all¨ª d¨®nde considere pueda ser m¨¢s competitiva, siempre que cumpla con la legalidad vigente y no se est¨¦ lucrando de ayudas p¨²blicas (parece que no es as¨ª en el caso de Reckitt). Las empresas quieren ganar dinero y es l¨®gico que sea as¨ª, porque unos de los pilares que sustentan nuestro sistema econ¨®mico descansa precisamente en este inter¨¦s empresarial por el beneficio, que es el que nos permite crecer y competir. Es el modelo en el que jugamos.
Las tradicionales ventajas en las que hemos basado nuestra competitividad industrial est¨¢n empezando a no ser suficientes
Pero, a rengl¨®n seguido, pensamos que las empresas, como espacios de realizaci¨®n personal y de construcci¨®n social, son una instituci¨®n importante de nuestra sociedad y que su actuaci¨®n debe estar inspirada, adem¨¢s de por la legalidad, por la lealtad y la honestidad con la propia comunidad en la que realizan su actividad. Una empresa puede decidir migrar a entornos m¨¢s competitivos. Al final, la l¨®gica del mercado se impone. Pero no puede hacerlo de cualquier manera y a cualquier precio.
Parece bastante razonable exigir, en primer lugar, que una empresa informe, principalmente, a los trabajadores, pero tambi¨¦n a sus proveedores, suministradores y al resto de su entorno, sobre sus planes de futuro; especialmente si ¨¦stos contemplan el trauma del cierre patronal. Debe anticiparlos, adem¨¢s, con tiempo suficiente para que ¨¦stos puedan calibrar c¨®mo les afectan y tengan m¨ªnimamente preparados los correspondientes planes de contingencia para hacer frente a esa situaci¨®n. Parece que esto no se ha hecho suficientemente bien en el caso de Reckitt Benckiser y la noticia ha ca¨ªdo por sorpresa a multitud de agentes implicados en la misma. De ser as¨ª, merecer¨ªa una seria reprobaci¨®n social.
Como sociedad avanzada y seria que somos, tenemos que dotarnos de las capacidades suficientes para obligar a cualquier empresa a cumplir la totalidad de sus compromisos (con la legalidad y con la comunidad) y pugnar para que un eventual cierre o traslado se produzca con los menores impactos posibles para los implicados, principalmente los trabajadores.
La otra vertiente que tambi¨¦n resulta muy interesante es la que tiene que ver con las implicaciones con la pol¨ªtica industrial que un fen¨®meno como este de la deslocalizaci¨®n tiene en Euskadi. Esta empresa y otras se van de nuestra tierra por una simple raz¨®n: la localizaci¨®n ya no les es competitiva. O visto de otro modo, pueden competir mejor en los mercados aprovechando las condiciones que les ofrecen otros lugares. En el caso que nos ocupa, seguramente, por los costes de la mano de obra. Pero en otros casos pueden ser otros elementos, como el abastecimiento de materias primas, la cualificaci¨®n de la mano de obra, el potencial de I+D, las capacidades de gesti¨®n y financiaci¨®n, etc¨¦tera. Las tradicionales ventajas competitivas en las que hemos basado nuestra competitividad, como el ahorro de costes, el saber hacer y la calidad, est¨¢n empezando a no ser suficientes en la nueva sociedad del conocimiento en la que nos encontramos. En estos casos surge la pregunta de qu¨¦ podemos hacer como sociedad o qu¨¦ puede hacer el Gobierno como nuestro representante para que no se vayan las empresas
Creemos sinceramente que la cuesti¨®n est¨¢ mal formulada, ya que poco o nada se puede hacer para que una empresa, (multinacional o no, vasca o extranjera) cierre eventualmente sus puertas para trasladarse a otro lugar. La pregunta clave que desde la ¨®ptica de pol¨ªtica industrial nos debemos formular debe ir, quiz¨¢s, en otra direcci¨®n. Nos tenemos que cuestionar en qu¨¦ nichos de mercado debemos apostar para ser competitivos a nivel global y qu¨¦ mecanismos y resortes tenemos que desencadenar para apoyar y hacer realidad estas apuestas. Desde luego, no podemos basar nuestro futuro como pa¨ªs industrial avanzado en aquellos sectores en los que el valor a?adido principal es el coste de la mano de obra, sino en aqu¨¦llos otros en los que seamos capaces de aportar algo nuevo y diferente.
Todo esto lo sabe muy bien en el Gobierno, y los responsables de la pol¨ªtica de competitividad vienen desarrollando desde hace muchos a?os un esfuerzo importante en el desarrollo cient¨ªfico-tecnol¨®gico de Euskadi y en la innovaci¨®n de su tejido empresarial como ¨²nicos mecanismos de competitividad.
Los planes de Competitividad y de apoyo a la Ciencia y la Tecnolog¨ªa recogen perfectamente estos elementos centrales y explicitan los nichos por los que entienden que hay que apostar e impulsar nuestro sistema cient¨ªfico-tecnol¨®gico para que puedan surgir nuevas ideas que lleguen al mercado en forma de empresas competitivas del ¨¢mbito de las biociencias, las nanociencias, la electr¨®nica avanzada y las energ¨ªas alternativas. Llega el momento de apremiarles a que realmente apuesten por ello con todos los recursos necesarios y lo hagan, adem¨¢s, con todo el liderazgo y toda la potencia institucional de que sean capaces.
Pensamos honestamente que es el ¨²nico modo de conseguir que el eco del cierre de empresas (habr¨¢ m¨¢s) se apague con el renacer de otras muchas y mejor posicionadas, que ofrezcan mejores condiciones sociales a sus trabajadores y est¨¦n m¨¢s arraigadas y comprometidas con el territorio en el que se asientan y en la comunidad con la que conviven.
I?aki Barredo y Carlos Cuerda son economistas y socios de Naider.
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