Un pintor de brocha fina
Valc¨¢rcel Medina rellena de blanco un muro del Macba como una obra de la colecci¨®n
La cartela dice: "Muro pintado por el artista con pincel del n¨²mero 8, entre los d¨ªas 10 y 19 de septiembre de 2006". Resulta vano buscar algun dibujo o matiz de color en la pared blanca del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba) en la que est¨¢ colocada la cartela de la "obra" de Isidoro Valc¨¢rcel Medina. Sobre esta pared, aparentemente igual que sus vecinas, se han colgado las 12 serigraf¨ªas del gallego Reimundo Pati?o; interesantes, pero ajenas por completo a la obra del incombustible artista murciano.
"Hab¨ªamos colaborado en anteriores exposiciones y le dije que quer¨ªa tener una obra para la colecci¨®n del museo", comenta Manuel Borja-Villel, director del Macba. "Es un artista que literalmente trabaja al margen del mercado y de las instituciones, no quiere vender obras realizadas. Propuso realizar esta intervenci¨®n, que es ef¨ªmera. No quer¨ªa documentaci¨®n del proceso ni tampoco se puede comercializar el contrato. Queda s¨®lo como recuerdo; es su reflexi¨®n sobre el museo y la colecci¨®n".
Juan Mu?oz, Hamilton o Wodiczko, entre las obras que se exhiben en el centro barcelon¨¦s
Valc¨¢rcel Medina pidi¨® cobrar los mismos honorarios que un pintor de paredes, a tanto la hora, y durante seis d¨ªas se instal¨® en el museo y con un pincel peque?o, como de acuarela, fue pintando el muro. Fue, claro, un proceso lento y al final le pagaron 900 euros, m¨¢s el hotel y las dietas, pero seg¨²n los conservadores del museo es muy poco en relaci¨®n a lo que cobran otros artistas conceptuales por enviar las instrucciones para que otros realicen sus ideas. "?Quer¨ªa hacer una cr¨ªtica al museo, pero que no fuera escandalosa", explica el artista. "As¨ª colaboro con el museo en algo ¨²til y al mismo tiempo hay un cierto cuestionamiento. He pintado un muro como un pintor de brocha gorda con un pincel de brocha fina. Es una iron¨ªa fina, pienso. Y perecedera, por supuesto". Es un trabajo invisible, mudo, pero hay que reconocerle la potencia en su evocaci¨®n de la nada.
La suya es una entre las cerca de 200 obras que integran la nueva presentaci¨®n que se inaugur¨® ayer de la colecci¨®n del museo. No todas son tan f¨¢ciles de ver, o de no ver. Los v¨ªdeos, las pel¨ªculas y las instalaciones requieren tiempo, por lo que es de agradecer que la entrada a la exposici¨®n, abierta hasta el 27 de noviembre, permita repetir visita. Como es marca de la casa, adem¨¢s, la presentaci¨®n tiene un hilo conductor de fuerte densidad conceptual y a todo ello hay que sumar que se presentan las nueva adquisiciones y que se estrena un nuevo espacio, la capilla dels ?ngels, una antigua iglesia cedida al Macba por el Ayuntamiento de Barcelona que se ha adecuado a su uso muse¨ªstico. En esta presentaci¨®n, durante la que la entrada ser¨¢ gratuita, acoge las obras "sacras" de la modernidad de posguerra -T¨¤pies, Palazuelo, Calder, Michaux, Oteiza, Fontana, Cy Twombly..- en un montaje eficaz.
Menci¨®n aparte merecen las exposiciones paralelas enmarcadas en la colecci¨®n. Muy interesante la dedicada a la colecci¨®n de Lanfranco Bombelli, arquitecto y ex director de la galer¨ªa Cadaqu¨¦s, en la que se han seleccionado la obras m¨¢s relacionadas con la l¨ªnea del museo de artistas como Richard Hamilton, Marcel Duchamp o Dieter Roth. Y tambi¨¦n sorprendente la de la colecci¨®n del venezolano Alfonso Pons, con impactantes obras de Guillermo Kuitka.
Resulta imposible comentar tanta obra. Entre las nuevas sobresalen dos. Por una parte la instalaci¨®n The nature of visual illusion (1994), de Juan Mu?oz, claro ejemplo de la "teatralidad" y el barroquismo de la posmodernidad que esta presentaci¨®n de la colecci¨®n reivindica. Por la otra, If you see something say something (2005), de Krzystof Wodiczko, que cierra recorrido con una v¨ªdeoinstalaci¨®n en la que el reflejo del otro aparece tras unos ventanales que recuerdan los de unos rascacielos tan fr¨¢giles como la historia.
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