Manolito Portabella
Cuando ustedes lean este art¨ªculo, ya se habr¨¢ perpetrado el ultraje a la Merc¨¨ nacional. Elvira Lindo habr¨¢ le¨ªdo su preg¨®n en p¨¦rfido castellano y las 90 entidades que han anunciado el boicoteo habr¨¢n entrado en la historia de los h¨¦roes patrios. Algunas de ellas, como la Plataforma d'Amics d'en Carod Rovira de Pineda de Mar, y los Amics dels Monuments Colomencs, se encuentran entre las m¨¢s prestigiosas del pa¨ªs. Y por supuesto, habr¨¢ brillado por su ausencia -generalmente es su mejor brillo- el ¨ªnclito regidor Jordi Portabella, quien, falto de trabajo conocido, parece que ha decidido peinar al gato. El gato se llama Elvira Lindo, es una escritora progresista, comprometida con las libertades y con los pueblos que las ejercen, autora de uno de los mitos m¨¢s profundos de la literatura infantil y, desde cualquier punto de vista, una mujer de categor¨ªa. La pobre fue invitada por el Ayuntamiento como pregonera mayor y, seguramente, cuando acept¨® no se imagin¨® que estar¨ªa en el centro de una pueril, cansina, provinciana y desagradable pol¨¦mica. Deb¨ªa de pensar que la Barcelona m¨ªtica, la que acogi¨® a los mejores escritores suramericanos en los tiempos de la oscuridad, la que siempre agudiz¨® el pensamiento cr¨ªtico y no confundi¨® sus derechos leg¨ªtimos con la leg¨ªtima estupidez, estar¨ªa encantada de recibirla. Al fin y al cabo, para eso la hab¨ªan invitado, ?o no? Pero como los catalanes no somos m¨¢s tontos porque no nos entrenamos, decidimos montarle un pollo a la buena mujer, dar una imagen de pa¨ªs acomplejado y mediocre, y considerar que todos los males de nuestro idioma derivaban de un preg¨®n escrito en la lengua malvada. Por supuesto, no nos import¨® ser maleducados, como si eso estuviera en el gui¨®n de todo buen nacionalista. Y as¨ª, de la mano de unos cuantos galos irreductibles, Elvira Lindo no lleg¨® a Barcelona con la dulce bienvenida de los invitados, sino con el agrio ruido de los intrusos. Supongo que, a pesar de todo, el preg¨®n habr¨¢ funcionado a las mil maravillas, Elvira habr¨¢ dicho alguna cosita en catal¨¢n para alimentar a las fieras, y las fiestas habr¨¢n empezado tranquilamente. Pero queda un mal sabor de boca que deja el aliento catal¨¢n hecho un cuadro. Y aunque pelillos a la mar, estas heridas in¨²tiles dejan herida.
Voy a intentar hacer una reflexi¨®n serena, a pesar de que el sarcasmo me baila en el ordenador, con ganas locas de meterse por todos los entresijos del art¨ªculo. Las bober¨ªas son dif¨ªciles de tomar en serio. Y bober¨ªa sonora y sonada me parece toda esta pol¨¦mica, especialmente en su derivada pol¨ªtico-resistencial. Por muchos motivos, algunos vinculados precisamente a la defensa del catal¨¢n. Sin ninguna duda, estoy seriamente preocupada por la salud de nuestro idioma, tanto en su uso social como en cualquier otro ¨¢mbito. Por ejemplo, son muchos lo expertos que alertan de su lenta desaparici¨®n en partes del territorio ling¨¹¨ªstico, sin que ello inquiete a los poderes democr¨¢ticos. Legalmente contin¨²a siendo una lengua minorizada y no hay un plan de choque para garantizar el catal¨¢n entre los miles de emigrantes que llegan a nuestras tierras. Si alguna verdad ling¨¹¨ªstica existe, es que un catalanohablante no puede usar un d¨ªa entero su idioma, especialmente si tiene que hacer cualquier gesti¨®n p¨²blica, y en el terreno medi¨¢tico, la minorizaci¨®n es patente. No ser¨¦ yo, pues, quien cuestione la necesidad urgente de un gran debate pol¨ªtico-social sobre la salud de la lengua catalana, y estar¨¦ encantada de escuchar las ideas al respecto que tengan nuestros representantes. Sin embargo, asisto a todo lo contrario. No veo ninguna preocupaci¨®n p¨²blica, los patriotas que ahora boicotean a Elvira duermen en los laureles de la inoperancia desde sus altos y bien retribuidos cargos, la sociedad civil s¨®lo existe en el imaginario m¨ªtico, y la verdad de las verdades es que el catal¨¢n les importa un comino a nuestros gobernantes, a excepci¨®n de los discursos. Miren al bueno de Portabella, ahora ofendido y boicoteador, y durante a?os de teniente de alcalde, hu¨¦rfano de una sola propuesta que defendiera la solidez de nuestra lengua y cultura. Por supuesto, se apunta a un bombardeo, especialmente si la pol¨¦mica es virtual, es ret¨®rica y es esencial. Pero los idiomas no se salvan boicoteando a escritores amigos que tienen algo que decirnos, y que lo dicen en su bella lengua. Muy al contrario, contaminar los problemas estructurales, con pol¨¦micas de baja estofa y poca utilidad ayuda a deteriorarlos.
Ya s¨¦ que algunos amigos del Ayuntamiento, modernos ellos, dise?ados y ecosostenibles, se creen m¨¢s cosmopolitas paseando a Elvira Lindo que a Josep Maria Espin¨¤s. Tambi¨¦n s¨¦ que la autoestima est¨¢ en horas bajas y que en estos tiempos montillescos hay algunas notorias confusiones. Pero a pesar de los pesares, est¨¢ muy bien que la capital de Catalu?a se permita abrir su fiesta mayor a todo tipo de pelajes, y traer a personas de categor¨ªa de otras culturas no va contra nadie, sino a favor de todos. En estos casos, la mejor Barcelona recuerda su car¨¢cter hospitalario. La peor, pone cara de perro. ?Qu¨¦ le diremos a Elvira Lindo? Le diremos: estimada Elvira, que Unamuno ya nos cal¨® hace mucho tiempo, cuando asever¨® que a los catalanes nos pierde la est¨¦tica. Incapaces de batirnos el cobre por lo fundamental, nos encanta entretenernos en debates ret¨®rico-esenciales que tienen tanto de ruidosos como de virtuales. Por supuesto, la lengua catalana no se salvar¨¢ ni morir¨¢ porque Elvira nos pregone, y lo ¨²nico que ocurrir¨¢ es que habremos tenido el placer de tenerla en casa. Pero este ej¨¦rcito mediocre que nos lidera, en lo pol¨ªtico y en lo cultural, necesita molinos para creerse gigante y confunde el rabo de un preg¨®n con las hojas de un problema. Personalmente estoy orgullosa de que Elvira Lindo forme parte de los pregoneros de Barcelona y nada temo porque nada le pido m¨¢s all¨¢ de lo que puede y debe darme: categor¨ªa cultural. La mucha que ella tiene, contrastada con la poca que demuestran los que necesitan boicotearla. Unos, ¨¦stos, que gritan cual posesos ante una escritora castellana, genuinos salvadores de patrias que no les piden ser salvadas. Y sin embargo, despu¨¦s, en el d¨ªa a d¨ªa, ?qu¨¦ silencio el suyo! El silencio de la inoperancia.
www.pilarrahola.com
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