El acuerdo
Vivimos d¨ªas de lamentable enfrentamiento entre mahometanismo y catolicismo, pero entre ambas religiones existe un punto de acuerdo fundamental: las dos quieren ayuda del Estado para financiarse. Adem¨¢s de pagar escuelas e instituciones caritativas cat¨®licas, el Estado seguir¨¢ recaudando limosnas para la Iglesia cat¨®lica a trav¨¦s de la declaraci¨®n de la renta de los contribuyentes, sin que la Iglesia renuncie a pedir m¨¢s en caso de necesidad. Los musulmanes espa?oles se sienten discriminados. El Gobierno, seg¨²n el secretario de la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a, "deber¨ªa negociar un r¨¦gimen de financiaci¨®n con cada una de las confesiones asentadas en Espa?a".
Parece haber un entendimiento secreto entre las religiones isl¨¢mica y cat¨®lica, que siempre han demostrado sentido pr¨¢ctico, un admirable pragmatismo econ¨®mico y pol¨ªtico: los seres humanos son, a su juicio, inmanejables sin el auxilio de la religi¨®n y sus leyes. Precisamente ahora el mundo anda disparatado. No sabemos si el desastre se debe a la intervenci¨®n religiosa, o si los religiosos se inmiscuyen para paliar el desastre. Pero el centro de la vida internacional lo ocupa de pronto, a principios del siglo XXI, un debate entre el papado y los musulmanes en torno a un emperador bizantino del siglo XV, que, prisionero de los turcos durante su juventud, amenazado, despose¨ªdo y reducido a vasallaje por el sult¨¢n turco, se quejaba de los turcos y de las opiniones religiosas que, hacia 1400, justificaban las haza?as de los turcos.
No puedo hablar de la lecci¨®n de Benedicto XVI en Ratisbona porque no la conozco. S¨¦ que ha levantado un trepidante movimiento de cl¨¦rigos mahometanos y cat¨®licos. El aire del papado ha vuelto por fin a soplar en las embajadas del mundo, como en el siglo XVII, y alg¨²n musulm¨¢n, para responder a las ideas del Papa, ha matado a una monja italiana en ?frica. La religi¨®n, pasi¨®n universal del momento, provoca reflexiones personales, locales, como las del emir de la mezquita de Granada, que, muy razonablemente, ha recordado que todas las religiones han sido violentas en alg¨²n momento hist¨®rico. Es verdad. Puesto que el mundo es injusto, siempre habr¨¢ quienes invoquen un M¨¢s All¨¢ que corrija el M¨¢s Ac¨¢ maligno. Entonces la religi¨®n, en lugar de rectificar los horrores humanos, se convierte en una muestra m¨¢s de la capacidad criminal de los hombres.
La opini¨®n m¨¢s sugerente sobre el asunto del Islam, el Papa de Roma y el emperador de Bizancio (supongo que, en su condici¨®n de cristiano ortodoxo, el bizantino estar¨ªa excomulgado por el Papa romano) la le¨ª el viernes en este peri¨®dico. Un art¨ªculo del musulm¨¢n Tariq Ramadan, catedr¨¢tico de Estudios Isl¨¢micos en Oxford, dilucidaba el verdadero sentido de las palabras de Benedicto XVI, dirigidas, seg¨²n Ramadan, a romper todo nexo entre las tradiciones cristianas y musulmanas, entre Europa y el Islam. Se tratar¨ªa de negar la importancia de lo ¨¢rabe en la formaci¨®n de la inteligencia cristiana, cuando los sabios musulmanes preservaban en Occidente y Oriente, entre los a?os 800 y 1200, la filosof¨ªa y las ciencias griegas. Hoy, los musulmanes de Granada, que parecen haber le¨ªdo a fondo el discurso papal de Ratisbona, podr¨ªan haber recordado a Benedicto XVI el nombre del cordob¨¦s Averroes, continuador de Arist¨®teles, como lo recuerda Tariq Ramadan.
No s¨¦ si el antiguo presidente Aznar considera a Averroes un invasor de Espa?a. Aznar ha deplorado en Washington la falta de arrepentimiento isl¨¢mico por ocupar Espa?a en la Edad Media, aunque por ahora no se dirige en los mismos t¨¦rminos a indoeuropeos, fenicios, celtas, griegos, cartagineses, romanos y visigodos, entre otros. Pero, por encima de choques b¨¦lico-religiosos, cat¨®licos y musulmanes espa?oles piden hoy al Estado ayuda para pagar sus gastos de creyentes. Ni unos ni otros aceptan intervenir s¨®lo en la vida de sus fieles, exigi¨¦ndoles ¨²nicamente a sus fieles respeto a sus mandamientos internos y contribuci¨®n a los gastos del culto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.