El Gobierno da por irreversible el proceso de paz
Las fuerzas pol¨ªticas negocian en Euskadi un preacuerdo sobre la futura mesa de partidos
El proceso de paz del Pa¨ªs Vasco, iniciado con el alto el fuego de ETA del 22 de marzo de 2006, del que se cumplen seis meses este fin de semana, atraviesa por su peor momento desde su inicio, con el rebrote de la kale borroka (muy vinculado a la huelga de hambre del preso de ETA I?aki de Juana) y la presi¨®n de Batasuna para que se constituya la mesa de partidos. Pero este proceso es, tambi¨¦n, in¨¦dito respecto a sus precedentes de 1989 y de 1998-1999. En este caso, el Gobierno parte de la base de que el proceso de paz, aunque sometido a numerosos obst¨¢culos, no tiene marcha atr¨¢s.
El rebrote de la violencia callejera se abordar¨¢ en el primer y pr¨®ximo encuentro entre el Gobierno y ETA. Para el Ejecutivo, que mantiene su hoja de ruta respecto a esta reuni¨®n, "la kale borroka es incompatible con el proceso de paz". ETA, en su declaraci¨®n de alto el fuego permanente, se comprometi¨® a cesar todo tipo de actividad violenta.
Batasuna y ETA analizaron, antes de la tregua, los fracasos de procesos anteriores
En cuanto a la mesa de partidos, cuya constituci¨®n exige Batasuna, las principales formaciones pol¨ªticas vascas trabajan, desde hace un par de semanas, a trav¨¦s de contactos bilaterales y discretos, en la b¨²squeda de un preacuerdo sobre la metodolog¨ªa y funcionamiento de dicha mesa.
La mesa de partidos se constituir¨¢ oficialmente una vez que la izquierda abertzale sea legal. Batasuna reclama, desde julio, garant¨ªas a los socialistas sobre la constituci¨®n de dicha mesa ante el temor de que se la margine del proceso. Los socialistas y los dem¨¢s partidos vascos han decidido dar esas garant¨ªas, pues la constituci¨®n de la mesa estaba prevista en sus planes como instrumento para la reforma del Estatuto.
Los partidos vascos y el Gobierno conf¨ªan en que el proceso se encauce en las pr¨®ximas semanas por ambas v¨ªas: la del Gobierno-ETA, con el cese de la kale borroka y la adopci¨®n de medidas penitenciarias, y la de los contactos entre los partidos para llegar al preacuerdo sobre la mesa.
Pero el Gobierno considera, sobre todo, y no s¨®lo por la v¨ªa del an¨¢lisis, de que ETA ha apostado estrat¨¦gicamente por la irreversibilidad del proceso de paz. Esto no obsta para que el proceso no sufra tensiones surgidas, especialmente, desde sectores de Batasuna que no han entendido la oportunidad que el Gobierno ha ofrecido a ETA de un final digno por la v¨ªa del di¨¢logo.
A estos sectores les falta la pedagog¨ªa de un proceso que tuvo una larga gestaci¨®n en el ¨¢mbito de la direcci¨®n de Batasuna, con los contactos que mantuvo con el PSE desde 2002, primero. Y seguidos por las conversaciones indirectas del Gobierno con la direcci¨®n de ETA, en julio y noviembre de 2005. La discreci¨®n del proceso est¨¢ acarreando un riesgo, el de su desconocimiento y la falta de visi¨®n de la realidad en sectores abertzales.
La larga etapa de conversaciones, previa al alto el fuego, dedic¨®, precisamente, mucho tiempo a analizar los fracasos de los procesos de paz anteriores: el de Argel, en 1989, protagonizado entre el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y ETA; y el de 1998-99, con el Pacto de Lizarra, de los partidos nacionalistas vascos, como motor, y las conversaciones del Gobierno de Aznar con la banda terrorista en Suiza como complemento.
ETA y la direcci¨®n de Batasuna concluyeron que el fracaso de Argel consisti¨® en que, en esa ocasi¨®n, se mezclaron las negociaciones pol¨ªticas con las de paz. De ah¨ª surgi¨® la separaci¨®n de las dos mesas, asumida en este proceso de alto el fuego: la de paz, entre el Gobierno y ETA, y la pol¨ªtica, entre los partidos vascos.
Tambi¨¦n asumieron que el fracaso de la tregua de 1998-99 radic¨® en que el acuerdo entre partidos nacionalistas, el Pacto de Lizarra, motor del proceso, hab¨ªa marginado a las formaciones no nacionalistas. De ah¨ª que la mesa de partidos, que decidir¨¢ el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco, con la reforma del Estatuto, ser¨¢ plural.
Junto a ello, como trasfondo, est¨¢ la reflexi¨®n interna de ETA, con la asunci¨®n de que la izquierda abertzale asuma el protagonismo del proceso pol¨ªtico y el paralelo abandono de la violencia, tras su debilidad operativa, el protagonismo del terrorismo internacional, el abandono del IRA y el rechazo social a la violencia en el Pa¨ªs Vasco.
El resultado de esa reflexi¨®n de ETA son tres a?os y cuatro meses sin atentados mortales y m¨¢s de seis meses sin atentados con explosivos, con una declaraci¨®n permanente de alto el fuego. Un gran contraste con los procesos anteriores, en que el alto el fuego de ETA estuvo precedido de una fuerte campa?a de atentados, como acumulaci¨®n de fuerzas, previa a la negociaci¨®n.
A su vez, en este proceso, Batasuna ha tomado un protagonismo del que careci¨® en los anteriores, como preludio del papel pol¨ªtico que asumir¨¢ la izquierda abertzale cuando ETA desaparezca.
Los principales protagonistas y conocedores del proceso son quienes m¨¢s creen en que es irreversible, en la medida de que est¨¢n convencidos en que ya tiene un largo e importante recorrido. Precisamente, los conflictos han surgido, sobre todo, con la mesa de partidos, la parte del proceso no desarrollada por los representantes enviados por el Gobierno, en sus conversaciones con ETA, al ser competencia de los partidos.
El proceso ha mostrado, tambi¨¦n, en estos seis meses, otra garant¨ªa a?adida en la solidez de las relaciones del jefe del Gobierno con el l¨ªder del PNV, Josu Jon Imaz. No sucedi¨® en los procesos anteriores, donde el PNV se mostr¨® cr¨ªtico con el Gobierno, en 1989 y en 1998.
Tambi¨¦n el Gobierno ha aprendido de procesos anteriores y no dar¨¢ ning¨²n paso -por ejemplo, en pol¨ªtica penitenciaria- hasta conocer la actitud de ETA en su pr¨®ximo encuentro. Ha tolerado gestos pol¨ªticos, como la reuni¨®n del secretario general del PSE, Patxi L¨®pez, con el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, que supuso su reconocimiento como interlocutor de una organizaci¨®n ilegal.
El proceso presenta, tambi¨¦n, rasgos in¨¦ditos en su faceta negativa, como el rechazo del Partido Popular, aunque funciona un cauce discreto de comunicaci¨®n con su l¨ªder. Pero, a la par, la implicaci¨®n de la UE es mayor a la de procesos anteriores.
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