La gran borrachera cultural
Madrid celebr¨® anoche una fiesta en la que la gente hizo cola para vivir el arte en la calle
Fue noche de gran borrachera en la que no corri¨® el alcohol. La ciudadan¨ªa madrile?a, for¨¢nea o no, le dio a la cultura, como s¨®lo los grandes adictos se entregan al vicio. Era todo tan ins¨®lito que muchos comentaban que en esta primera noche blanca y noche en blanco la gente se hab¨ªa echado a la calle como el d¨ªa del advenimiento de la Segunda Rep¨²blica o cuando el Real Madrid gan¨® la Copa de Europa.
El centro de Madrid a las ocho y media de la tarde presentaba el mismo aspecto tumultuoso de cualquier s¨¢bado sin lluvia. Una hora despu¨¦s la ciudad fue agitada convulsivamente. En siete plazas c¨¦ntricas se dieron los pistoletazos con peque?os espect¨¢culos de luz y sonido. De color y de traca. Ya a esa hora hab¨ªa importantes colas en la Biblioteca Nacional, Museo del Prado, Palacio Real y Teatro Real. A las once de la noche esas filas llenaban calles y plazas y ninguna era inferior a los 100 o 200 metros.
A partir del kil¨®metro cero comenzaba una infinidad de planes. Para algunos, demasiados. "Yo quer¨ªa ver al Circo Brasileiro y ella ir a la jam session en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Al final coincide todo y no nos da tiempo a nada", dec¨ªa ¨¦l. "Pues v¨¢monos al Circo Price, que estamos al lado", respond¨ªa ella.
Bajaba por Alcal¨¢ una muchedumbre m¨¢s confundida de lo habitual. Muchos miraban sus mapas y folletos, y no se decid¨ªan. Unos modernos salieron del n¨²mero 31, de un desfile de moda. Ana, Cayetana y Nuria, adolescentes, pasaban por delante del C¨ªrculo de Bellas Artes y, en un mural colocado para que cada visitante escriba lo que se le ocurra, dejaron dicho: "Queremos + noxes". Unos hombres-libro emulaban a Ray Bradbury y su Fahrenheit 451: recitaban textos que hab¨ªan memorizado, para que no se pierdan nunca.
Para el paseo del Prado se hab¨ªan reservado los planes m¨¢s tranquilos, menos aptos para quincea?eros, y la media de edad sub¨ªa. Isabel lleva sus 65 a?os viviendo en Madrid y nunca hab¨ªa entrado en el Banco de Espa?a. Ayer lo hizo. Despu¨¦s ten¨ªa previsto entrar en el edificio de la Bolsa con una amiga. ?Hasta cu¨¢ndo? "Hasta que aguantemos. Venimos a ver lo que normalmente no se puede", explicaba.
Es cierto que no todo era bullicio. Tambi¨¦n hab¨ªa espacio para la reflexi¨®n, para el intimismo. Con los poemas le¨ªdos por sus autores en el Jard¨ªn Bot¨¢nico, donde desfil¨® lo mejorcito de la poes¨ªa espa?ola contempor¨¢nea, en la propia voz de ?ngel Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Caballero Bonald y Francisco Brines. O la poes¨ªa del siglo de Oro, a la que dio voz la actriz Mar¨ªa Paz Ballesteros.
"La Noche en Blanco no es s¨®lo una suma de actividades culturales, es una tremebunda performance urbana en la que la gente forma parte del espect¨¢culo", comentaba Tato Cabal, coordinador general de este evento, en referencia a lugares como los Jardines del Ej¨¦rcito, el Banco de Espa?a o muchos palacios que tuvieron abiertas sus puertas y se vincularon a la creaci¨®n.
Mientras la gente se desplazaba de una actividad a otra, las abarrotadas calles ofrec¨ªan estatuas vivientes o bellos espect¨¢culos como el Circolando de las Vistillas. Los transe¨²ntes que se adue?aron del espacio que habitualmente ocupan los coches s¨®lo ve¨ªan interrumpido su asalto por los dos autobuses que otras veces pasean turistas y que, en esta ocasi¨®n, utiliz¨® el alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n. ?l y su s¨¦quito se apearon en muchos momentos de la noche para darse a la caminata.
"No deja de tener morbo venir de madrugada al Prado o al Thyssen, que muchas veces nos pasamos a?os sin visitar", admit¨ªa una joven pareja que se hab¨ªa tumbado en un banco del Bot¨¢nico. En cambio, Yolanda se quejaba del tr¨¢fico. Le escoc¨ªan especialmente los 30 euros del taxi para llegar a la Puerta de Alcal¨¢ donde se pod¨ªa ver una creaci¨®n de Daniel Canogar y, de lejos, los gritos de los fantasmas que sal¨ªan del Palacio de Linares. El sonido de una noche ins¨®lita.
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