El rendimiento de la banalidad
Capullos
La banalidad es el recurso de los listillos ante los que toman por tontos, una banalidad tan banal que ni siquiera es ya la banalidad del mal sino la del que aspira a que sus clientes adoren lo trivial
Nada m¨¢s pueril a estas alturas que montar un cartel electoral con la foto del candidato en bolas. Nada por aqu¨ª y nada por all¨¢. Nada, en resumen, porque nada hay que ofrecer que no sea la bulla de ocasi¨®n. ?Tan seguro est¨¢ el candidato Rivera del magnetismo de su cuerpo como para exponerlo desnudo a la mirada p¨²blica? De momento se cubre con pudor los genitales, como una doncella pillada a destiempo cuando sale de la ducha, una imagen que remite m¨¢s a las bobadas que se hacen al concluir una despedida de soltero que a las magnitudes del desnudo en su representaci¨®n cl¨¢sica. Ciutadans per Catalunya, o como quiera que se llame, sustituye en su presentaci¨®n electoral el programa por el t¨ªmido desnudo de su candidato. Una ocurrencia de adolescente con inquietudes tan banal como las consignas escritas que en vano tratan de arropar la desnudez de la v¨ªctima. Si por lo menos ense?ara el capullito...
Sobre la infancia
Parece que casi todo el mundo (occidental) conserva un recuerdo imborrable de su infancia, sobre todo los que tuvieron la suerte de vivirla en un medio m¨¢s o menos rural para emigrar en la adolescencia hacia habitats algo m¨¢s confortables. Se ve que se sent¨ªan protegidos en una ordal¨ªa de irresponsabilidades sucesivas, y alimentan as¨ª el mito de que s¨®lo en la infancia se vive y despu¨¦s apenas se sobrevive. Hasta el constructor m¨¢s desaprensivo con su entorno soltar¨¢ una lagrimita al recordar el entorno de una ni?ez que machaca cuando adulto. Pero tambi¨¦n el fil¨®sofo y la ilusi¨®n de una infancia recuperada, el arquitecto ligth y el picapleitos de fortuna que sale de monter¨ªa en oto?o en su tercera residencia. La infancia da para mucho, a los que la sobreviven, pero es un engorro trufado de arbitrariedades. S¨®lo el adulto a disgusto puede recordar ese tenaz episodio incomprensible como el periodo m¨¢s estimulante de su vida.
La felicidad, ah, ah
Se dir¨ªa temeraria la invitaci¨®n de Canal Nou, bien que por su segunda cadena, a incitar a pensar a sus telespectadores en un programa que re¨²ne "entretenimiento y filosof¨ªa". Tan arduo es el asunto que sus programadores lo desplazan a la franja horaria posterior a la medianoche, confiando tal vez en que a esas horas nadie vea el programa, o en que los que lo hagan est¨¦n dispuestos a cualquier cosa excepto a recibir con ¨¢nimo y buen humor esa fascinante convocatoria. A¨²n suponiendo que el espectador se atreva a pensar en algo, el peligro es que lo haga en la medida suficiente para considerar a santo de qu¨¦ lo marean con programas sobre la felicidad cuando podr¨ªan centrarse en las causas de su infelicidad. El urbanismo salvaje, la presunta brutalidad de las polic¨ªas locales, la concienzuda destrucci¨®n de la ciudad de Valencia, la precariedad en el empleo, los negros agujeros de un sistema sanitario en entredicho... Eso, y mucho m¨¢s, en prime time y por la primera cadena. A ver.
La trama de Marbella
Una de las cosas que llaman la atenci¨®n en las investigaciones sobre la trama de Marbella es el desparpajo, la desverguenza con la que concejales y concejalas ponen precio a una firma de nada en un papel, una tarea que deber¨ªa de constituir un tr¨¢mite m¨¢s por la que perciben el sueldo que acompa?a al cargo. Las conversaciones grabadas son temibles cuando los interlocutores hablan con la confianza del que se cree todav¨ªa a salvo, y por aqu¨ª tenemos constancia plena de operaciones de ese tipo, acaso en inicio algo m¨¢s t¨ªmidas, con los Zaplanas, Naseiros, Sanz y Palops de turno. Y m¨¢s asombroso todav¨ªa que una concejala pillada en el hurac¨¢n de la Operaci¨®n Malaya se declare "presa pol¨ªtica", cuando es poco m¨¢s que una choriza sin clase y sin decoro. Esa Isabel Garc¨ªa Marcos que era socialista contra Jes¨²s Gil y que ahora ha resultado ser su doble, o su triple.
Entre chorizos
No se por qu¨¦ sorprende tanto que la derecha m¨¢s pelma se empecine en recurrir a una pandilla de chorizos para llegar a la verdad de todas las verdades que habr¨ªa de llevarnos a saber lo que ocurri¨® "realmente" el 11-M en Madrid, ya que a fin de cuentas esta gente se mueve como pez en el agua entre personas de su misma condici¨®n, realmente. El objetivo de tales disparates no es ganar las pr¨®ximas elecciones ni salvar la cara por la terrible gesti¨®n del PP, entonces en el Gobierno, de la masacre madrile?a. No. De lo que se trata es de fundar la supercher¨ªa de que despu¨¦s de la limpia ejecutoria de Aznar, segunda espada de Occidente, la izquierda carece de campo de juego donde asentarse, de modo que s¨®lo puede acceder al poder mediante las artima?as criminales de una monstruosa conspiraci¨®n. Y eso no se desinfecta ni con ¨¢cido b¨®rico.
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