La raz¨®n razonable
Ha conseguido convertirse en una especie de personificaci¨®n de la conciencia universal en la era de la globalizaci¨®n, "marea que no sube a todos los barcos". El pasado martes, Kofi Annan se dirigi¨® por ¨²ltima vez a la Asamblea General de Naciones Unidas, que le eligi¨®. No ha tenido una labor f¨¢cil. Ha fracasado en su intento de reformar la ONU como ¨¦l quer¨ªa, las operaciones de paz no han tenido el ¨¦xito esperado, incluso ha sentido el aliento de la corrupci¨®n y el nepotismo en su entorno, y ha tenido que navegar en las aguas revueltas del unilateralismo de George W. Bush y la guerra de Irak. Pero ha planteado los Objetivos del Milenio (cuyo cumplimiento va muy retrasado) y ha logrado que la ONU -un monopolio en su g¨¦nero- se reforzara como referente de legitimaci¨®n y de di¨¢logo. Una de sus ¨²ltimas despedidas consistir¨¢ en avalar el Plan de Acci¨®n de la Alianza de Civilizaciones (ser¨¢ interesante ver qu¨¦ da de s¨ª) que se ha de presentar en Estambul el 13 de noviembre. Se va sin hacerse ilusiones, cuando hay menos guerras, pero m¨¢s violencia, como record¨®, y m¨¢s inestabilidad global.
En contraste, otro referente mundial de m¨¢s calado, elegido -s¨®lo que sin limitaci¨®n de mandato- por otro extra?o colegio electoral, el papa Benedicto XVI ha echado a perder una parte del capital de actitud dialogante de su predecesor, de pacifismo que este mismo verano hab¨ªa recogido con su condena a la guerra de L¨ªbano, y todo por una oscura referencia a la violencia supuestamente consustancial al islam. El Vaticano y la Iglesia cat¨®lica han perdido as¨ª capacidad de interlocuci¨®n.
Con todo, lo m¨¢s preocupante no es lo que dijo el papa Ratzinger en la Universidad de Ratisbona, ni siquiera la respuesta de algunos musulmanes enardecidos -un drama que tiene el islam es que en estos momentos minor¨ªas radicales tienen secuestrado el discurso general- sino que haya habido tanta gente indignada con que el pont¨ªfice cat¨®lico hubiera pedido disculpas. Son los que quer¨ªan o¨ªr justamente la satanizaci¨®n del islam, pues est¨¢n de acuerdo con las palabras del emperador bizantino Manuel II Pale¨®logo. Todo en un contexto en el que desde la Administraci¨®n de Bush se ha recuperado el t¨¦rmino "islamofascista" que no explica nada, sino que justifica sentirse "en guerra".
Ahora que el Papa insiste teol¨®gicamente en la relaci¨®n entre la fe y la raz¨®n ("la luz divina de la raz¨®n", dec¨ªa Ratzinger como cardenal) y pide un di¨¢logo desde ¨¦sta, es conveniente volver al fil¨®sofo de la pol¨ªtica John Rawls, seg¨²n el cual, en la conducta de los asuntos p¨²blicos (y la religi¨®n lo es, por mucho que se insista en que es una cuesti¨®n privada), lo racional debe subordinarse, a lo razonable (que equipara con la idea de una cooperaci¨®n social equitativa). La ventaja que ve¨ªa Rawls en quedarse dentro de lo razonable es que, aunque cabe pensar que racionalmente s¨®lo pueda haber una doctrina global verdadera, puede haber muchas doctrinas globales razonables. Y de eso se trata, "de que todos los pueblos acepten la necesidad de escuchar, de buscar compromisos, de tomar en cuenta los puntos de vista de los otros", como dijo el martes Annan. No de convencer, sino de convivir.
Ninguno de los siete secretarios generales que ha tenido la ONU desde su fundaci¨®n ha sido un musulm¨¢n. Salvo los que le han podido ver alg¨²n domingo en alguna de las varias iglesias protestantes a las que asiste en Nueva York, no es f¨¢cil adivinar que Kofi Annan sea cristiano. Pero, volviendo a Alemania, este ghan¨¦s, en un discurso en la Universidad de T¨¹bingen en diciembre de 2003, consider¨® que "ninguna religi¨®n ni sistema ¨¦tico debe ser nunca condenado a causa de los deslices morales de algunos de sus miembros, Si, como cristiano por ejemplo, no quisiera que mi fe fuera juzgada por los actos de los cruzados o la Inquisici¨®n, tendr¨ªa mucho cuidado en no juzgar la fe de otros por los actos que unos pocos terroristas puedan cometer en su nombre". En este mundo sobran algunas razones y faltan gentes razonables. aortega@elpais.es
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