El laberinto de la inmigraci¨®n
Un conjunto de acontecimientos sit¨²an la cuesti¨®n migratoria como la primera preocupaci¨®n de la ciudadan¨ªa espa?ola, tal como lo demuestra la ¨²ltima encuesta del CIS. Lo preocupante y significativo es que, colectivos de j¨®venes, trabajadores manuales y parados, empiecen a manifestar actitudes de rechazo incluso de car¨¢cter xen¨®fobo. Entre nuestros ciudadanos, han sido excepcionales y contadas las manifestaciones de racismo y xenofobia. Si nos comparamos con el resto de pa¨ªses europeos, nuestras actitudes c¨ªvicas han sido de un comportamiento ejemplar con los inmigrantes. Es urgente, necesario y prioritario un debate riguroso y bien construido sobre la inmigraci¨®n, en proporcionalidad a la importancia que en la actualidad le da el sentir ciudadano.
No emigra el que quiere, sino el que puede. Los m¨¢s desfavorecidos no pueden ni intentarlo
El trabajo regular y digno es el factor clave de integraci¨®n y el mejor ant¨ªdoto al riesgo de exclusi¨®n social
La avalancha migratoria era una cr¨®nica anunciada y se ha convertido en una realidad imparable. Hemos pasado de ser un pa¨ªs emisor de mano de obra a receptor en un espacio de tiempo muy corto. Ten¨ªamos solamente 804.594 extranjeros en 1991 (muchos de ellos, jubilados europeos). Seg¨²n los ¨²ltimos datos del padr¨®n municipal de junio de 2005, tenemos 4.229.113, lo que representa el 9,5% de la poblaci¨®n (para no asustarnos, en Suecia la poblaci¨®n inmigrante es del 12%). En los ¨²ltimos cinco a?os hemos crecido a un promedio de medio mill¨®n de personas por a?o, pudi¨¦ndose realizar proyecciones que, de no cambiar las tendencias, situar¨¢n el volumen de la poblaci¨®n extranjera residente en Espa?a es m¨¢s de 7 millones de personas en 2010 (en torno al 16% de la poblaci¨®n) pudiendo llegar a superar los diez millones en 2015.
A principios de los 90, despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, escuch¨¦ una predicci¨®n de un experto europeo en temas migratorios que me impresion¨®: "Los tanques tendr¨¢n que mirar al sur para pararles, si no se afronta en serio la fractura entre ricos y pobres". Me viene a la memoria un concepto acu?ado por el profesor Manuel Castells, "la desconexi¨®n selectiva o globalizaci¨®n limitada". Se conecta aquello a lo que se da valor y se desconecta lo que no interesa. U. Beck defini¨® los acontecimientos de Francia que hicieron saltar todas las alarmas sobre los d¨¦ficit de integraci¨®n y los perniciosos efectos de la exclusi¨®n social como "la revuelta de los superfluos". Sobran y estorban. La globalizaci¨®n neoliberal no es un proceso homog¨¦neo, sino fragmentario y desigual. Cuando pretendemos afrontar la cuesti¨®n migratoria con profundidad y rigor, estamos obligados a dar una alternativa al actual modelo de globalizaci¨®n desregulada y asim¨¦trica y a trabajar por un mundo m¨¢s democr¨¢tico y con mayor justicia social.
He utilizado la palabra "laberinto", en contraposici¨®n a la noria que da vueltas de modo permanente sobre los mismos temas, para afirmar que hay una salida. Para avanzar en el laberinto lo primero que hay que hacer es romper t¨®picos y destruir algunos mensajes inexactos que son el reflejo de pol¨ªticas de regate corto, de coyuntura.
Vamos a desmantelar algunas. "Es el Primer Mundo el que recibe las migraciones": Inexacto. Las migraciones entre pa¨ªses del Tercer mundo son masivas. Suelen producirse como consecuencia de guerras internas (Sud¨¢n). Los desplazados de esta forma son millones, y los pa¨ªses de acogida, ya de por s¨ª incapaces de atender a sus nacionales, se desbordan. "Los inmigrantes vienen sobre todo en pateras/cayucos": No. Entran sobre todo por Barajas y por los Pirineos. El porcentaje que entra por mar es muy bajo. "Vienen de forma irregular": No. Mayoritariamente entran de manera totalmente regular, como turistas. "Emigran quienes est¨¢n peor": No. No emigra el que quiere, sino el que puede. Los m¨¢s desfavorecidos no pueden ni intentarlo, porque no se pueden pagar el viaje.
"Las expulsiones o las repatriaciones son las medidas para evitar que se queden": No, no son medidas demasiado efectivas, y por varios motivos. Para empezar, muchas veces las expulsiones o las repatriaciones son directamente imposibles porque, o bien se desconoce el pa¨ªs de procedencia de la persona o bien se niega a acogerle, exista convenio de repatriaci¨®n o no. A estos pa¨ªses les interesa que sus nacionales est¨¦n fuera, porque suponen menos personas a las que atender y, adem¨¢s, generan ingresos (en muchas ocasiones son la segunda fuente de ingresos del pa¨ªs). Las ayudas econ¨®micas que les ofrece la UE por controlar sus fronteras son irrisorias en comparaci¨®n con el dinero que consiguen por no controlarlas.
Por otra parte, las expulsiones son costosas y muchas veces Espa?a no ha tenido dinero para realizarlas (hace unos a?os, el SUP reconoc¨ªa que no se llegaba a ejecutar ni el 40% de las ¨®rdenes de expulsi¨®n). Adem¨¢s, los expulsados muchas veces vuelven a intentarlo de nuevo. Otra cuesti¨®n que a?adir ser¨ªa la falta de garant¨ªas de salvaguarda de sus derechos una vez alejados de Espa?a. El caso paradigm¨¢tico es Marruecos que, despu¨¦s de aceptar subsaharianos a cambio de dinero, los deja abandonados en una zona minada del S¨¢hara.
"La ley es blanda y supone un efecto llamada": Si los propios espa?oles desconocen la Ley de Extranjer¨ªa, es mucho suponer que en Tombuct¨², por ejemplo, s¨ª la conocen. S¨®lo hay un efecto llamada, que es el hambre y la necesidad de seguir vivo. Con lo que los europeos nos gastamos anualmente en helados se erradicar¨ªa el hambre e el mundo. Una guerra contra el hambre corregir¨ªa los efectos de las migraciones incontroladas.
"La soluci¨®n est¨¢ en la cooperaci¨®n al desarrollo": Tal y como est¨¢ gestionada, la cooperaci¨®n al desarrollo es una gota de agua en el mar. No va a cambiar sustancialmente nada. Y esto es as¨ª porque, en el fondo, no interesa que nadie cambie demasiado. La situaci¨®n del Tercer Mundo permite al primero y a sus empresas una econom¨ªa que se basa en unas reglas de juego injustas y la obtenci¨®n de materias primas baratas. El fracaso de la Ronda de Doha lo ha puesto de manifiesto.
La segunda l¨ªnea de trabajo es positivizar algunas pol¨ªticas realizadas. Me refiero a los efectos positivos de la declaraci¨®n del Dialogo Social 2004, que abord¨® el aspecto laboral de la inmigraci¨®n, su trascendencia econ¨®mica y la necesidad de regularizar los empleos. El trabajo regular y digno es el factor clave de integraci¨®n y el mejor ant¨ªdoto al riesgo de exclusi¨®n social. No obstante, ni se ha resuelto el empleo irregular, tanto de los inmigrantes como aut¨®ctonos, en sectores de agricultura, construcci¨®n, servicios domestico, hosteler¨ªa..., ni se ha detenido la inmigraci¨®n irregular. Los datos de aumento del paro entre los inmigrantes, as¨ª como la precariedad, la subcontrataci¨®n, la siniestralidad y los bajos salarios en sus empleos, junto a la escasa protecci¨®n, social agudiza los riesgos de exclusi¨®n, vulnerabilidad y, lo que es m¨¢s grave, rechazo.
Hay que evitar que se utilice la inmigraci¨®n como una variable de ajuste estructural de la competencia de los mercados laborales, como se est¨¢ haciendo. Es triste comprobar que nuestro mercado de trabajo y nuestra abultada econom¨ªa sumergida son un mecanismo de atracci¨®n. A esto hay que a?adir que nuestras escasas redes asistenciales, que empiezan a ser copadas por los inmigrantes en la medida que el acceso a las prestaciones se realiza en funci¨®n de los niveles de renta, hace que una parte de la ciudadan¨ªa les considere como gentes ajenas que aceptan trabajos como sea, no poniendo l¨ªmites al neo-esclavismo, y tienen preferencia en el acceso a las prestaciones sociales. El rechazo es explosivo y las pol¨ªticas populistas y demag¨®gicas se convierten en incendiarias.
Conviene recordar una afirmaci¨®n de Max Frisch: "Pidieron mano de obra y llegaron seres humanos". Cuando la derecha espa?ola habla de humanitarismo excesivo y las pol¨ªticas Sarkozy de corte autoritario-represivo se quieren generalizar en la Uni¨®n Europea, hay que reivindicar por encima de an¨¢lisis economicistas, simple y sencillamente, el respeto a los derechos humanos, pol¨ªticas serias e integrales, con procesos largos, acordados y compartidos por todos.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social vasco.
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