Entre luces y sombras
Con Mercedes Ruiz, frente a otras propuestas m¨¢s mediatizadas, lleg¨® a la Bienal el baile encastado y de fuerza que la jerezana tiene por bandera. Es el baile de su tierra que ella, aunque joven, lleva vivido desde muy peque?a. Empieza a aflorar ya la madurez, pero todav¨ªa habr¨¢ que esperar para verla en mejores condiciones, porque su arte por s¨ª solo se muestra insuficiente para llenar todas las expectativas que se pueden tener de un espect¨¢culo. En la conjunci¨®n de esos valores suyos con los otros elementos que lo acompa?an debe residir el que se logre o no el objetivo propuesto, porque su baile est¨¢ sobrado de buenas hechuras.
Mercedes tiene unos pies prodigiosos de los que hace un uso al l¨ªmite, y que son un elemento fundamental a la hora de transmitir el baile que ella representa. Adem¨¢s, no se queda s¨®lo en eso, pues tambi¨¦n sabe conjugar la cintura y elevar los brazos logrando, en conjunto, contagiarnos de una fuerza y una tensi¨®n, una intensidad y una convicci¨®n que no abandona en ning¨²n momento.
Junc¨¢
Baile: Mercedes Ruiz, Antonio Molina El Choro, El Nano. Cante: David Palomar, Jes¨²s M¨¦ndez, El Londro. Guitarras: Santiago Lara, Javier Ib¨¢?ez. Piano: Jes¨²s Lavilla. Percusi¨®n: Perico Navarro. Sevilla. Teatro Alameda, 24 de septiembre de 2006.
A su arte s¨®lo le falta el engarce en un conjunto que no la deje tan en soledad
En este espect¨¢culo principi¨® su actuaci¨®n con unas buler¨ªas que fueron toda una tarjeta de visita, pues cuando regres¨® con los martinetes se mantuvo en la misma l¨ªnea de expresi¨®n con los pies -escobilla, zapateado, corrido...- a la que a?adi¨® hermosas poses de figura est¨¢tica. En cambio, con la zambra se ajust¨® al perfil pausado que el estilo requiere usando brazos y cintura para, con bata de cola, configurar im¨¢genes flamencas de cuerpo entero. La sole¨¢ bien pudo ser una s¨ªntesis de todo su baile con una llamada a la templanza, el regreso posterior al br¨ªo y el juego gestual que tambi¨¦n forma parte del baile. La convicci¨®n en forma de sonrisa y complicidad con un p¨²blico al que quiere transmitir su bienestar.
Pero la descripci¨®n de estos valores suyos dentro del espect¨¢culo poco a?aden a su reconocida solvencia t¨¦cnica y a su val¨ªa de bailaora solista. A su arte s¨®lo le falta el engarce en un conjunto -ll¨¢mese direcci¨®n esc¨¦nica o coreogr¨¢fica- que lo resalte y no la deje tan en soledad. Porque las aportaciones de sus compa?eros de baile no estuvieron para nada a su altura. En la coreograf¨ªa inicial en tri¨¢ngulo, por ejemplo, hay poco que destacar. Y en el baile en solitario que ofrecieron en la sole¨¢ por buler¨ªas, prim¨® la fuerza por encima del orden.
Junc¨¢ se plantea como un homenaje y una vuelta a los or¨ªgenes, los del barrio de San Miguel del que la bailaora procede y de cuyos artistas tanto ha aprendido. La conocida entr¨¢ por buler¨ªas de La Paquera -reproducida en off- abre y cierra una funci¨®n en la que los cantaores tambi¨¦n recuerdan a Manuel Torre y a Chac¨®n, como ocurriera en la tanda de malague?as. La evocaci¨®n a Lola Flores, vecina del mismo barrio, se hizo presente con la interpretaci¨®n de una zambra -Sole¨¢, mi sole¨¢- en la que Palomar deja aflorar su gusto por Caracol y el pianista Lavilla, lejos de ce?irse al patr¨®n tradicional, deja esencias jazzeras en la introducci¨®n. Poder¨ªo de nuestros j¨®venes m¨²sicos.
Esas buenas intenciones chocan con una precariedad esc¨¦nica que desluce el resultado final. Entre esos dem¨¦ritos ocupan un primer lugar las transiciones que, en los tiempos que corren, no resultan admisibles de la forma que se presentaron. Va despu¨¦s la luz, que no defendi¨® a la artista en ning¨²n momento y en los m¨¢s le rest¨® protagonismo. Demasiadas sombras para un Jerez que se pretende luminoso. El cante, aunque puro Jerez por momentos, no termin¨® de escucharse todo lo bien que debiera, aunque a veces fuera por razones t¨¦cnicas. A¨²n as¨ª, se agradecen los ecos de la plazuela de M¨¦ndez, a pesar de que esta vez sonasen algo apagados. En este conjunto s¨ª resalta el trabajo musical de Santiago Lara, atento a todas las cuestiones r¨ªtmicas -lo que no es poco en este caso-, dejando retazos compositivos de excelente factura. Habr¨¢ que quedarse, pues, con el baile de Mercedes, que se paladea en los momentos de quietud y transmiten toda su fuerza cuando entra en esos trances que se llenan de flamencura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.