Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa
La autora apuesta por impartir un aprendizaje espec¨ªfico, alejado de la religi¨®n que no de la ¨¦tica, encaminado a formar buenos ciudadanos
Ser buenos ciudadanos exige un esfuerzo y est¨¢ bien que el Estado se ocupe en favorecer desde la infancia el aprendizaje de esta condici¨®n. Conseguir una convivencia m¨¢s agradable, pac¨ªfica y respetuosa contribuir¨ªa, tal vez, a nuestra felicidad. El anuncio de esta nueva asignatura ha sido recibido con displicencia por algunos, cierto sarcasmo por otros o, incluso, con un rechazo malicioso e interesado por quienes lo observan como intrusa competencia. La considero imprescindible, a pesar de mi escepticismo en cuanto a los resultados dadas las poderosas fuerzas que trabajan a la contra. Durante el ¨²ltimo mes me propuse recoger evidencias de esta necesidad. El m¨¦todo ha sido simple: estar atenta y tomar nota. Vean algunos resultados.
A finales de junio, al fragor de los preparativos por la visita de Benedicto XVI, en un edificio de Valencia unos vecinos, no contentos con extender la bandera vaticana a lo largo de todos sus balcones, a lo que ten¨ªan perfecto derecho, se propusieron y consiguieron, imponer a la comunidad de residentes la colocaci¨®n de carteles de bienvenida al Papa en zonas comunes de la porter¨ªa y el zagu¨¢n, a pesar del rechazo manifestado por otros propietarios, indiferentes a la visita papal o agn¨®sticos. El resultado de esa intransigencia alejada del esp¨ªritu cristiano, fue la alteraci¨®n de las normas de convivencia y el inicio de unas enemistades de las que no cabe esperar nada positivo.
En el aparcamiento de una cadena de supermercados al aire libre en la playa de Canet d'En Berenguer, sobre las 13.00 de un d¨ªa de la primera semana de agosto, sal¨ªa con el carrito lleno hasta los topes cuando observ¨¦, al acercarme, que entre mi coche y el de otra persona un individuo de unos 65 a?os estaba orinando tan tranquilo. Cuando le dije, poni¨¦ndole en evidencia, que el establecimiento ten¨ªa aseos en su interior, se limit¨® a asentir con la cabeza, ?por supuesto que lo sab¨ªa!, y alejarse del lugar subi¨¦ndose la cremallera. En su mirada ni siquiera hab¨ªa un rastro de verg¨¹enza.
Antes de las 9.00 del domingo 13 de agosto me despert¨® un sonido perturbador que romp¨ªa la tranquilidad de la urbanizaci¨®n en la playa a la que vamos, sobre todo, a descansar. Me asom¨¦ a la ventana y vi una furgoneta oscura adentr¨¢ndose a lenta velocidad por las calles desiertas y una mujer, con un altavoz de mano que para s¨ª querr¨ªa un bombero en situaciones de emergencia, anunciando a gritos la venta de melones y sand¨ªas de su huerta, los m¨¢s jugosos y m¨¢s dulces.
La noche anterior, ya de madrugada, en un chalet vecino dispararon una masclet¨¤ particular. Por lo visto, estaban de fiesta.
El ejemplo m¨¢s alarmante de ese desconocimiento de lo que significa ser ciudadano en una democracia me la proporcion¨® la prensa el domingo 20 de agosto. Daba cuenta de una manifestaci¨®n en Mallorca en defensa de la piscina, construida sobre suelo de dominio p¨²blico, propiedad del director de un importante peri¨®dico. Lo que me llam¨® la atenci¨®n fue que estaba promovida y financiada, precisamente, por Nuevas Generaciones, las juventudes del PP. La pancarta pretend¨ªa ser graciosa, light o progre: "En defensa de la pisci", pero no lo consegu¨ªa. Era est¨²pida, adem¨¢s de innecesaria pues el Ministerio de turno ya se hab¨ªa ocupado de proteger su disfrute en exclusiva por parte de la familia infractora durante los meses en los que m¨¢s se puede usar, los del verano. Expresaba una clara opci¨®n por el favoritismo, una falta de inter¨¦s por la disciplina urban¨ªstica, una confusi¨®n perversa entre lo p¨²blico y lo privado y una burla descarada al estado de derecho. Preocupa la posibilidad de que entre estos aprendices de pol¨ªticos, a los que parece importarles un pito los valores c¨ªvicos, puedan surgir los dirigentes del ma?ana.
El pl¨¢cido mes de agosto concluy¨® entre noticias de un grupo de j¨®venes que hab¨ªa propinado una paliza en Valencia a un indigente en la c¨¦ntrica y burguesa calle de Isabel la Cat¨®lica. Otro que se dedicaba a apalear inmigrantes y grabarlos con el m¨®vil para enviar las im¨¢genes a sus amigos. Cruel manera de divertirse. Arden en las ciudades contenedores de basura y coches. Una pandilla se dedica a organizar carreras de autom¨®viles dentro del per¨ªmetro urbano de Alicante o a hacer apuestas para conducir por una autopista en direcci¨®n contraria. Un hombre, ajeno a la movida, muri¨® por esta causa en Marbella. Las v¨ªctimas mortales de la violencia dom¨¦stica alcanzan ya la cifra de cincuenta y dos en lo que va de a?o.
Son ejemplos recogidos en un corto per¨ªodo de tiempo en nuestro pa¨ªs. ?C¨®mo dudar de la necesidad de hacer algo para formar buenos ciudadanos? ?Deber¨ªa impartirse tambi¨¦n a algunos adultos! Nada tiene que ver con la religi¨®n, y s¨ª con la ¨¦tica, el respeto a la diferencia y la convicci¨®n en la palabra frente a la fuerza, temas propios del comportamiento social. Es sabio el que vive y deja vivir, y es sabia la sociedad que consigue que esta sencilla norma se la apropien como suya cada uno de los individuos que la componen.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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