"Alguna gente cree que por mi condici¨®n me lo han puesto m¨¢s f¨¢cil"
Gennet Corcuera duerme siempre con el despertador debajo de la almohada. Si no lo hiciera, alguien tendr¨ªa que despertarla. No tiene un sue?o muy profundo, pero no puede ni ver ni o¨ªr. Hoy, cuando la vibraci¨®n de su despertador vuelva a despertarla, se levantar¨¢ siendo la primera ciega y sorda cong¨¦nita en Espa?a que puede entrar en la universidad, seg¨²n la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos (ONCE). El 7,28 obtenido en la selectividad le permitir¨¢, de sobra, empezar a estudiar Educaci¨®n Especial en una universidad de Madrid. Todav¨ªa no sabe en cu¨¢l.
Sonia, la chica que la ha acompa?ado a todas las clases del instituto en los ¨²ltimos cuatro a?os, se sienta a su lado. Es su mediadora. Le agarra la mano y, a trav¨¦s del lenguaje de signos apoyado -que es como el tradicional pero a trav¨¦s del contacto de las manos-, interpreta todo lo que ella quiere explicar. Ella no para de sonre¨ªr. "Ha sido muy dif¨ªcil, hay que superar muchos obst¨¢culos", explica. ?Nervios por la nueva etapa? "No. Ya tengo experiencia en la adversidad", advierte.
El 7,28 obtenido en la selectividad le permitir¨¢ estudiar Educaci¨®n Especial
"Para m¨ª, Internet es perfecto. Puedo hablar por tel¨¦fono, chatear, leer, pedir un taxi..."
Gennet naci¨® en Etiop¨ªa hace 25 a?os. Al cabo de dos a?os sus padres la dejaron en un orfanato. "Mi familia era pobre, yo no pod¨ªa comunicarme, la situaci¨®n del pa¨ªs era muy inestable... supongo que ese ser¨ªa el motivo", recuerda tratando de explicar el abandono. En el orfanato era la ¨²nica ciega y sorda. A los 7 a?os, su madre adoptiva, una mujer espa?ola que visitaba Addis Abeba, decidi¨® llev¨¢rsela con ella a Madrid.
Ah¨ª comienza la historia de superaci¨®n. Primero en la escuela de la ONCE en Madrid. "Sin ellos no hubiera sido posible", admite. Luego en el instituto Leandro Fern¨¢ndez Morat¨ªn en Pastrana (Guadalajara), un centro normal y corriente en el que, con la ayuda de su mediadora -que acud¨ªa con ella a todas las clases- y el cari?o de sus compa?eros y profesores, consigui¨® acabar el bachillerato. "Tengo muy buenos recuerdos de aquello. La gente me quer¨ªa mucho y algunos compa?eros aprendieron el lenguaje de signos para comunicarse conmigo". Paqui, su tutora, sigue atentamente la conversaci¨®n. "Es muy dif¨ªcil encontrar un centro que acepte a una alumna as¨ª. Pero la directora y la jefa de estudios del suyo se empe?aron en que lo consiguiera", remarca.
Pero el verdadero universo de comunicaci¨®n, "la puerta ideal al mundo", ha sido Internet. "Para m¨ª es perfecto. Puedo hablar por tel¨¦fono, chatear, leer, pedir un taxi...". Para escribir usa el teclado normal. Para leer, un software especial y una l¨ªnea de braille (un peque?o teclado en el que autom¨¢ticamente aparecen traducido el contenido de las webs) le permiten recibir toda la informaci¨®n. Si quiere llamar a alguien, escribe v¨ªa Internet a un centro de intermediaci¨®n que se pone en contacto telef¨®nico con quien desea hablar. Ellos son su voz. "En Internet, adem¨¢s, he encontrado informaci¨®n sobre los sordociegos del mundo. ?Conoc¨¦is a Hellen Keller?".
Keller es un referente. Una activista ciega y sorda nacida en 1880 en Alabama que logr¨® convertirse en escritora y activista pol¨ªtica. "Las ideas forman el mundo donde vivimos y son las impresiones las que transmiten las ideas. El mundo en el cual vivo se haya construido sobre una base de sensaciones t¨¢ctiles. Mi mano es para m¨ª lo que el o¨ªdo y la vista juntos son para vosotros", escribi¨® a principios de siglo.
La mano es para Genet y para los 6.000 sordociegos de Espa?a el soporte de su discurso infinito. "A trav¨¦s de c¨®mo y a qu¨¦ velocidad la mueve la otra persona puedo saberlo todo sobre ella". Sonia, que no le suelta la mano, sonr¨ªe c¨®mplice. "S¨¦ siempre cuando est¨¢ triste, cuando est¨¢ enfadada o inquieta", explica mirando a la mediadora. "?C¨®mo es ella? La conozco como persona". El f¨ªsico tiene poca relevancia.
Tan poca como la ha tenido en su vida ser negra. "Nunca nadie me ha hecho sentir diferente por este motivo". Para Gennet la definici¨®n del color son huellas de la experiencia, texturas. Pero para la vestimenta tiene preferencias. "Me gusta vestir de blanco. Me resalta la piel. Y es gracioso, porque Sonia siempre viste de negro y ella tiene la piel muy clara. Vamos siempre juntas y parecemos un anuncio de Benetton".
Con el instituto viaj¨® a Alemania y a Italia. Ella se decanta por el primero: "Las calles, la gente, los olores, el clima... me encant¨® M¨²nich". El a?o pasado fue m¨¢s lejos. Regres¨® por primera vez a Etiop¨ªa. "Es gracioso, porque volv¨ª a mi pa¨ªs como una turista", dice antes de ponerse seria. "La situaci¨®n ah¨ª es terrible. Todo va hacia atr¨¢s, es una guerra tras otra", relata tras las gafas de ver que usa para proteger los ojos del viento e infecciones.
Todos los ex¨¢menes que Gennet ha pasado en su vida han sido exactamente iguales a los del resto de compa?eros. La ¨²nica "ventaja" ha sido, a lo sumo, tener el doble de tiempo. "Muchas veces la gente cree que por mi condici¨®n a m¨ª me lo han puesto m¨¢s f¨¢cil o que me permiten hacer trampa. No me importa, puede ser envidia u odio. No lo s¨¦. Pero es s¨®lo la opini¨®n de los otros". Cuando termina la entrevista se levanta para despedirse. Reparte besos e insiste en la importancia de consultar la vida de Hellen Keller.
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