De fresa y chocolate
Jos¨¦ Mar¨ªa Vitier (La Habana, 1954) ha creado bandas sonoras para El siglo de las luces, dirigida por Humberto Sol¨¢s sobre la novela de Carpentier; Cosas que dej¨¦ en La Habana, de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, o Lista de espera, de Juan Carlos Tab¨ªo. Y la de la inevitable Fresa y chocolate, de Guti¨¦rrez Alea: "Una pel¨ªcula m¨¢gica para nuestra vida. Creo que supuso un ejercicio de madurez muy importante. De introspecci¨®n y autocr¨ªtica. Desde entonces el cine cubano no ha dejado de ser autocr¨ªtico. Se abri¨® un camino y se gan¨® realmente un espacio", afirma. "Nos dimos cuenta de que hac¨ªa 30 a?os que yo hab¨ªa realizado mi primer encargo como compositor. El primero que entregu¨¦ se estren¨® y me pagaron", recuerda. Para celebrarlo se acaba de editar una lujosa caja con ocho discos y dos DVD, Jos¨¦ Mar¨ªa Vitier Colecci¨®n 30 a?os de m¨²sica (Fundaci¨®n Autor), dise?ada por su hijo Jos¨¦ Adri¨¢n. "Si est¨¢ dif¨ªcil vender discos, ?qu¨¦ ser¨¢ vender cofres!", dice bromeando.
La caja contiene el Salmo
de las Am¨¦ricas -oratorio sinf¨®nico con motivo de la independencia de Cuba -, Canciones del buen amor -textos de Calder¨®n de la Barca, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o San Juan de la Cruz, cantados por Martirio, Aute, Jorge Drexler...- o la Misa cubana -dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla, y en la que participaron Silvio Rodr¨ªguez, Amaury P¨¦rez y el coro Exaudi-. La obra se ha presentado m¨¢s de cincuenta veces -"en diciembre pasado en Roma, en Santa Maria in Trastevere, la iglesia m¨¢s antigua dedicada a Mar¨ªa"- y se estren¨® en 1996, el d¨ªa de la Inmaculada Concepci¨®n, en la catedral de La Habana, durante una misa que ofici¨® el cardenal Jaime Ortega. Probablemente nunca hubo tantos ateos en una iglesia. El entonces ministro de Cultura de Cuba, Armando Hart, admiti¨® que era la primera misa a la que asist¨ªa desde el triunfo de la revoluci¨®n. "Por eso dije que era un ¨¦xito de ecumenismo e incluso de pluralidad. En general, el cubano tiene un sentimiento muy alejado del fanatismo".
Cuba dentro de un piano, verso tomado de un poema de Alberti, es un trabajo que inici¨® con Ang¨¢, el percusionista fallecido hace unas semanas en Barcelona. "La primera grabaci¨®n de su vida, cuando a¨²n vest¨ªa el uniforme de la Escuela Nacional de M¨²sica, fue conmigo y tocando la bater¨ªa. Se convirti¨®, a mi modo de ver, en el mejor conguero de la nueva generaci¨®n. Creo que es el primer percusionista cubano que logr¨® aunar las virtudes del m¨²sico de academia, totalmente formado, con las del m¨²sico callejero como Tata G¨¹ines, Changuito o Chano. Nunca perdi¨® el contacto con la rumba marginal, que es la verdadera fuente de todo".
Vitier se dio a conocer en Cuba por su m¨²sica para series de televisi¨®n. En 1979 el pa¨ªs se paraba para ver En silencio ha tenido que ser. "Todav¨ªa me piden en muchos conciertos que toque la m¨²sica. Despu¨¦s llegu¨¦ al cine y me sent¨ª mejor porque se mov¨ªa y se mueve a una altura intelectual mayor". Admite haber escrito demasiado por encargo: "?sa es la historia del m¨²sico para cine. Tiene la ventaja de que he visto grabada casi toda mi m¨²sica y la desventaja de que se me han quedado cosas por hacer. Ahora estoy componiendo una obra que no me han encargado, aunque est¨¢n a tiempo (se r¨ªe), que es una versi¨®n de El cantar de los cantares con un formato parecido al de la misa: orquesta peque?a con algo de percusi¨®n, piano, dos solistas y un coro".
"La m¨²sica es una manera de interpretar la realidad. Hay personas que lo hacen a partir de ciertos postulados filos¨®ficos, cient¨ªficos o religiosos. La m¨²sica est¨¢ en esa misma categor¨ªa. Es una forma que tiene el hombre de indagar en lo desconocido, en el misterio de la vida. La m¨²sica est¨¢ por encima no ya de las ideolog¨ªas sino de las ideas, en la medida que apela a un instinto anterior y m¨¢s profundo que los instintos que dividen a los hombres".
El hijo de los poetas Cintio
Vitier y Fina Garc¨ªa Marruz creci¨® tanto con la m¨²sica como con la poes¨ªa: "Pap¨¢ tocaba espl¨¦ndidamente el viol¨ªn, mi abuela Josefina era pianista, un hermano de mam¨¢ era cantante aficionado de ¨®pera y otro era Felipe Dulzaides. Recuerdo muy n¨ªtidamente las voces de los poetas. La voz de Lezama, la de Eliseo, la de Guill¨¦n, la de mi padre... Voces que nos marcaron la infancia como la voz del Beny, la voz de Bola, la voz de Rita, la voz de Miguelito Cun¨ª
... Una gran polifon¨ªa de la que creo que sale mi m¨²sica".
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