El lado oscuro de la gesti¨®n feliz
El mandato tiene visos evang¨¦licos, o as¨ª nos lo figuramos. Id y divulgad entre el electorado la buena gesti¨®n que hemos realizado, ha venido a decir el presidente Francisco Camps a sus consejeros, conmin¨¢ndoles, adem¨¢s, a que convenzan y amarren uno de cada dos votos valencianos. Ha sido lo m¨¢s parecido a un arranque de campa?a en el que se ha echado mano a todos los recursos para diluir el efecto propagand¨ªstico de la moci¨®n de censura presentada por los socialistas. En este sentido, debemos anotar la rapidez de reflejos de los populares, que nos han sorprendido incluso con una novedosa puesta en escena, cual ha sido la comparecencia del molt honorable y los miembros del Consell rindiendo cuentas por tandas ante unos atriles de metacrilato y arropados por dos docenas de notables. Un montaje que por momentos nos evocaba a Les Luthiers, tan finos humoristas.
Para solemnizar lo que podemos describir como el pistoletazo de salida en la carrera por el voto, el PP ha reunido en Valencia a los presidentes auton¨®micos de su cuerda encabezados en esta ocasi¨®n y a mayor abundamiento por el secretario general del partido, Mariano Rajoy. Todos, y el citado l¨ªder el primero, se han deshecho en piropos a la labor desarrollada por sus cofrades valencianos desde que gobiernan, lo que pronto har¨¢ doce a?os. Una imagen felicitaria que as¨ª se percibe en el resto de Espa?a, con la salvedad del desbarajuste urban¨ªstico que nos aflige y que se enmascara ligeramente por no ser exclusivo de esta comunidad.
Pero la felicidad de los populares no ha podido ser completa porque su discurso, tan acr¨ªtico como lisonjero, se ha tropezado estos d¨ªas con unos infaustos episodios que mellan el autobombo aireado. Nos referimos en primer lugar a la triste haza?a de los hombres de Harrelson o la versi¨®n adoptada por la Polic¨ªa Local de Torrevieja, involucrada en presuntos delitos de torturas, encubrimiento y falsificaci¨®n documental, con el aparente amparo de alg¨²n edil. Las cr¨®nicas del suceso reproducen y rememoran los abusos que se comet¨ªan en las comisar¨ªas y calabozos del franquismo, donde tantos detenidos resbalaban por las escaleras y se part¨ªan la crisma o las costillas, como parece que ha sido el caso denunciado y del que nada dice saber esa calamidad de alcalde torrevejense que es Pedro Hern¨¢ndez Mateo.
En segundo o simult¨¢neo lugar ha estado el asunto de Terra M¨ªtica, o el pleito de nunca acabar en torno a los sobrecostes del citado parque. Una ex consejera y el actual director general, John Fitzgerald, han declarado en calidad de testigos ante el juez instructor a prop¨®sito de unas facturas falsas por importe de 4,4 millones. No es moco de pavo. Ni una ni otro se explican ni le fueron explicados en su d¨ªa la raz¨®n de los sobrecostes, cuyo secreto comienza a atisbarse. Este asunto no implica directamente a la actual administraci¨®n popular, que hered¨® el entuerto gestado bajo el gobierno de Eduardo Zaplana. Pero tampoco puede sacud¨ªrselo porque poco o nada ha hecho por clarificar este enredo millonario y escandaloso que le concierne en tanto que la Generalitat es un socio de referencia de ese emporio ocioso y sobre todo gravoso.
Y en la ¨®rbita judicial, mencionemos por ¨²ltimo y provisoriamente al reci¨¦n nombrado candidato a la alcald¨ªa de Alicante -y actual alcalde-, Luis D¨ªaz Alperi, imputado en presuntos tratos de favor a un constructor y en un desfalco de seis millones de euros. La justicia har¨¢ luz en su d¨ªa, pero si evocamos estos trances no es por la rareza que supone designar a alguien que har¨¢ senda yendo y viniendo a los tribunales, con el riesgo de un fallo condenatorio, sino ¨²nicamente por la temeraria arremetida del edil y de su partido contra los fiscales que entienden en estos asuntos. A su parecer, no aplican la misma vara de medir con los socialistas, que bastante tienen con sobar las bancadas de la oposici¨®n. No creemos que sea muy atinado atacar a la justicia cuando tantos son los casos procesales en los que el PP anda enzarzado y no por culpas ajenas. Mejor prometer empleos, viviendas protegidas, reducci¨®n de impuestos, y cosas as¨ª, lo de siempre.
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