Colosal desaf¨ªo en el Everest
I?urrategui, Vallejo y Latorre intentan coronar la cima del mundo por una de las rutas m¨¢s exigentes, el Supercouloir de la cara norte
El Everest, de 8.848 metros, vuelve este oto?o a sus or¨ªgenes, a la esencia del alpinismo, al esp¨ªritu que invocaron los m¨ªticos George Mallory, Herman Buhl, Walter Bonatti y Reinhold Messner: una ascensi¨®n creativa, genuina, sin ayudas artificiales, sin cuerdas fijas, sin sherpas ni ox¨ªgeno. Y no en una cima cualquiera, sino en la m¨¢s alta del planeta. Alpinismo en estado puro, pr¨¢cticamente desaparecido en el Himalaya y muy concretamente en las autopistas abiertas de un tiempo a esta parte en el Everest. Un alpinismo que ahora intentan reivindicar Alberto I?urrategui (Aretxabaleta, 1968) -d¨¦cimo alpinista mundial y, aparte Juan Oiarzabal, ¨²nico espa?ol en completar la colecci¨®n de los 14 ocho miles-, Juan Vallejo (Vitoria, 1970) y Ferran Latorre (Barcelona, 1970).
"El tiempo es espl¨¦ndido y estamos con moral", dicen los alpinistas bajo el corredor Hornbein
"Es una pendiente amplia y continuada, una escalada mixta de hielo y roca", explica I?urrategui
Desde el pasado domingo, los tres alpinistas espa?oles afrontan uno de los desaf¨ªos m¨¢s interesantes del Everest: el llamado Supercouloir de la cara norte, una exigente l¨ªnea de 3.000 metros de desnivel. Una pared de nieve y roca, que se hace eterna, con retos como el corredor de los japoneses, con sus mil metros de desnivel, y una inclinaci¨®n que oscila entre los 60 y los 70 grados; con trampas como el corredor Hornbein, por encima de los 8.000 metros, y peligros como las bandas amarillas, una muralla de roca descompuesta a 8.500 metros.
"Es una pendiente amplia y continuada. Es una escalada mixta de hielo y roca, muy f¨ªsica, que se debe terminar con la mayor rapidez. Exige alpinistas resistentes y muy mentalizados", explic¨® I?urrategui hace un mes, antes de partir hacia el campo base de la cara norte del Everest, situado en el Tibet. "Una gran monta?a por una gran ruta en un estilo limpio, el buen estilo", apunt¨® Latorre, que intenta su cuarto ocho mil. "El asalto a la cima ser¨¢ el todo o nada porque, si fallas, parece que no has hecho nada. Pero es el encanto que tienen este tipo de ascensiones", recalc¨® Vallejo en el asalto a su octavo ocho mil.
La aventura comenz¨® hace un mes. Durante este tiempo, los alpinistas llevaron a cabo la aclimataci¨®n fuera de la ruta elegida, ascendiendo a cotas de las monta?as vecinas de hasta 7.100 metros. Hace una semana, el grupo, al que acompa?a el veterano alpinista Juanjo San Sebasti¨¢n como la persona de contacto en el campo base, estaba preparado para entrar en la ruta directa en el intento de emular las siete repeticiones existentes del Supercouloir y la segunda sin ox¨ªgeno suplementario desde que los suizos Erhard Loretan y Jean Troillet hicieron la ascensi¨®n en 40 horas en 1986. Una gesta considerada como una de las diez m¨¢s sublimes que se han realizado en el Himalaya, similar a las que llevaron a cabo los espa?oles Nil Bohigas y Enric Lucas en la cara Sur del Annapurna (1984) o m¨¢s recientes, como la Magic Line del K-2 del tambi¨¦n espa?ol Jordi Corominas (2004) y la nueva v¨ªa de la pared del Rupal del Nanga Parbat a cargo de los estadounidenses Steve House y Vincent Robinson (2005).
El plan de ataque comenz¨® en la madrugada del domingo. San Sebastian y Tashi, el ayudante de cocina de la expedici¨®n, acompa?aron a los tres alpinistas hasta el pie de la pared. All¨¢ les vieron desaparecer monta?a arriba esperando el contacto diario a trav¨¦s del radiotransmisor. El primer contacto no pint¨® bien: "Estamos hechos polvo y no encontramos un sitio donde poder plantar la tienda". Era la voz de I?urrategui desde 7.200 metros. El segundo contacto fue mejor despu¨¦s de haber montado la peque?a tienda para pasar la noche. Ayer siguieron corredor hacia arriba hasta detenerse a 7.900 metros, justo debajo de la entrada del corredor Hornbein. "El tiempo es espl¨¦ndido y estamos con moral", dijo I?urrategui a San Sebasti¨¢n a trav¨¦s de su radiotransmisor.
El plan previsto es hacer cumbre ma?ana. Pese a estar a casi 8.000 metros, lejos del suelo, de la vida, queda un mundo hacia la cima, con dos jornadas interminables para superar esos 848 metros finales.
Pasaban, en el Shisha
Dos d¨ªas antes de entrar en el largo corredor de la pared norte, I?urrategui, Vallejo y Latorre recibieron los ¨¢nimos de Edurne Pasaban desde el campo base del Shisha Pagma. "Os deseo lo mejor", les dijo Edurne a sus compa?eros, con los que ha compartido algunas ascensiones en los ocho ocho mil que colecciona la guipuzcoana. "Yo atacar¨¦ mi novena cumbre de 8.000 metros el pr¨®ximo fin de semana", les cont¨®.
Pero lo que desconocen los tres alpinistas es que Pasaban y sus compa?eros de cordada, Esther Sabadell y Asier Izaguirre, lanzaron el asalto final el domingo, aprovechando el buen tiempo y una expedici¨®n coreana que iba hacia arriba. "Estamos bien y con moral a 6.300 metros", dijo ayer Edurne a este diario; "hoy vamos a 7.100 y el miercoles a la cumbre". Una jornada en que el alpinismo espa?ol puede tocar, de nuevo, el cielo.
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