Serio aviso a Lula
Los brasile?os han sido mucho menos clementes en las urnas con Lula de lo que vaticinaban todos los sondeos. El presidente se ver¨¢ forzado a acudir a una segunda vuelta electoral el 29 de octubre para disputarle la jefatura del Estado durante los pr¨®ximos cuatro a?os a Geraldo Alckmin, el ahora euf¨®rico ex gobernador de S?o Paulo. La sucesi¨®n de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n a cargo del gobernante Partido de los Trabajadores, la criatura de Lula, ha pasado factura al primer dirigente izquierdista de Brasil desde 1980.
Su ventaja sobre el socialdem¨®crata Alckmin se ha reducido finalmente a siete puntos, menos de la mitad de lo que se pronosticaba. Ni el carisma ni la acertada pol¨ªtica econ¨®mica de Lula durante su mandato, con inflaci¨®n contenida, empleo en alza y un claro aumento de las ayudas a los m¨¢s pobres, ha sido suficiente para rebasar el list¨®n del 50% de los votos y contrarrestar entre los brasile?os la sensaci¨®n de que el deterioro de la vida pol¨ªtica ha llegado demasiado lejos. Como no hay diferencias program¨¢ticas fundamentales entre ambos aspirantes, ser¨¢ la credibilidad de uno y otro la que dirima finalmente la lucha por la presidencia del gigante iberoamericano.
Est¨¢ bien que sea as¨ª. La sensaci¨®n acumulada durante el ¨²ltimo a?o y medio de que todo val¨ªa en Brasil, mientras no se probase una conexi¨®n directa del favorito Lula con la corrupci¨®n, se ha disipado bruscamente este domingo. Las urnas han reflejado una visi¨®n m¨¢s exigente de la ¨¦tica pol¨ªtica. Lula, que en los ¨²ltimos meses se ha visto obligado a desprenderse de un pu?ado de sus m¨¢s ¨ªntimos colaboradores en el Gobierno o el partido, implicados en el juego sucio, ha pretendido estar siempre al margen de los acontecimientos. Pero sus explicaciones han carecido de convicci¨®n y acaba de recibir as¨ª un serio aviso.
El presidente va a tener que cambiar muchas cosas en su estrategia para asegurarse la reelecci¨®n este mes, algo que ahora dista de ser un axioma. Los comicios han mostrado un Brasil profundamente dividido, a diferencia de hace cuatro a?os. Lula ha ganado holgadamente en las regiones pobres del norte y el noreste, pero ha perdido en los Estados m¨¢s industrializados y pr¨®speros del sur. Cuando fue elegido en 2002 a la jefatura del Estado prometi¨® limpiar la sentina pol¨ªtica de su pa¨ªs, y en su lugar el antiguo sindicalista ha presidido sobre un rosario de esc¨¢ndalos protagonizados por un partido, el suyo, al que en otro tiempo se consider¨® guardi¨¢n de la virtud. Para Lula parece llegado el momento de poner manos a la obra, si sus conciudadanos le dan una nueva oportunidad.
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