"La poes¨ªa es un asunto de ciudadanos, no de h¨¦roes"
El escritor granadino re¨²ne todos sus libros de versos en un volumen de casi 700 p¨¢ginas a la vez que publica un ensayo sobre el papel de la poes¨ªa en un mundo atrapado entre las leyes del mercado y las identidades excluyentes. En esta entrevista, repasa en paralelo la evoluci¨®n de su obra y la de la sociedad espa?ola a lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os.
"Lorca nunca estar¨¢ mejor honrado que donde est¨¢ enterrado. Otra cosa es el morbo de hacerse fotos con la calavera y usar la memoria hist¨®rica como objeto de consumo"
Mi poes¨ªa es un pa¨ªs humilde de la Europa mediterr¨¢nea, con ciudadanos educados, pero muy vitalistas y enamoradizos, que limita al norte con la vanguardia juvenil, al este con la poes¨ªa social, al oeste con la ret¨®rica cl¨¢sica y al sur con el mar de las letras de tango o de bolero y con las canciones de Joaqu¨ªn Sabina". As¨ª describ¨ªa Luis Garc¨ªa Montero (Granada, 1958) su trabajo hace diez a?os. Y el mapa no ha hecho m¨¢s que crecer. Catedr¨¢tico de Literatura y comisario este a?o del centenario de Francisco Ayala, Garc¨ªa Montero no para. Es el poeta m¨¢s popular de su generaci¨®n y, del Adonais al Loewe pasando por el Nacional o el de la Cr¨ªtica, ha ganado casi todos los premios disponibles. Acaba de reunir sus poemas en un volumen y de publicar un enjundioso ensayo sobre poes¨ªa contempor¨¢nea, pero ya anuncia nuevo libro de versos: Vista cansada. En su casa, vigilado por los retratos de cl¨¢sicos como Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y Homer Simpson, el poeta anuncia con una sonrisa que quiere publicarlo en 2008: "Ese a?o cumplo los 50".
PREGUNTA. Su poes¨ªa completa recorre 25 a?os. ?C¨®mo era usted en 1980?
RESPUESTA. Ese a?o publiqu¨¦ Y ahora ya eres el due?o del puente de Brooklyn. El libro era t¨ªpico de universitario de la ¨¦poca: mucha novela negra, vanguardia, Lacan, Foucault y Althusser. Luego descubrimos a Antonio Machado y su noci¨®n de "nueva sentimentalidad", que defend¨ªa que los sentimientos no son eternos sino que tienen una historia.
P. ?C¨®mo se traduce eso en poes¨ªa?
R. Para m¨ª la poes¨ªa es un punto de llegada, no de partida. Es la consecuencia de un proceso de reflexi¨®n moral, no una mera expresi¨®n de sentimientos. Nada hay m¨¢s falso que la sinceridad espont¨¢nea. Bajo la supuesta espontaneidad suelen esconderse acr¨ªticamente valores que uno cree propios pero que son los de una sociedad homologada. Por eso creo que la poes¨ªa es un g¨¦nero de ficci¨®n, una construcci¨®n, un asunto de ciudadanos y no de h¨¦roes. Dejar la rebeld¨ªa a los h¨¦roes es una forma de renunciar a la rebeld¨ªa. No se trata de romper el lenguaje, sino de apropi¨¢rselo.
P. Usted empez¨® a escribir durante la famosa transici¨®n. ?C¨®mo recuerda aquel tiempo?
R. Cre¨ªamos que en el pa¨ªs todo estaba politizado, pero la pol¨ªtica se fue poco a poco quedando al margen empujada por la econom¨ªa. De hecho, el partido comunista, m¨¢s importante en la dictadura que en la democracia, sufri¨® esa marginalizaci¨®n de la pol¨ªtica. Se fueron imponiendo los partidos que primaban lo econ¨®mico sobre lo ideol¨®gico. Eso explica tambi¨¦n la importancia de la monarqu¨ªa en esos a?os. Como la pol¨ªtica parece que lo mancha todo, hab¨ªa que buscar un estamento "puro". La democracia fue el fruto del bienestar econ¨®mico y no al rev¨¦s. Siempre recuerdo un poema de Carlos Barral en el que unos turistas n¨®rdicos, sanos y flexibles, contrastan con la grisura de una procesi¨®n. Como dice Barral: "?Qu¨¦ oscura gente y qu¨¦ encogidos vamos!". As¨ª ¨¦ramos. El gran cambio de mentalidad se dio en los sesenta y setenta. No hab¨ªa otra salida. La sociedad de bienestar y consumo no cuadra con un r¨¦gimen cat¨®lico y de moral decimon¨®nica.
P. Usted siempre ha defendido para la poes¨ªa una dimensi¨®n pol¨ªtica sin panfletos.
R. Recuerdo que despu¨¦s de una lectura en un pueblo con ayuntamiento del PCE, el alcalde tom¨® la palabra para pedir a los hombres que no pegaran a sus mujeres por ir a la escuela nocturna. La nueva sentimentalidad cristaliz¨® como pol¨ªtica, s¨ª. Claro que en una ocasi¨®n estaba con Alberti en la RDA y pasaron unos folletos en los que se dec¨ªa que los poetas cantan a la colectividad frente a los sentimientos peque?oburgueses. Le dije a Rafael: "Si les doy a ¨¦stos un poema para que lo traduzcan me mandan a la c¨¢rcel".
P. ?Recuerda d¨®nde estaba cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn?
R. Creo que estaba con Alberti en mi casa de Granada. Bueno, no s¨¦ si fue en la ca¨ªda del muro o en la ca¨ªda de Ceausescu. Para ¨¦l pesaba mucho el hecho de que la URSS apoyara a la Rep¨²blica cuando las democracias europeas la abandonaron. Para ¨¦l fue una gran conmoci¨®n porque la URSS hab¨ªa sido la libertad y la justicia pese a que termin¨® degenerando en dictadura. Ya lo avis¨® Cernuda: nuestras revoluciones pueden ser m¨¢s crueles e injustas que nuestras leyes. Para m¨ª la pregunta era: ?qu¨¦ hacer? ?No seguir porque las banderas se han manchado? ?Dejar los sue?os porque se han corrompido?
P. ?Ese sentimiento lleg¨® a su poes¨ªa?
R. Ese sentimiento atraviesa un libro como Las flores del fr¨ªo, de 1991. Por un momento tuve la tentaci¨®n del ensimismamiento. Al final decid¨ª no dormir en la misma cama que mis sue?os. De ah¨ª el t¨ªtulo del libro siguiente: Habitaciones separadas. El reto era no caer ni en el cinismo ni en el silencio y apostar por la conciencia como espacio entre la intimidad y los v¨ªnculos colectivos. Hay que reivindicar la individualidad porque la ideolog¨ªa neoliberal lo est¨¢ homologando todo y liquidando los espacios p¨²blicos a costa de liquidar las conciencias. La poes¨ªa es esa reivindicaci¨®n de la individualidad, pero de una individualidad dialogante, ni ego¨ªsta, ni identitaria, ni esencialista.
P. A Habitaciones separadas
sigui¨®
Completamente
viernes.
R. S¨ª, un libro de amor escrito mientras estaba viviendo una historia apasionada. ?Y lo peor para escribir un libro de amor es estar enamorado apasionadamente! En poes¨ªa la desdicha siempre ha tenido m¨¢s prestigio que la dicha, y yo quer¨ªa reivindicar la alegr¨ªa. Reley¨¦ndolo ahora me he dado cuenta de que est¨¢ lleno de recursos tomados de otros poetas: del M¨ªo Cid, de San Juan... Quiz¨¢ trat¨¦ de contrarrestar la carga biogr¨¢fica.
P. ?Qu¨¦ papel juega el pudor en la poes¨ªa amorosa?
R. El pudor y el sentido del rid¨ªculo deben funcionar como formas de lucidez. Un poema no puede ser un ingenuo desahogo sentimental, debe aspirar a algo m¨¢s, buscar una verdad general. Para escribir un buen poema no basta con sentir, hay que hacer sentir.
P. La intimidad de la serpiente,
su ¨²ltimo libro, es el m¨¢s... yo no dir¨ªa desencantado, ?entrado en a?os, tal vez?
R. Eso seguro. El libro surgi¨® cuando estaba cont¨¢ndole un cuento a mi hija y una moto que pasaba por la calle la despert¨®. Pens¨¦ en lo que pod¨ªa significar una moto para ella -la libertad, la noche- y lo que significaba para m¨ª cuando era ni?o -la Derbi obrera de los que iban a trabajar de madrugada-. Pens¨¦ en c¨®mo he evolucionado yo y en c¨®mo ha evolucionado la sociedad. Al miedo de los pobres le ha seguido el miedo de los ricos. El miedo a los que llegan, por ejemplo. ?De verdad que en una Europa de la abundancia es un problema que lleguen a Canarias unos miles de inmigrantes? ?Nadie se acuerda ya de los republicanos que pasaron a Francia en 1939 o de los emigrantes de los sesenta? Frente a la cerraz¨®n y al desencanto hay que defender la conciencia y la memoria.
P. Memoria es la palabra de moda.
R. A m¨ª me interesa m¨¢s la Constituci¨®n europea que la Constituci¨®n republicana, la verdad. Creo que la izquierda debe sentirse orgullosa de su tradici¨®n, pero para mirar al futuro. Y cierta izquierda quiso vendernos como Constituci¨®n lo que no era m¨¢s que un mero tratado econ¨®mico con barniz constitucional. Donde la Constituci¨®n espa?ola habla de derecho al trabajo la europea habla de derecho a buscar trabajo. Parece una broma. Mirar a 1936 no deber¨ªa hacernos apartar la vista de 2006.
P. ?Qu¨¦ le parece la ley de memoria hist¨®rica?
R. Al final ha quedado aguada ?no? Habr¨ªa que empezar por revisar los libros de texto, que siguen usando clich¨¦s acu?ados en el franquismo y llamando ej¨¦rcito nacional a un ej¨¦rcito golpista. Lo importante es reconocer los derechos de los represaliados y atender sus demandas. Me parece mejor que gestos m¨¢s vistosos, como abrir las fosas.
P. Usted es de Granada, ?qu¨¦ se deber¨ªa hacer con la fosa en la que est¨¢ Lorca?
R. En 1973, Ian Gibson escribi¨® un libro en el que quedaba todo claro. Se localiz¨® el lugar del fusilamiento, se supo qui¨¦nes le acompa?aban, se compr¨® el terreno y se hizo un parque. Lorca nunca estar¨¢ mejor honrado que en ese parque, un sitio al que se puede ir a pasear, a jugar. Hay que mirar caso por caso para esclarecer la verdad, de acuerdo, pero en su caso est¨¢ todo claro. Otra cosa es el morbo de hacerse fotos con la calavera y usar la memoria hist¨®rica como objeto de consumo.
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