Los tribunales del nunca m¨¢s
Los fiscales de las cortes penales internacionales debaten sobre el papel de la justicia para lograr la reconciliaci¨®n
Herederos de N¨²remberg, pero enfrentados a conflictos en algunos casos todav¨ªa latentes, los tribunales internacionales especiales que juzgan hoy a los criminales de las guerras de Yugoslavia, Ruanda, Sierra Leona y Camboya, adem¨¢s de la Corte Penal Internacional, afrontan un doble reto. Por un lado, la necesidad de hacerle justicia a las v¨ªctimas para que pueda fraguarse la posterior reconciliaci¨®n de sus comunidades. Por otro, la b¨²squeda de un equilibrio entre la independencia frente a los Estados que los crean, y la ayuda que les piden para detener a los acusados de los casos que investigan. Para los fiscales de estos tribunales, que ayer analizaron en Holanda los efectos de su trabajo, el mayor desaf¨ªo es lograr que la propia justicia que imparten se convierta en el marco de referencia internacional.
Carla del Ponte pide a la ONU que no cierre el tribunal de la ex Yugoslavia en 2010
Algunos de ellos son muy conocidos, como Carla del Ponte, fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, que ayer aprovech¨® el encuentro para pedir a la ONU que no cierre las puertas del TPIY en 2010. "Tengo a seis fugitivos escondidos por ah¨ª, entre ellos los l¨ªderes pol¨ªtico y militar serbo-bosnios, [Radovan] Karadzic y [Ratko] Mladic. No creo que deba darse por concluida nuestra labor hasta que sean juzgados. Pero el Consejo de Seguridad, en privado, me ha sugerido que busque financiaci¨®n privada para el tribunal si pretendo seguir adelante". Poco convencida de que la situaci¨®n haya cambiado en los Balcanes, la jurista asegur¨® que cuando va a Serbia, a Bosnia o a Croacia sigue habiendo distancia entre los vecinos. "Ya no se disparan, claro, pero esperas que en cualquier momento se lancen unos al cuello de los otros".
Su escepticismo sobre el poder reconciliador de la justicia era compartido, a medias, por sus colegas. Si bien todos coincidieron en que no les compete s¨®lo a ellos la tarea reconciliadora, para fiscales como Robert Petit, de las C¨¢maras Extraordinarias en las Cortes de Camboya, mostrar que no hay impunidad es vital. "En Camboya no parec¨ªa que hubiera responsabilidades [por el genocidio de los a?os setenta en el que los jemeres rojos aniquilaron a 1,7 millones de personas]. Ni siquiera aparec¨ªa en los libros de texto. Con este tribunal, se puede practicar una justicia m¨¢s directa".
Christopher Staker, fiscal de la Corte Especial para Sierra Leona, a?adi¨® en La Haya otro aspecto. "Aunque seguimos los mismos procedimientos que el TPIY, o el de Camboya, operamos sobre el terreno. Nuestra labor es adem¨¢s educativa. Se explica que la justicia internacional acepta que pueda haber guerras, pero no que se cometan atrocidades como mutilaciones, violaciones o saqueos".
Una forma de decir "nunca m¨¢s" hoy indispensable y hace una d¨¦cada impensable, en opini¨®n de Hassan Jallow, acusador del Tribunal Penal Internacional para Ruanda. "La labor de estos tribunales ha pasado a las jurisdicciones nacionales, con ejemplos como el de Pinochet. Si por un lado dependemos de los Estados para que nos ayuden a detener a los criminales, por otro creamos una jurisprudencia nueva que perdurar¨¢".
Un dato para el que Luis Moreno Ocampo, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), ten¨ªa ejemplos como la definici¨®n de nuevos delitos. La violaci¨®n convertida en crimen de guerra, los ni?os soldado o el concepto de responsabilidad compartida en casos de genocidio. "Es un aspecto innovador de la justicia internacional surgido de estos tribunales que debe continuar", afirm¨®.
Y para el momento en que los tribunales especiales (todos menos la CPI) deban dar por concluida su labor, Del Ponte propuso "dejarle un legado jur¨ªdico y de procedimiento a la CPI".
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