La noche de las alegr¨ªas

Fue noche de alegr¨ªas, que interpretaron pr¨¢cticamente todos los que intervinieron: La Tobala, Del Pozo, Poveda, Galv¨¢n. La Tobala -que actuaba en sustituci¨®n de Esperanza Fern¨¢ndez, ausente por fallecimiento de un familiar pr¨®ximo- las meti¨® en un revoltijo de canti?as que fue atractivo, y al que ella dio empaque con su gran voz. Paco del Pozo, cantaor cl¨¢sico, hizo las alegr¨ªas en su m¨¢s rigurosa tradici¨®n. Poveda las cant¨® en un t¨¦rmino medio, entre lo convencional y el acento personal.

E Israel Galv¨¢n, un bailaor siempre de dif¨ªcil clasificaci¨®n. Es una nueva forma de bailar, sobre todo con nueva est¨¦tica. Nada de lo que hace Galv¨¢n se parece a lo ya conocido, sino que rompe todos los moldes para crear unos in¨¦ditos. Esa forma suya de arquitecturar el cuerpo, secundado por un movimiento de pies que puede llegar a ser alucinante, no la hemos visto a ning¨²n bailaor/a del flamenco. Por supuesto que no se parece a ning¨²n otro miembro de esa cofrad¨ªa, ni de lejos. As¨ª, Israel Galv¨¢n se convierte en un esp¨¦cimen por lo menos raro, pero arrollador, que sorprendentemente gusta.

Jos¨¦ Mar¨ªa Gallardo del Rey se aproxim¨® al flamenco en un repertorio pensado con esa intenci¨®n, y sobre todo en la suite de Garc¨ªa Lorca y sus canciones populares fue una pura delicia. La Tobala no es cantaora convencional; su voz limpia y fuerte construye los cantes a su modo, que casi siempre resulta bien. Como el cante de Paco del Pozo, un verdadero cl¨¢sico por la fidelidad que guarda a los modelos tradicionales; muy bien por malague?a, muy bien por siguiriyas. Paco Fern¨¢ndez hizo un par de temas de su disco Sastip¨¦n Tal¨ª (Salud y Libertad), con sentimiento y dramatismo.

Miguel Poveda estuvo colosal, como ya es habitual en este cantaor. Hizo cantes de levante, alegr¨ªas, siguiriyas, malague?as con el remate abandolao, y todo lo hizo bien. Las siguiriyas, por ejemplo, fueron inmensas, muy quejadas, llenas de sabor y cuajadas de tragedia. Por ¨²ltimo, se qued¨® en el escenario junto al guitarrista Alfredo Lago para recibir a Israel Galv¨¢n, que bail¨® con el cante de Poveda y el toque de Lago. Unas largas buler¨ªas que iniciaban la actuaci¨®n de Galv¨¢n y que fue un verdadero lujo, un aut¨¦ntico regusto de emoci¨®n y templanza.

La organizaci¨®n tuvo algunos fallos, sobre todo por la existencia de tiempos muertos que dejaban todo inactivo. Un mal menor en una noche digna de recuerdo.