Sucesi¨®n, sin transici¨®n
En eso est¨¢ Cuba, desde la enfermedad -cuyo cariz es secreto de Estado- de Fidel Castro. La sucesi¨®n tiene un nombre: Ra¨²l Castro, que controla el Ej¨¦rcito, el sector de m¨¢s ¨¦xito en sus empresas econ¨®micas. De hecho, nadie se mueve mientras Fidel Castro siga vivo. Pero lo ocurrido parece algo m¨¢s que un ensayo general ante tal eventualidad. Nada es ya lo mismo, aunque la situaci¨®n es muy distinta de la de aquella flebitis de Franco, de la que volvi¨®, y de aquella Espa?a. No caben comparaciones.
No parece poder esperarse una sublevaci¨®n de los cubanos. Lo m¨¢s sorprendente de lo que ha pasado desde que se anunci¨®, sin filtraci¨®n previa alguna, el 31 de julio que el comandante estaba enfermo es que... no ha pasado nada. Aunque algunos perciben "miedo y ansiedad", la realidad es que no hay tensi¨®n palpable. Incluso la situaci¨®n social ha mejorado ligeramente gracias a las ayudas de Ch¨¢vez -que llama a diario a su amigo y quiere controlar la evoluci¨®n de la situaci¨®n- y las inversiones y compras chinas (que no son ideol¨®gicas, sino mercantilistas. Son otros tiempos).
El escenario de que hablamos es, de momento, uno de los m¨¢s plausibles. De hecho, un conocedor de Cuba como es Jorge Dom¨ªnguez, director del Centro Weatherhead para Asuntos Internacionales, de Harvard, en el excelente libro Cuba hoy: analizando su pasado, imaginando su futuro (ed. Colibr¨ª), que acaba de publicar (escrito antes de la enfermedad de Castro), sit¨²a la "sucesi¨®n din¨¢stica", como el punto de partida de los escenarios que esboza. Un modelo que se acerca m¨¢s (salvando las dimensiones) al de la Rep¨²blica Popular China que al de Rumania. Puede esperarse una mayor apertura hacia una econom¨ªa de mercado que hasta ahora, pero manteniendo el control pol¨ªtico el Ej¨¦rcito y el partido comunista.
El propio Ra¨²l Castro, poco dado a grandes discursos, parece preparar el terreno al criticar p¨²blicamente las "deficiencias" del sistema sobre los "¨¦xitos", incluyendo "los hechos de corrupci¨®n y robo" y "las ilegalidades e indisciplinas laborales", pero tambi¨¦n al reclamar autocr¨ªtica a los dirigentes y saber "escuchar" lo que la gente tiene que decir, aunque no les agrade.
Dom¨ªnguez concluye que es "muy probable" que "la transici¨®n a la democracia sea lenta, caracterizada por fases en las cuales variar¨¢ el grado y la velocidad de la apertura pol¨ªtica, bajo jaque por un siempre fuerte partido comunista y el resquemor popular respecto a las intenciones estadounidenses".
Esta ¨²ltima cuesti¨®n es fundamental. Tanto que, pese a una pol¨ªtica declaratoria m¨¢s agresiva, Washington parece ahora dispuesto a "apoyar incluso a un Gobierno no electo, pero comprometido con los cambios", como lo describe un funcionario americano. Desde luego no es a¨²n, ni puede probablemente serlo por razones internas americanas, la aceptaci¨®n de una sucesi¨®n sin transici¨®n, pero s¨ª de otras posibilidades que no partan de unas elecciones libres, sino que acaben llevando a ellas. Lo que tanto Espa?a como Estados Unidos, temen es que el inicio de un cambio acabe en violencia (que acabar¨ªa reforzando al Ej¨¦rcito en su funci¨®n de mantenimiento del orden p¨²blico).
?C¨®mo queda Espa?a? Tiene una posici¨®n muy importante, pol¨ªtica, cultural y hasta econ¨®micamente hablando, ante el cambio cubano. Pero la situaci¨®n ha cambiado en unos pocos a?os, y la verdad es que, en realidad, gracias a Ch¨¢vez y a China, el r¨¦gimen cubano, incluso el sucesorio, no necesita a Espa?a. Por ello Espa?a se ha de hacer necesitar, y a la vez, en una dif¨ªcil maniobra, pues el r¨¦gimen no lo acepta, apoyar a los disidentes (internos) y la oposici¨®n (externa). Espa?a puede hacer de puente con el resto de la Uni¨®n Europea (que no le importaba gran cosa a Fidel Castro) y con Estados Unidos. Las grandes transformaciones llegar¨¢n, mas no ahora. Aunque, como decimos, ya nada ser¨¢ igual, sin ¨¦l o incluso con ¨¦l. aortega@elpais.es
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