Laurie Anderson pisa la luna
La artista estadounidense inaugura hoy el Festival de Oto?o con 'The end of the moon', la obra que realiz¨® en la NASA
Musa underground, mito de la movida neoyorquina, ex novia de Lou Reed, violinista revolucionaria y artista ecl¨¦ctica. Laurie Anderson (Chicago, 1944) es todo esto y mucho m¨¢s. Su corte de pelo desfilado, sus vaqueros y su calzado deportivo de alg¨²n modo la reconcilian con esta imagen. Su mirada inquieta y atenta delata un bullir creativo y su aparato dental aporta un deje pausado e ingenuo a su habla. Pero a Laurie Anderson le sobra determinaci¨®n.
Ella huye de las clasificaciones y pasa de la vanguardia en la que a menudo se la encasilla. "No me interesa lo ¨²ltimo. Son los medios los que necesitan la novedad, y este circuito es voraz. Pero a menudo lo nuevo se parece mucho a lo de siempre. En mi pasaporte pone artista y con esto me vale. Puedo pensar en componer algo a partir de una idea y que todo acabe siendo un sello hecho con una patata. Este cambio me divierte", bromea.
"Subir a escena contiene cierta dosis de narcisismo, pero yo intento hacer buenos dibujos verbales, no interpretarme a m¨ª misma"
"Son los medios de comunicaci¨®n los que necesitan la novedad, y este circuito es voraz. Pero a menudo lo nuevo se parece a lo de siempre"
Hoy y ma?ana esta mujer menuda subir¨¢ en solitario al escenario del teatro Alb¨¦niz e inaugurar¨¢ el Festival de Oto?o con su espect¨¢culo The end of the moon, con el que lleva de gira dos a?os. Un tiempo que le ha servido para simplificar y depurar algunos aspectos -"al principio ten¨ªa im¨¢genes y una m¨²sica m¨¢s complicada"- y en el que se han intercalado otros proyectos. Desde una pel¨ªcula en Jap¨®n con instalaciones electr¨®nicas, hasta una grabaci¨®n con un coro mongol.
Anderson contagia su entusiasmo tras visitar la sala donde hoy actuar¨¢. "Me encanta este teatro, es muy ¨ªntimo, perfecto para mi actuaci¨®n, para esta historia sencilla". ?Se trata de una vuelta a los or¨ªgenes? "Durante a?os he trabajado en espect¨¢culos multimedia, pero el mundo ha cambiado mucho. Hoy todo el mundo hace grandes eventos multimedia, desde una firma de moda hasta un casa de perfumes y como artista me tengo que preguntar, ?cu¨¢l es el sentido de todo esto? A m¨ª me gusta la cercan¨ªa con el p¨²blico".
As¨ª que cuando a Anderson le ofrecieron inaugurar un nuevo programa y trabajar como artista residente en la NASA -"algo que me cay¨® del cielo"-, no dud¨® en apostar por una idea formalmente sencilla para la pieza final con la que concluir¨ªa esta experiencia. "Creo que cuando les present¨¦ este poema se sintieron algo decepcionados, pero finalmente lo entendieron", asegura. En The end of the moon Anderson combina texto y m¨²sica en su af¨¢n por "sacudir al p¨²blico", que obtendr¨¢ una doble lectura de este espect¨¢culo: lectura y sonido. La violinista explica que se trata de un poema con m¨²sica de fondo. ?Qu¨¦ es lo que empuja, lo que gu¨ªa? Laurie sonr¨ªe y cita a Leonard Cohen: "El deseo es la fuerza y la depresi¨®n el carro".
Ella empez¨® a tocar el viol¨ªn a los cinco a?os y nunca lo ha dejado. "Es una manera de llorar. Es un peque?o compa?ero que puede hablarte", confiesa. La fascinaci¨®n por el cielo, en el que se adentra por primera vez con este trabajo, ha sido otra constante. "De peque?a lo adoraba. El cielo sigue siendo mi paisaje ideal, el m¨¢s liberador y accesible".
The end of the moon, le ofreci¨® la posibilidad de ver el mundo desde "la mirilla de la NASA" y le hizo comprender la proximidad entre artistas y cient¨ªficos, embarcados ambos en una b¨²squeda indefinida. "Ninguno sabe lo que est¨¢ buscando. Partimos de una idea y luego trabajamos con materiales pero ?cu¨¢ndo est¨¢ acabado?". El rechazo de Einstein hacia algunas de sus teor¨ªas, que no consideraba suficientemente bellas, sirve a Anderson para enfatizar sus preguntas: "?Qu¨¦ estamos buscando? ?Qu¨¦ tipo de reglas buscas? ?Qu¨¦ teatro quieres crear? ?Qu¨¦ poes¨ªa? La simetr¨ªa que tanto gustaba a Einstein, en Jap¨®n la consideran est¨²pida", reflexiona.
Los dos a?os que pas¨® en la NASA en un programa que no ha vuelto a repetirse -"alg¨²n senador, que se crey¨® muy listo, decidi¨® que los 20.000 d¨®lares invertidos en el proyecto eran un exceso, pero en el fondo creo que deber¨ªa haber artistas residentes en el Pent¨¢gono, en la Casa Blanca y hasta en la Corte Suprema "-, le pusieron en contacto con Marte, con las estrellas y tambi¨¦n con la tecnolog¨ªa punta.
The end of the moon est¨¢ impregnada de todo esto. "Es mi obra port¨¢til. Todo es software, todo est¨¢ en programas", explica.
La tecnolog¨ªa le lleva a preguntarse sobre la libertad, la colonizaci¨®n del espacio o la carrera armament¨ªstica. "Como artista me gusta la miniaturizaci¨®n que implica la tecnolog¨ªa. Pero me pregunto si esto nos hace m¨¢s libres o simplemente nos sirve como amenaza frente al otro", afirma. Ella no duda en alertar sobre la peligrosa escalada armament¨ªstica y tecnol¨®gica, aunque reniega de las obras con mensaje: "Odio el arte propagand¨ªstico".
Anderson todav¨ªa tiene cuentas pendientes con sus trabajos anteriores. "Cuando los escucho s¨®lo oigo los errores pero pienso que es lo mejor que supe hacer entonces. Acabo mis obras cuando ya no s¨¦ c¨®mo mejorarlas, al final las abandono. Todav¨ªa espero alcanzar mi ideal, quiz¨¢s por eso sigo creando sin parar". Las dudas sobre la realidad y la creaci¨®n alimentan su conversaci¨®n. "Busco una dial¨¦ctica. No estoy pidiendo que me adoren. Subir a escena contiene cierta dosis de narcisismo pero yo intento hacer buenos dibujos verbales, no interpretarme a m¨ª misma".
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