Guerra interpalestina
El descenso a los infiernos del pueblo palestino prosigue. La disputa entre el Gobierno del movimiento terrorista Ham¨¢s y la presidencia palestina, que desempe?a Mahmud Abbas, no s¨®lo parece ya irresoluble, sino que los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad de ambas organizaciones, cada vez m¨¢s nutridas y pertrechadas y que han causado ya algunas muertes, pueden degenerar en guerra civil abierta.
Abbas pretende al final del Ramad¨¢n, dentro de dos semanas, zanjar el punto muerto a que han llegado las conversaciones con Ham¨¢s para la formaci¨®n de un gabinete de uni¨®n, convocando elecciones que se celebrar¨ªan bajo un Ejecutivo de su confianza. La disoluci¨®n del Gobierno que encabeza Ismail Haniye, y a la que le anima Washington, podr¨ªa ser la espoleta que generalizara la violencia. Las milicias respectivas, en ambos casos de entre 4.000 y 5.000 hombres, se refuerzan aceleradamente ante lo que puede ser la prueba de fuerza. La irresponsable negativa de Ham¨¢s a reconocer siquiera t¨¢citamente a Israel mueve al presidente palestino a una jugada de vida o muerte. Y nada podr¨ªa complacer m¨¢s al sionismo extremo que el pueblo palestino se declarara en guerra civil por mor del reconocimiento de Israel.
El detonante de este escenario tenebroso es la interrupci¨®n de la ayuda internacional -de la Uni¨®n Europea y Estados Unidos- a la Autoridad Palestina (AP), as¨ª como la retenci¨®n por parte israel¨ª de las sumas que le corresponder¨ªan por exportaciones a trav¨¦s de su territorio, como sanci¨®n a Ham¨¢s por su negativa a reconocer al Estado sionista. Sin estas cantidades, que ascienden desde la victoria electoral de Ham¨¢s en febrero a muchos cientos de millones de euros, el Gobierno no puede pagar a sus 165.000 funcionarios. Casi toda la poblaci¨®n asalariada se halla en paro; los niveles de pobreza superan el 80% de las econom¨ªas familiares, y la actividad legal o administrativa se ha detenido, porque los empleados del Estado, el 40% de los adultos, est¨¢n en huelga, y el pa¨ªs en estado de inanici¨®n progresiva.
La reanudaci¨®n de la ayuda es imperativa, porque la intransigencia de Ham¨¢s no deber¨ªa amparar la reducci¨®n a la miseria extenuante de todo un pueblo. El primero, sea Fatah o sea Ham¨¢s, que inicie ese ¨²ltimo desplome criminal hacia la guerra merecer¨¢ que su pueblo lo recuerde para siempre con oprobio. Que Israel abone lo que es de los palestinos, procurando que a esas sumas no tuviera acceso el Ejecutivo islamista, ser¨ªa una forma de empezar a conjurar la tragedia.
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