Onerevoli, bajo sospecha
El Parlamento italiano est¨¢ revolucionado con la trampa de entrevista que hizo un programa sat¨ªrico de una cadena de televisi¨®n privada a 50 diputados utilizando una toallita con la que se detectaba por el sudor si hab¨ªan consumido drogas en las 36 horas anteriores. El resultado fue que 12 hab¨ªan fumado porros y cuatro esnifado coca¨ªna. El esc¨¢ndalo ha sido tan may¨²sculo, que el ente audiovisual responsable de proteger la privacidad prohibi¨® la emisi¨®n del programa. No pareci¨® suficiente que la cadena se comprometiera a velar los rostros y distorsionar las voces.
El ente argument¨® que la decisi¨®n fue tomada no para proteger a los parlamentarios, sino por la recogida ilegal de datos sensibles. La medida puede involuntariamente extender el manto de la sospecha a toda la clase pol¨ªtica italiana. Hay parlamentarios como la conservadora Alessandra Mussolini que sostienen que deber¨ªa haberse emitido el programa revelando los nombres, y otros, en cambio, que consideran el suceso como un atentado al derecho de la privacidad de los pol¨ªticos. Las personas p¨²blicas est¨¢n m¨¢s expuestas que cualquier otra, pero eso no significa que no tengan derecho a defender su espacio privado.
La trampa de la toallita podr¨ªa ser utilizada contra cualquier ciudadano. Pero es dif¨ªcil eludir una reflexi¨®n sobre la profesi¨®n pol¨ªtica en general y del cinismo que no pocas veces comporta su ejercicio. Este caso, por ejemplo, lo ilustra bien. El Parlamento italiano endureci¨® en 1994 las penas contra el consumo de drogas. "Si un d¨ªa entrara en el hemiciclo un perro polic¨ªa, se le fundir¨ªa la nariz", ha confesado un diputado radical. El legislador cree que legisla para todos excepto para s¨ª mismo.
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