Excelencia

Los abonados a Canal + han tenido la suerte de poder disfrutar de dos d¨ªas de excelente televisi¨®n. La emisi¨®n de la miniserie Elizabeth I es un ejemplo de divulgaci¨®n hist¨®rica que no desatiende ni sus obligaciones narrativas ni un esfuerzo de modernidad formal acorde con los tiempos. Ojal¨¢ alguna cadena convencional la emita pr¨®ximamente. Las relaciones de esta reina atrapada entre las neurastenias del amor y del poder, sus relaciones con los reinos de Portugal, de los Pa¨ªses Bajos, de Escocia y de Espa?a y la descripci¨®n de una corte adicta a las intrigas elevan la serie a categor¨ªa de testimonio tremendamente actual.

Casi todos los conflictos que describe esta historia perviven en el mundo de hoy, incluso la arraigada aunque incomprensible fascinaci¨®n de los s¨²bditos hacia sus monarcas. "Los pr¨ªncipes no hacen trampas: alteran las reglas para satisfacer sus necesidades", dice la reina interpretada por una Hellen Mirren que, por mucho que viva, no tendr¨¢ tiempo de asimilar todos los merecidos elogios que est¨¢ consiguiendo por este trabajo. Las contradicciones entre la adicci¨®n al poder y la b¨²squeda de la felicidad, entre lo justo y lo necesario, entre los privilegios y el desprecio por el mismo pueblo al que necesitan para saciar su ego alimentan este relato dram¨¢tico en el mejor sentido del t¨¦rmino.

Despu¨¦s de asistir a esta lecci¨®n narrativa, al espectador le quedan muy claros los distintos niveles de la corte. En la c¨²spide, la reina todopoderosa, injusta, desp¨®tica, inteligente, paternalista y caprichosa. M¨¢s abajo, una retah¨ªla de consejeros corruptos, vanidosos megalomaniacos, desleales compulsivos y, c¨®mo no, un ej¨¦rcito de aduladores y lambiscones. ?Diferencias entre aquella corte y las actuales? La limpieza, la higiene, una diplomacia menos sanguinaria, cierta transparencia presupuestaria y, sobre todo, que los reyes de entonces no habr¨ªan tolerado que les fueran persiguiendo todo el d¨ªa los reporteros de Aqu¨ª hay tomate (Tele 5).