'Esse est percipi'
El autor defiende que los sistemas de revisi¨®n por iguales, como la futura ley de evaluaci¨®n de las agencias estatales, son un progreso para las instituciones cient¨ªficas.
La Ley de Agencias Estatales para la mejora de los servicios p¨²blicos, recientemente aprobada por el Parlamento, introduce, entre otras innovaciones administrativas, la evaluaci¨®n continuada de los funcionarios y la ejecuci¨®n de programas basados en el cumplimiento de objetivos. Esta nueva cultura profesional, que busca actualizar comportamientos propios de otras ¨¦pocas a las demandas actuales, abre una nueva frontera para una buena parte de los funcionarios y, concretamente, para los cient¨ªficos. La ley, en efecto, favorece la creaci¨®n de nuevas estructuras de gesti¨®n m¨¢s ¨¢giles, m¨¢s eficaces, que operen con mayor transparencia y mayor autonom¨ªa.
El cambio propuesto se basa en la elaboraci¨®n y aprobaci¨®n de un estatuto propio para cada nueva agencia, que respete fielmente sus singularidades, y de un contrato de gesti¨®n, en principio plurianual, que le permita a cada una programarse adecuadamente. El cambio de modelo que alumbra esta ley, representa una de las mayores expectativas que hoy tiene la comunidad cient¨ªfica.
El CSIC, desde los a?os ochenta, ha recurrido a evaluar alguna de sus ¨¢reas
Si no se asocian los incentivos con el logro de objetivos, se habr¨¢ perdido el tiempo
Como es bien conocido, uno de los comportamientos m¨¢s caracter¨ªsticos de nuestro ethos cient¨ªfico es la aceptaci¨®n, no s¨®lo voluntaria, sino incluso deliberadamente buscada, del juicio de colegas, generalmente an¨®nimos: todo lo que hacemos los investigadores es sometido a la evaluaci¨®n de los pares, es decir, al juicio de reconocidos pero an¨®nimos colegas, que valoran la calidad, relevancia u originalidad de nuestro producto.
El procedimiento se conoce como "sistema de evaluaci¨®n por pares" (peer review system) y se suele utilizar de manera habitual para la asignaci¨®n de los fondos de investigaci¨®n (evaluaci¨®n de proyectos) y para la aceptaci¨®n de los art¨ªculos enviados a las revistas cient¨ªficas.
Tambi¨¦n se utiliza, pero menos, para evaluar instituciones; concretamente en Gran Breta?a, existe una ya larga experiencia de evaluar departamentos universitarios, mediante un llamado Research Assessment Exercise y en otros pa¨ªses, incluida Espa?a, se han hecho ejercicios similares, pero generalmente, estos no han afectado a una instituci¨®n in toto, sino a departamentos o institutos aislados. El propio CSIC, desde los a?os ochenta del siglo pasado, ha recurrido de vez en cuando a evaluar alguno de los ¨¢mbitos o ¨¢reas cient¨ªficas en las que est¨¢ estructurado y tambi¨¦n alguno de sus institutos.
Lo que es muy infrecuente y, por lo tanto, resulta novedoso, es someter a toda una instituci¨®n a una evaluaci¨®n minuciosa y sistem¨¢tica por pares extranjeros, cosa que hemos hecho voluntariamente en el CSIC en los meses pasados, con unos resultados frecuentemente discutibles, ocasionalmente discutidos de manera apasionada, pero siempre enormemente ¨²tiles.
Me viene ahora a la memoria aquella creencia de los primeros calvinistas de que visillos y cortinas en las ventanas de las casas pod¨ªan ocultar pecados cometidos en su interior y que, por lo tanto, las personas virtuosas que no tuvieran nada que ocultar, deber¨ªan mostrar sus viviendas bien iluminadas, para someterlas al escrutinio de los convecinos.
Esta creencia, convertida ya en tradici¨®n decorativa de muchas viviendas noreuropeas, descansaba, en el fondo, en un acto de soberbia discutiblemente evang¨¦lico: nosotros nos mostramos a la p¨²blica contemplaci¨®n, porque sabemos que somos virtuosos.
No era ese el planteamiento del CSIC cuando acudimos a la European Science Foundation (ESF) y a la Organizaci¨®n Europea de Biolog¨ªa Molecular (EMBO) para que nos ayudaran a crear comisiones de expertos dispuestos a evaluar cada uno de nuestros institutos y cada una de las ¨¢reas cient¨ªficas: simplemente ten¨ªamos curiosidad por saber d¨®nde est¨¢bamos, c¨®mo ¨¦ramos percibidos por colegas extranjeros eminentes y qu¨¦ nota sac¨¢bamos en el examen comparativo de las instituciones europeas de I+D, todo ello con una doble finalidad: fundar el nuevo Plan cuatrienal de Actuaci¨®n 2006-2009 sobre unas bases algo m¨¢s s¨®lidas que la autovaloraci¨®n introspectiva y elaborar el contrato de gesti¨®n al que nos obliga por ley la nueva estructura jur¨ªdico-administrativa.
Estos paneles visitaron los institutos, se entrevistaron con un n¨²mero muy elevado de sus investigadores, escucharon las exposiciones que les hac¨ªan las comisiones de instituto y de ¨¢rea, y revisaron centenares de documentos, todo ello, obviamente, en ingl¨¦s. El proceso fue largo, costoso pero tremendamente enriquecedor e internacionalmente aplaudido.
Hay que decir que echamos en falta, en la manera de trabajar de estos paneles internacionales, el que normalmente no tuvieran en cuenta la variable coste/beneficio y que, consecuentemente, esperasen de nuestros grupos de investigaci¨®n unos rendimientos y unos ritmos similares a los obtenidos en sus laboratorios de origen, generalmente mucho mejor financiados y equipados.
Los resultados globales de la evaluaci¨®n tampoco nos resultaron siempre muy satisfactorios, porque no nos resulta suficiente saber que nos encontramos en la primera fila de los centros espa?oles y en el pelot¨®n de cabeza de las instituciones europeas, de acuerdo con los indicadores al uso: al igual que la selecci¨®n nacional de baloncesto, aspiramos como m¨ªnimo, a medalla y, a poder ser, al oro y todo lo que no sea ese nivel nos va a dejar insatisfechos y, la verdad es que recibimos algunas medallas, pero eran menos frecuentes de lo que hubi¨¦ramos deseado.
Al fin y al cabo, ya dec¨ªa Cajal en Los t¨®nicos de la voluntad que "de los d¨®ciles y humildes pueden salir los santos, pocas veces los sabios".
En cualquier caso, todo el proceso ha sido, es enormemente productivo y enriquecedor: nos hemos visto a trav¨¦s de miradas ajenas y ahora nos conocemos mucho mejor y, en consecuencia, nos estamos replanteando algunas de nuestras autovaloraciones m¨¢s cr¨ªticas y revisando no pocas percepciones que ven¨ªan funcionando en la instituci¨®n, a la manera de dogmas incuestionables.
Si, como quer¨ªa el fil¨®sofo George Berkeley, esse est percipi, "ser es ser percibido", resulta que no siempre ¨¦ramos como pens¨¢bamos, al menos porque somos percibidos de manera parcialmente diferente por nuestros colegas extranjeros.
El conocimiento sobre nuestra propia instituci¨®n que nos ha proporcionado la evaluaci¨®n externa es, en estas circunstancias, una herramienta util¨ªsima para poder dise?ar un futuro sin excesivos sobresaltos. Nos ha permitido eliminar duplicidades, fomentar las sinergias, crear redes y observatorios eficaces que se van a poner en marcha durante la fase de ejecuci¨®n de este plan 2006-2009 pero, sobre todo nos permite elaborar el contrato de gesti¨®n desde unos planteamientos a la vez ambiciosos y realistas.
El esfuerzo realizado cobrar¨¢ todo su sentido si se efect¨²a un seguimiento de los objetivos planteados en el plan y, muy especialmente, si los incentivos asociados a la consecuci¨®n de los logros se plasman en realidades. Por el contrario, si, como ha sucedido en otras ocasiones, el seguimiento, la evaluaci¨®n y la consecuci¨®n de los objetivos no va asociada al reconocimiento de los incentivos, habremos estado perdiendo el tiempo y lo que es peor, habremos perdido, una vez m¨¢s, una oportunidad hist¨®rica y, en ciencia, ya se sabe que el cartero nunca llama dos veces.
Que la nueva andadura del CSIC vaya a comenzar en enero de 2007, es decir, exactamente a los cien a?os de la creaci¨®n de la Junta para Ampliaci¨®n de Estudios no deja de ser, sin duda, un buen augurio.
Carlos Mart¨ªnez Alonso es presidente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.