Moros en la costa
Curioso lo que est¨¢ pasando. Hasta hace bien poco, Espa?a -junto con Sicilia- era el ¨²nico pa¨ªs de Europa Occidental en el que el mundo musulm¨¢n formaba parte del imaginario colectivo: los "moros" (para entendernos: empleo la denominaci¨®n ¨¦tnica popular, la cual, contra lo que se suele decir, no era peyorativa en el origen, pues alude simplemente a la provincia romana de Mauritania), estaban presentes en las conversaciones de todos los d¨ªas, en las frases hechas y en los refranes. Del marido machista se dec¨ªa que era un moro. Cuando se pod¨ªa hablar, es que no hab¨ªa moros en la costa. Cuando alguien hac¨ªa promesas exageradas, es que estaba prometiendo el oro y el moro. Ahora resulta que los "moros" amedrentan a todo un peque?o pa¨ªs del norte de Europa porque a unos dibujantes se les ocurre ofender al Profeta, ponen contra las cuerdas al mism¨ªsimo Vaticano cuando al Papa se le va la mano en los recursos ret¨®ricos y hasta impiden el estreno de una ¨®pera de Mozart.
Y digo que es curioso porque, contra lo que cabr¨ªa esperar, nuestras reacciones est¨¢n siendo tan hip¨®critas e hist¨¦ricas como las de todos los dem¨¢s. Hip¨®critas, en la medida en que las cataplasmas verbales, siempre pol¨ªticamente correctas, de los comunicadores espa?oles tan apenas logran encubrir el desprecio racista que la cultura musulmana sigue suscitando entre nosotros. Hist¨¦ricas, porque tras el presunto respeto a sus costumbres, lo que suele haber es miedo, un miedo que sin el 11-S y, sobre todo, sin el 11-M, no habr¨ªa llegado a producirse. Lo ¨²ltimo que nos faltaba por o¨ªr es la noticia del desfile de las comparsas de los cristianos de Alcoi en Nueva York: sin moros visibles, pero con moros bien presentes en el pensamiento. Naturalmente, para el espectador americano lo que queda no es el supuesto respeto a los moros sino la constataci¨®n de que los hispanos vienen de Europe y son unos europeans como todos los dem¨¢s: cristianos de pura cepa.
Malo es edificar la convivencia sobre mentiras, pero peor a¨²n es hacerlo sobre medias verdades. Al fin y al cabo, las mentiras acaban por descubrirse, mientras que las verdades parciales, como no dejan de ser ciertas en la parte que les toca, no lo hacen nunca. Digamos unas cuantas cosas a las claras. Toda esa historia de la convivencia ejemplar entre moros, cristianos y jud¨ªos en la Espa?a medieval es un puro cuento: hubo una convivencia culturalmente fruct¨ªfera, pero unos ganaron y otros perdieron. Por eso, en 1492 salieron expulsados los jud¨ªos y en 1609, los moriscos. No s¨¦ si en esta Espa?a de las autonom¨ªas, algunas con proclividades exclusivistas, se es suficientemente consciente de que las naciones y nacionalidades que cada d¨ªa se est¨¢n reivindicando lo son porque sus antepasados echaron a los moros. As¨ª de simple: Asturias, Castilla y Catalu?a no existen desde tiempo inmemorial ni gracias a la clarividencia de sus art¨ªfices m¨ªticos respectivos, los condes don Pelayo, Fern¨¢n Gonz¨¢lez y Guifr¨¦ el Pil¨®s: existen porque estos y los que les sucedieron mataron a muchos moros y los fueron acorralando cada vez m¨¢s al sur. Tambi¨¦n es verdad que en Capadocia, en Siria y en Egipto hab¨ªa cristianos -a¨²n quedan, bastante acorralados- y que all¨ª fueron los "moros" los que los machacaron, con que m¨¢s vale dejarse de pa?os calientes y aceptar que la historia la escriben siempre los vencedores.
Aqu¨ª mismo acabamos de celebrar el Nou d'Octubre y la entrada de Jaume I en Val¨¨ncia con la asepsia habitual, s¨®lo turbada por alg¨²n cafre que la emprende a palazos con sus correligionarios cristianos por un qu¨ªtame all¨¢ esas pajas idiom¨¢ticas. Pero hombre, que el rey no lleg¨® en el Euromed como turista, que para conquistar el cap i casal tuvo que derrotar a los moros y no precisamente con la play-station. Es sorprendente que algo tan obvio como que venimos de los cristianos se quiera escamotear en una imposible neutralidad multicultural. No se me malinterprete: por supuesto que Europa es una sociedad laica, pero lo es porque el cristianismo -Lutero y los ilustrados mediante- logr¨® evolucionar pol¨ªticamente hacia el laicismo. Y si los pa¨ªses musulmanes todav¨ªa no lo son es porque el Islam no ha seguido dicho derrotero hist¨®rico. De nuestro pasado no deber¨ªan extraerse consecuencias interesadas en el plano educativo (toda esa historia de la asignatura de Religi¨®n), pero dejar de sacarlas en lo cultural me parece irresponsable, cuando no suicida. Francia es un r¨¦gimen republicano, yo dir¨ªa que irreversible, mas Francisco I y Luis XIV ser¨¢n para los franceses siempre los buenos y (nuestros) Carlos I y Felipe II los malos: ?qu¨¦ le vamos a hacer!
Vuelvo a las fiestas de moros y cristianos, tan valencianas, aunque no s¨®lo (existen en todas las regiones del este peninsular: en Ja¨¦n, en Jumilla, en Alc¨¢zar de San Juan, en Lleida, en Ainsa). Creo que unas celebraciones en las que los antiguos enemigos desfilan tan ufanos en medio del jolgorio, no s¨®lo son un bien de inter¨¦s tur¨ªstico, sobre todo deber¨ªan verse como un foro de intercambio cultural impagable. ?Que est¨¢n llenas de anacronismos? Por supuesto, para eso son fiestas populares y no una tesis doctoral. Pero esos moros con puro en la boca, esas bayaderas con movimientos insinuantes, aunque no reflejen lo que hoy es el otro, s¨ª representan un caso rar¨ªsimo en el Occidente moderno de aceptaci¨®n de la alteridad. Como todo el mundo sabe, hasta ahora, en Ontinyent, en Alcoi, en Calp, en Elda, se valora m¨¢s ser moro que cristiano. El d¨ªa que los moros de verdad, los que nos recogen la fruta, tambi¨¦n formen parte de alguna comparsa -y si es de cristianos, mejor- ya no nos preocupar¨¢ tanto que haya moros en la costa porque sabremos que han venido de invitados y no de invasores. ?O qu¨¦ quieren, que sigamos mir¨¢ndonos unos a otros de soslayo y que, a no tardar mucho y aprovechando la disparatada pretensi¨®n de Al Qaeda cuando habla de recuperar Al-Andalus (?), aparezca en Espa?a un partido que, como el Vlaams Belang, alce la bandera electoral de la expulsi¨®n de los moriscos?
?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins es catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. (lopez@uv.es)
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