Regreso al purgatorio
El hist¨®rico sindicalista Juli¨¢n Ariza y el ex delincuente Ram¨®n Monereo visitan la desvencijada c¨¢rcel de Carabanchel
La c¨¢rcel de Carabanchel fue durante casi 55 a?os el purgatorio en el que miles y miles de personas penaron sus culpas: muchos, por cr¨ªmenes reales; otros muchos, por delitos que s¨®lo exist¨ªan en las leyes creadas por el represor r¨¦gimen de Franco. Hoy, ocho a?os despu¨¦s del cierre del gigantesco complejo penitenciario, ¨¦ste es un cad¨¢ver de hierro y cemento habitado s¨®lo por un grupo de inmigrantes rumanos y una legi¨®n de grafiteros que ha decorado todas las paredes del viejo presidio. El emblema de la represi¨®n franquista se desmorona.
Juli¨¢n Ariza, hist¨®rico dirigente de Comisiones Obreras, y Ram¨®n Monereo, ex atracador, han aceptado regresar a las celdas -hoy llenas de cascotes y herrumbre- en las que pasaron varios a?os de sus vidas. Lo han hecho junto con un concejal socialista de Madrid y dos dirigentes vecinales que luchan porque estas instalaciones sean destinadas a equipamientos sociales para los barrios de Aluche y Carabanchel.
El emblema de la represi¨®n franquista se desmorona ocho a?os despu¨¦s del cierre de este enorme complejo carcelario, lleno de escombros y basura
Mientras el Gobierno decide qu¨¦ hacer con los 172.000 metros cuadrados que ocupa el antiguo centro penitenciario, las asociaciones vecinales han emprendido una batalla para que estas instalaciones se conviertan en un hospital y en equipamientos sociales para estos barrios. El Ministerio del Interior discrepa, ya que pretende vender el enorme solar para pisos y obtener as¨ª plusval¨ªas para edificar nuevas prisiones.
C¨¢rcel 'modelo'
Reci¨¦n acabada la Guerra Civil, el dictador Francisco Franco orden¨® construir una nueva c¨¢rcel en Madrid. A tal fin, el 16 de enero de 1940 fueron adquiridos unos terrenos a Jos¨¦ Mess¨ªa y Stuart, duque de Tamames y de Galisteo, a raz¨®n de 5,25 pesetas el metro cuadrado. El Estado abon¨® 693.130 pesetas al arist¨®crata y otras 7.985 a un hermano suyo a cambio de un solar colindante. En total, alrededor de 200.000 metros cuadrados. O lo que es lo mismo: una extensi¨®n similar a 20 estadios de f¨²tbol.
El 22 de junio de 1944, el cornet¨ªn de ¨®rdenes anunci¨® la llegada del entonces ministro de Justicia, Eduardo Aun¨®s, a las puertas del nuevo presidio, "engalanado con banderas nacionales y del Movimiento", seg¨²n el cronista de la revista Redenci¨®n. La c¨¢rcel, que ven¨ªa a sustituir a la de la calle del General D¨ªaz Porlier, en el barrio de Salamanca, era calificada de "modelo en las de su clase, con capacidad para 2.000 reclusos", a?ad¨ªa la misma publicaci¨®n.
Tras la solemne inauguraci¨®n oficial de la primera galer¨ªa, en cuya construcci¨®n participaron 1.000 presos, llegaron los primeros inquilinos. Las obras durar¨ªan varios lustros y, pese a eso, una de sus galer¨ªas jam¨¢s lleg¨® a terminarse. Un absurdo m¨¢s: nunca tuvo siete galer¨ªas, sino cuatro (la tercera, la quinta, la sexta y la s¨¦ptima), adem¨¢s de la enfermer¨ªa y la cultural, donde estaba el sal¨®n de actos.
A lo largo de m¨¢s de medio siglo, Carabanchel fue la ¨²ltima morada de ajusticiados a garrote vil como Jos¨¦ Mar¨ªa Jarabo, que, acusado de cuatro asesinatos, daba su ¨²ltimo suspiro el 4 de julio de 1959; por el mismo m¨¦todo murieron en 1963 los anarquistas Francisco Granados y Joaqu¨ªn Delgado; y all¨ª pasaron sus ¨²ltimas horas de vida tres de los ¨²ltimos fusilados del franquismo, en Hoyo de Manzanares (en 1975).
El penal tambi¨¦n fue escenario de la muerte a palos del anarquista Agust¨ªn Rueda en 1978 y de los violentos motines del verano de 1977 -los tejados tomados por los presos, los antidisturbios lanzando pelotas y botes de humo contra ellos-, protagonizados por la Coordinadora de Presos en Lucha (Copel) exigiendo amnist¨ªa. Pero eso son s¨®lo hitos de una historia plagada de miles de p¨¢ginas de muerte, reyertas, enfermedad, injusticia, desesperaci¨®n e intentos de fuga.
Juli¨¢n Ariza, 72 a?os, fundador de Comisiones Obreras, compa?ero de Marcelino Camacho en la f¨¢brica Perkins, entr¨® en 1967 en Carabanchel, donde pas¨® m¨¢s de tres a?os condenado por asociaci¨®n il¨ªcita y reuni¨®n ilegal. Ram¨®n Monereo, 54 a?os, purg¨® m¨¢s de ocho a?os entre los estertores del franquismo y los primeros a?os de la transici¨®n por robos y atracos.
Ariza y Monereo -dos caras de una misma historia- no hab¨ªan vuelto al talego (la prisi¨®n) desde que recuperaron la libertad. Hoy han aceptado regresar acompa?ados de Joaqu¨ªn Garc¨ªa Pontes, concejal socialista de Carabanchel; Antonio Abueitah, dirigente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Aluche, y Fulgencio S¨¢nchez, de la Asociaci¨®n de Vecinos de Carabanchel Alto. La c¨¢rcel est¨¢ cerrada a cal y canto desde que en 1999 la abandonaron los 2.000 hombres y 500 mujeres que estaban recluidos. Sin embargo, hay agujeros por los que accede a menudo una legi¨®n de grafiteros que, provistos de pintura y aerosoles, han decorado todos los muros del viejo presidio.
Como si entraran en el t¨²nel del tiempo, Ariza, Monereo, Garc¨ªa Pontes, Abueitah y S¨¢nchez introducen su cabeza por un estrecho ventanuco. Unos segundos despu¨¦s aterrizan en lo que en su d¨ªa fue el departamento de paqueter¨ªa, donde los visitantes depositaban chorizos, dulces o cuchillas de afeitar para sus familiares presos. El panorama es desolador: la estancia est¨¢ plagada de cascotes, botellas rotas, papeles, pl¨¢sticos y todo tipo de inmundicias. Pero no hay ni una sola rata. "Ser¨¢ porque no tienen nada que comer...", comenta alguien de la comitiva.
Ariza da marcha atr¨¢s en su memoria para intentar hallar, en medio del mar de escombros y sillas desvencijadas, d¨®nde estaba la celda en la que pas¨® m¨¢s de tres a?os. "Yo no tengo rencor por haber estado en la c¨¢rcel. Nosotros asum¨ªamos como algo normal que nos detuvieran", confiesa. En cambio, le vienen a la cabeza con m¨¢s nitidez los interrogatorios en la temible Brigada Pol¨ªtico Social que mand¨® Saturnino Yag¨¹e desde 1963 hasta 1975. Y tambi¨¦n esto: "Yo le ten¨ªa dicho a mi familia que no pod¨ªamos comprar nada a cr¨¦dito por si nos deten¨ªan".
Polvo, hierros y cascotes
Entre monta?as de polvo, libros y peri¨®dicos a?ejos, cascotes y hierros, los visitantes llegan hasta la rotonda central de la c¨¢rcel que, coronada por una c¨²pula, constituye el emblema del complejo penitenciario. En este punto, desde el que los carceleros manten¨ªan controlados a los miles de presos, confluyen las diversas galer¨ªas del penal. En un muro hay una colorista escena que reproduce un sal¨®n de baile decimon¨®nico y en otro destaca una imagen marinera, obras de un falsificador que decor¨® estos fr¨ªos muros varios a?os antes de la clausura del centro. Y otro pintor desconocido ha rotulado al lado: "A todos los que estuvieron aqu¨ª".
Al avanzar por las galer¨ªas se aprecia el deterioro sufrido por las instalaciones desde que fueron cerradas en 1999. Los ladrones han arrancado las puertas de las celdas mediante sopletes y cientos de kil¨®metros de cable de cobre han sido esquilmados tras ser extra¨ªdos de las paredes. "Es una pena que est¨¦n robando todo lo robable, mientras este complejo no sirve para nada", se queja el dirigente vecinal Antonio Abueitah, que conoce el laberinto penitenciario como la palma de la mano.
"?sta era mi celda", recapacita Ariza. Despu¨¦s, al asomarse a la ventana enrejada, no tiene la menor duda: "?ste es el panorama que yo vi durante unos cuantos a?os", agrega sin ocultar cierta emoci¨®n. El veterano sindicalista recuerda tambi¨¦n que en esa habitaci¨®n de la sexta galer¨ªa (la de los reclusos pol¨ªticos) hab¨ªa una bombilla de 15 vatios encendida d¨ªa y noche. Y rememora tambi¨¦n aquella huelga de hambre que le cost¨® a ¨¦l y a sus compa?eros un castigo de 50 d¨ªas en celdas de aislamiento.
"A m¨ª me dieron aqu¨ª mucha ca?a; fue muy duro", comenta Ram¨®n Monereo, que no quiso perderse la visita a la prisi¨®n pese a que tiene mal los bronquios y se ve obligado a llevar consigo una bombona de ox¨ªgeno. "He entrado y salido seis veces de esta c¨¢rcel a lo largo de 35 a?os de mi vida. Estuve cuando los motines de presos que organiz¨® la Copel en el verano de 1977. Aquello fue muy duro".
?Hubo muchos intentos de fuga? "Sin duda los hubo. Pero la mayor¨ªa de los que lo lograron lo hicieron saliendo por la puerta. Eran los llamados presos de confianza, que ten¨ªan trabajo en la c¨¢rcel y se mov¨ªan con m¨¢s libertad", se?ala Ariza. ?ste fue el caso, por ejemplo, de Miguel Barroso, destinado como auxiliar de limpieza, que un d¨ªa de 1983 cogi¨® las de Villadiego con total tranquilidad.
Siempre hubo la leyenda de que alg¨²n d¨ªa se ver¨ªa que esta c¨¢rcel era como un queso agujereado por los t¨²neles excavados por los reclusos. En abril de 1982, los funcionarios descubrieron en las duchas de la tercera galer¨ªa el comienzo de un t¨²nel que hab¨ªa sido empezado a excavar por presos de ETA. Pues bien, los vecinos no han localizado ese d¨¦dalo secreto, sino s¨®lo una galer¨ªa cegada.
El 'palomar' de homosexuales
"En la quinta galer¨ªa estaba lo que llam¨¢bamos el palomar porque era all¨ª donde encerraban a los homosexuales", explica Monereo. "S¨ª, porque quiz¨¢ hoy haya mucha gente que no sepa que en el franquismo se encarcelaba a la gente simplemente por ser homosexual", remacha Ariza.
El grupo de visitantes subrepticio -la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias no concede permiso para entrar- tiene que caminar con cautela ante los cristales rotos y la chatarra oxidada acumulada en el suelo de las galer¨ªas. En medio de la quinta galer¨ªa, un ejemplar de El camino a la felicidad, un libro que alg¨²n preso dej¨® abandonado posiblemente porque los consejos que da no le serv¨ªan para encontrar la felicidad en un sitio como ese.
Una celda conserva a¨²n pegadas en las paredes varios carteles de exuberantes mujeres que a¨²n sonr¨ªen procaces, ajenas a que ya nadie sue?a con ellas. En las antiguas habitaciones donde los presos manten¨ªan los vis a vis (encuentros sexuales con sus novias o esposas) hay camastros y colchones mugrientos. Alguna de estas habitaciones est¨¢ acribillada a balazos y llena de casquillos, prueba evidente de que alguien ha estado all¨ª practicando el tiro.
Desde que en 1999 sali¨® el ¨²ltimo recluso de Carabanchel -las ¨²ltimas en marcharse fueron las mujeres-, el enorme complejo penitenciario est¨¢ en desuso y abandonado. Siendo Mariano Rajoy ministro del Interior, parte del solar fue "desafectado" para construir en ¨¦l la comisar¨ªa de Latina y el Centro de Internamiento de Inmigrantes, am¨¦n de un reformatorio para menores. Pero los 172.000 metros cuadrados restantes siguen ocupados por el a?ejo presidio.
"Es intolerable que esto se est¨¦ hundiendo ante la pasividad del Gobierno", se quejan a d¨²o Abueitah y S¨¢nchez, los representantes de Aluche y Carabanchel. El concejal Garc¨ªa Pontes agrega que esta situaci¨®n se debe a que el solar est¨¢ inmerso en un laberinto jur¨ªdico-administrativo: pertenece a Patrimonio Nacional y deber¨ªa ced¨¦rselo al Ministerio del Interior para que ¨¦ste determine el futuro destino del viejo purgatorio.
Un solar para 1.000 pisos o un hospital
EL MINISTRO DEL INTERIOR, el socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, asegura que el Ejecutivo quiere mantener el acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid para destinar 130.000 metros del recinto a equipamientos y usos dotacionales y dejar los 42.000 restantes para construir unas 1.000 viviendas de precio libre.
El concejal Joaqu¨ªn Garc¨ªa Pontes dice que su grupo municipal (PSOE) est¨¢ en contra de las viviendas de precio libre, siendo partidario de que en parte del terreno se hagan pisos en alquiler para j¨®venes y familias monoparentales. Tambi¨¦n aboga por conservar la emblem¨¢tica rotonda del penal para hacer all¨ª el museo de la memoria hist¨®rica de las c¨¢rceles espa?olas o el Centro Internacional por la Paz que planea el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. El resto del solar ser¨ªa para equipamientos y zonas verdes.
"No queremos viviendas. Ni de tipo social ni de nada. Lo que queremos es un hospital", protestan los dos dirigentes vecinales. Las pancartas de tela que cuelgan de la azotea principal gritan en silencio la misma reivindicaci¨®n: "?Hospital, ya!".
"En Carabanchel y Aluche vivimos unos 600.000 vecinos que nos vemos obligados a ir al hospital Cl¨ªnico o bien al Doce de Octubre, que est¨¢n muy lejos de nuestros barrios", se quejan los combativos Abueitah y S¨¢nchez. "No, pero los socialistas queremos que se os atienda en el hospital militar G¨®mez Ulla, que os queda mucho m¨¢s cerca", interrumpe el concejal Garc¨ªa Pontes.
Abueitah y S¨¢nchez est¨¢n en contra de que el enorme solar penitenciario se transforme en pisos, como planean las administraciones p¨²blicas. Por el contrario, los vecinos est¨¢n decididos a estar en pie de guerra hasta conseguir que all¨ª se levante un hospital, un geri¨¢trico y centros sociales. Tambi¨¦n admiten que se conserve parte del monstruo de cemento y ladrillo, que forma parte de la memoria hist¨®rica espa?ola. "Si se tirase por completo, ser¨ªa como si se hubieran demolido los barracones del campo de exterminio de Auschwitz", remacha el concejal.
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