A los h¨¦roes
Siendo el periodismo una de las profesiones m¨¢s arriesgadas, es al mismo tiempo una de las m¨¢s desprestigiadas. Son innumerables los idiotas y truhanes que andan metidos en este oficio, en el que se hace patente una de las lacras del mundo moderno: la diferencia insondable que existe entre el poder de los medios de comunicaci¨®n y la debilidad de pensamiento o las bajas pasiones que lo sirven. La charlataner¨ªa, la maledicencia y la estupidez cubren hoy el planeta a caballo de las m¨¢s refinadas conquistas de la t¨¦cnica. Aquel tonto, que era feliz con un l¨¢piz, hoy puede haberse convertido en un descerebrado con un micr¨®fono en la boca dedicado a lanzar insultos al pr¨®jimo, que a trav¨¦s del universo pueden llegar hasta los pies del Alt¨ªsimo, el cual se queda tan ancho; o en un ambicioso cuyos delirios de grandeza se convierten cada ma?ana en titulares espasm¨®dicos de peri¨®dico o en chantajista capaz de sacar tajada de la debilidad humana. Sobre esta basura medi¨¢tica se ven obligados a sentarse otros periodistas que s¨®lo pretenden cumplir con su deber de informar correctamente a los lectores. Son unos profesionales an¨®nimos, duros de pelar, fiables e incombustibles. Cada ma?ana llegan a la redacci¨®n y tratan de cocinar ordenadamente toda las miserias del mundo que vomitan los cables, sin esperar nada de la vida que no sea poder mirarse al espejo sin sonrojarse. No hay forma de que se sorprendan de nada. Ninguna cat¨¢strofe le har¨¢ mover una ceja. Cuando se cumple la hora exacta, al final de una jornada de trabajo, apagan el ordenador, se toman una copa en un bar y vuelven a casa, se estiran en el sof¨¢ y en el momento del telediario s¨®lo miran la pantalla de soslayo porque conocen cada noticia desde el rev¨¦s de la trama. Y despues est¨¢n los h¨¦roes. Si el periodismo es una profesi¨®n muy arriesgada es porque tambi¨¦n est¨¢ servida por unos tipos, que no dudan en acercarse al plato del mast¨ªn, jug¨¢ndose el pellejo, con el ¨²nico prop¨®sito de servir a la dignidad humana y al derecho de la sociedad de estar informada de las brutalidades de los tiranos. La periodista rusa Anna Politk¨®vskaya baleada recientemente al salir de su ascensor en Mosc¨² estaba escribiendo una cr¨®nica que sab¨ªa muy bien que le pod¨ªa costar la vida. Pese a todo, no baj¨® los brazos. Otros est¨¢n en la c¨¢rcel o mueren en las guerras. Esta profesi¨®n seguir¨¢ podrida por la base mientras estos h¨¦roes y tantos periodistas insobornables deban compartirla con una caterva de idiotas y peque?os canallas.
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