'La fragua de Vulcano'
Al fondo, a la derecha, el fuego est¨¢ encendido. Pero no es de all¨ª de donde viene la luz principal, ni tampoco de la ventana, que se abre a la izquierda sobre un paisaje blanco, como de nieve o m¨¢rmol, sino de una apertura que no vemos, situada m¨¢s a la izquierda, fuera del cuadro y ligeramente a nuestras espaldas. Por ella entra el sol, "ese dios", escribe Ovidio, "que es el primero que lo ve todo". Resplandeciente con su manto dorado y sus sandalias azules le cuenta al herrero cojo que acaba de ver a su mujer, Venus, uni¨¦ndose con Marte en la propia cama matrimonial.
Vel¨¢zquez ha colocado las figuras como en un escenario de teatro: cinco en primer t¨¦rmino, Apolo, Vulcano y tres de los c¨ªclopes que le ayudan, y una sexta, otro c¨ªclope, que viene desde el fondo oscuro de la fragua. Como en un teatro, cada personaje reacciona a su manera: envidia, delaci¨®n, sorpresa, celos, ira, asombro, estupefacci¨®n. Un abanico de sentimientos contrastantes, pero armonizados por el nudo de la f¨¢bula. As¨ª contrastan arm¨®nicamente tambi¨¦n, pintadas de tama?o natural en el lienzo, las formas de los desnudos.
Corre el a?o 1630 y Vel¨¢zquez est¨¢ en Roma estudiando las estatuas antiguas y la pintura italiana, los frescos de Miguel ?ngel y de Rafael. Pero estos desnudos han sido dibujados obviamente del natural. Las acumulaciones de figuras, las tinieblas de la ¨¦poca sevillana han quedado atr¨¢s. Una tranquila seguridad en s¨ª mismo, un deseo nuevo de claridad impregna ahora su pintura. Las figuras se recortan, claramente separadas unas de otras, como en los bajorrelieves cl¨¢sicos. La composici¨®n se inscribe en un amplio tri¨¢ngulo is¨®sceles, cuya base es pr¨¢cticamente paralela a los bordes horizontales del cuadro y cuyo v¨¦rtice superior se encuentra en la figura del c¨ªclope del fondo. All¨ª debe encontrarse tambi¨¦n el punto de fuga de la perspectiva. Pero ninguno de esos artificios se ve. Geometr¨ªa invisible. Como ser¨¢ invisible la red con la que Vulcano atrapar¨¢ a los ad¨²lteros para exponerlos a la mirada de los dem¨¢s dioses. Todo est¨¢ dispuesto para el triunfo del mirar. Miremos, pues.
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