La austera genialidad de Vel¨¢zquez
La National Gallery de Londres ha vendido ya 11.000 entradas para la exposici¨®n que abre hoy
En las cuatro salas que ocupa la exposici¨®n de Vel¨¢zquez en la National Gallery de Londres (www.nationalgallery.org.uk) cuelgan habitualmente las grandes obras de los impresionistas franceses de la colecci¨®n de la pinacoteca brit¨¢nica. Seguro que no les hubiera molestado porque m¨¢s de uno ha visto en el autor de Las meninas al precursor del arte moderno. Fue precisamente Manet el que lo bautiz¨® como "pintor de pintores" y en cierta manera fueron ellos, los pintores, los que en los siglos XVIII y XIX mantuvieron viva la devoci¨®n al gran artista cortesano cuando su obra, precisamente por ser propiedad de la Corte, resultaba dif¨ªcil de ver para el pueblo llano. A juzgar por la expectaci¨®n y concurrencia que hab¨ªa ayer en la presentaci¨®n a la prensa de la exposici¨®n, que hoy abre al p¨²blico y que podr¨¢ visitarse hasta el 21 de enero, ser¨¢ una de las estrellas de la temporada en Londres. De hecho, ya se llevan vendidas 11.000 entradas anticipadas de la muestra, que patrocina Abbey, del Grupo Santander, y en la misma audiogu¨ªa, el director de la pinacoteca realiza una introducci¨®n que confiesa est¨¢ pensada para hacer m¨¢s llevadera la cola.
La selecci¨®n permite recorrer la trayectoria del artista a trav¨¦s de muchas de sus obras maestras
En todo caso, si las hay, ser¨¢n unas colas que valdr¨¢n la pena. El montaje es tan austero como Vel¨¢zquez, sin grafismos en las paredes que dificulten la visi¨®n de las pinturas y aprovechando la luz natural de las salas (algo que, por otra parte, provoca reflejos si se pretende apreciar las pinceladas de cerca), pero la selecci¨®n de las 46 obras permite recorrer toda la trayectoria del artista a trav¨¦s de muchas de sus obras maestras y sin que la acumulaci¨®n de piezas agote al visitante. Una gozada, como era de esperar.
Pese a que los expertos advierten que el Vel¨¢zquez maduro resulta dif¨ªcil de datar porque retomaba t¨¦cnicas o maneras de pintar en funci¨®n del tema a lo largo de los a?os, la evoluci¨®n se ha querido enfatizar en el recorrido y especialmente en la segunda sala, donde se re¨²nen obras realizadas antes, durante y despu¨¦s de su primer viaje a Italia, iniciado a mediados de 1629. Aqu¨ª se exhiben confrontadas La fragua de Vulcano y La t¨²nica de Jos¨¦ -las dos realizadas en Italia en 1630 y que siempre se han considerado relacionadas-, y tambi¨¦n dos retratos de cuerpo entero, uno del Conde-Duque de Olivares de 1624 y otro de Don Pedro de Barberana, de 1630, que reflejan su evoluci¨®n.
El Vel¨¢zquez retratista, por otra parte, queda ampliamente reflejado en la muestra tanto en sus retratos reales de monarcas y pr¨ªncipes como en los retratos de campesinos y gente del pueblo que aparecen en sus obras sevillanas, donde los modelos muchas veces se repiten (por ejemplo, queda claro que la vieja que fr¨ªe huevos es la misma que murmura al o¨ªdo de la criada del primer plano del cuadro Cristo en casa de Marta y Mar¨ªa). Con todo, hay una pared especialmente hermosa dedicada a los retratos que re¨²ne tres pinturas muy bellas realizadas en distintos momentos y que es muy dif¨ªcil poder ver juntas ya que se encuentran en diferentes pa¨ªses: Retrato de un joven (1620), Francisco I, Duque de Este (1638), y Retrato de un hombre (Jos¨¦ Nieto) (1640). Est¨¢ tambi¨¦n el excelente retrato de G¨®ngora y faltar¨ªa para completar la emocionante experiencia el retrato de Juan Pareja, el esclavo mulato y ayudante del artista que pint¨® en Roma, en donde cuenta la leyenda que algunos lo confund¨ªan con la realidad, y cuya ausencia es, para Xavier Bray, co-comisario de la exposici¨®n y conservador de pintura espa?ola en la National Gallery, "la gran tristeza de esta exposici¨®n". Pero, al igual que el Prado no deja sus grandes obras, tampoco el Metropolitan de Nueva York ha dejado esta obra.
Otro de los muchos alicientes de la exposici¨®n es la posibilidad que permite de comparar y de saber de nuevas atribuciones o restauraciones. En el primer caso, por ejemplo, es interesante ver juntas las dos versiones de La mulata, la que lleva este t¨ªtulo procedente del Art Institute de Chicago y la otra composici¨®n similar, tambi¨¦n datada hacia 1617-1618, que con el t¨ªtulo de La cena de Ema¨²s procede de la National Gallery de Dubl¨ªn.
Tanto Bray como Gabrielle Finaldi, director adjunto del Prado (que presta ocho obras), coinciden en que a¨²n se sabe poco del taller del pintor y eso dificulta en ocasiones dar por segura la atribuci¨®n de algunas piezas. De hecho, uno y otro no coinciden con el n¨²mero de obras salidas de la mano de Vel¨¢zquez. Para Bray, ser¨ªan entre 90 y 94 obras; para Finaldi podr¨ªan ser unas 120.
El primero considera que en la exposici¨®n, muy estricta, merecer¨ªa m¨¢s estudio la primera obra que se presenta, Tres m¨²sicos (1616-1617), procedente del Staatliche Museum de Berl¨ªn, ya que "o es una obra muy juvenil todav¨ªa fruto de la inexperiencia o podr¨ªa ser una copia de un original perdido". Bray tambi¨¦n pone en cuesti¨®n el retrato del Infante Baltasar Carlos, cazador, procedente de The Bristol Collection, que es la ¨²nica pieza que en la exposici¨®n se pone en duda ya que se especifica "atribuida a Vel¨¢zquez". Finaldi considera que la versi¨®n del retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares procedente del Metropolitan, que la exposici¨®n se?ala como del propio Vel¨¢zquez, "est¨¢ atribuida a Juan Bautista Mart¨ªnez de Mazo, aunque entiendo que se haya exhibido para poder mostrar la evoluci¨®n de Vel¨¢zquez". Es curioso que, en cambio, una obra atribuida a Mazo (yerno de Vel¨¢zquez y su heredero como pintor de Corte) se exhibe en la sala 30 del museo junto a otras cinco obras que en su d¨ªa le fueron atribuidas.
Hay otros casos curiosos, como la restauraci¨®n que se ha realizado de La tela real (1638-1639), uno de los pocos paisajes de Vel¨¢zquez que representa una escena cortesana de caza, o la limpieza de La lecci¨®n de equitaci¨®n del pr¨ªncipe Baltasar Carlos (1636-1639), pero la gran estrella de la exposici¨®n en lo que a restauraci¨®n y estudios se refiere es el retrato del papa Inocencio X que se conserva en la Aspley Collection, sobre la que ya se dec¨ªa que podr¨ªa ser la copia del famoso retrato que se conserva en la Galer¨ªa Doria de Roma que realiz¨® Vel¨¢zquez en Roma para llevarse a Espa?a, pero que la restauraci¨®n parece haber confirmado. "Es de Vel¨¢zquez todo, tanto la cara como el vestido, pero no sabemos si fue el boceto preparatorio de la pintura de la Doria, con lo que ser¨ªa de hecho la primera, o si fue una copia posterior", indica Bray. Para Finaldi, es una teor¨ªa plausible. "La radiograf¨ªa no muestra muchos cambios abajo y esto suele ser se?al de que no es la primera versi¨®n, aunque Vel¨¢zquez era un artista muy seguro que se correg¨ªa poco", indica Finaldi.
Habr¨¢ tema para todos. Para los que simplemente quieren disfrutar, y para los estudiosos que aprovechar¨¢n para profundizar. Lo que no hay son nuevas lecturas de las obras que sobrepasen lo que se ve. M¨¢s all¨¢ del gui?o de colocar a La Venus del espejo en la misma pared que Marte: la primera joven y satisfecha; su amante, madurito y cansado (el tercero en discordia, Vulcano, est¨¢ en otra sala), la exposici¨®n se ci?e a la interpretaci¨®n del artista que defend¨ªa Enriqueta Harris, la gran especialista brit¨¢nica en Vel¨¢zquez que falleci¨® este a?o y a quien se dedica tanto la exposici¨®n como el cat¨¢logo. Si Quevedo consider¨® que Vel¨¢zquez hab¨ªa conseguido en sus pinturas m¨¢s verdad que parecido, para Harris sus cuadros eran "m¨¢s reales que espirituales, m¨¢s directos (aunque alusivos) que aleg¨®ricos, m¨¢s serios que burlescos" y, en cierta manera, hizo suya la m¨¢xima de Quevedo de que en Vel¨¢zquez hay m¨¢s verdad que parecido. Esta verdad es la que ahora puede verse en Londres.
Babelia
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