Ecuador vota por no llorar
Dos criollos han ganado la primera vuelta de las elecciones presidenciales ecuatorianas en defensa de opciones frontalmente opuestas; uno se declara de izquierda radical, Rafael Correa, l¨ªder de la Alianza Pa¨ªs, movimiento que se proclama pr¨®ximo al chavismo, representante del pa¨ªs ind¨ªgena, y enemigo de la partidocracia; y otro, el multimillonario ?lvaro Noboa, conservador que reniega de la derecha hist¨®rica. Todo ello, aparentemente, del populismo m¨¢s cl¨¢sico.
La historia del Ecuador independiente -o desde que era Audiencia- vale por un estudio sobre la teor¨ªa de la inestabilidad. En los ¨²ltimos 10 a?os, ha habido ocho presidentes, los pen¨²ltimos no han podido terminar mandato, y los dos candidatos del domingo son pol¨ªticos con una particular veta estramb¨®tica, inspirada en la negaci¨®n de todo precedente. Noboa es conocido por sus detractores como el dict¨®crata y cuando se mira al espejo, como el h¨¦roe de Dios, y su campa?a se parece, como un populismo a otro, a las del presidente Hugo Ch¨¢vez de Venezuela que consisten en ganarse a regalos el voto de la necesidad. Pero reina hoy en Ecuador -mar y monta?a- una cierta sensaci¨®n de fin de partida, de que el pa¨ªs no puede vivir indefinidamente dando palos de ciego. Y el resultado de esa primera vuelta, con Noboa aventajando a Correa en cuatro puntos, permite una primera s¨ªntesis de lo que le pasa al votante.
1. Busca desesperadamente un cambio, aunque no tiene ni idea de qu¨¦ clase. De los 13 candidatos, seis apoyaban una renovaci¨®n constitucional.
2. No considera a los partidos como estructuras y canales de participaci¨®n pol¨ªtica, sino la car¨¢tula de todo aquello que no funciona en el pa¨ªs, resumido en corrupci¨®n, despilfarro, pobreza y discriminaci¨®n.
3. El estado de necesidad en el que viven m¨¢s de dos tercios de los 14 millones de ecuatorianos, les hace creer en casi todos los mes¨ªas electorales, como Noboa, que ha prometido construir 300.000 casas al a?o, y repart¨ªa billetes igual que confeti al final de la campa?a. Cada cuatro a?os el pa¨ªs vota a rostros que son nuevos.
4. La traslaci¨®n de sufragios de los candidatos derrotados a los triunfadores, ante la segunda vuelta del 29 de noviembre, parece que tiende a mantener el equilibrio entre ambos. El que ha quedado tercero, Gilmar Guti¨¦rrez, hermano del coronel Lucio Guti¨¦rrez, presidente derrocado que mand¨® a su pariente como suced¨¢neo porque ¨¦l no pod¨ªa presentarse, no se muestra interesado en ning¨²n programa en particular, aunque sus votantes deber¨ªan ser m¨¢s Correa que Noboa; y en cuarto y quinto lugar, aparecen el gran perdedor, Jaime Rold¨®s, socialdem¨®crata, y Cynthia Viteri, del Partido Socialcristiano, que deber¨ªan apoyar, respectivamente a izquierda y derecha, pero eso no significa que vayan a hacerlo con el calor suficiente para que sus votantes sigan sus consignas.
5. Los votos v¨¢lidos de los dos vencedores no llegan al 50% del electorado te¨®rico -aunque el sufragio es obligatorio- y el desglose de candidaturas muestra un fraccionamiento extremo de opciones muy minoritarias.
Ecuador no puede estar ya m¨¢s desestabilizado de lo que lo est¨¢: sin moneda nacional desde la dolarizaci¨®n de 2000; con un va y viene de presidentes al que el ingenio institucional siempre hace parecer legalmente depuestos; y un descr¨¦dito may¨²sculo de los partidos, que ha permitido a Correa, hasta el a?o pasado un perfecto desconocido, meterse en segunda vuelta apelando a un Bol¨ªvar con la cara y el crudo de Ch¨¢vez, y a Noboa, proyectar la imagen de un Berlusconi andino, el empresario que convida a la naci¨®n a participar de su ¨¦xito mundano.
O sea que no son derecha ni izquierda convencionales, sino dos clavos ardiendo a los que se agarra un electorado en fisi¨®n nuclear. Lo m¨¢s unificable que podr¨ªa encontrarse en la opini¨®n ecuatoriana ser¨ªa el votante cobrizo. Pero ese ciudadano s¨®lo estar¨¢ representado en noviembre por poderes, y la criollocracia seguir¨¢ afirmando que en Ecuador no puede haber divisi¨®n entre pre y poscolombinos.
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