Reconquista
En las comidas de confraternizaci¨®n laboral siempre hay alguien que tiene la feliz idea de no hablar del trabajo para no intoxicar la comida con las miserias diarias. Los comensales, en vez de liberarse, se sumen en un espeso silencio. Los lazos que entre s¨ª han trazado est¨¢n estrechamente ligados a esas desventuras, igual que al ni?o le gusta que en Mortadelo o Zipi Zape los personajes vivan presos de su estereotipo. ?Qu¨¦ pasar¨ªa en Espa?a si elimin¨¢ramos de los debates el nivel de sectarizaci¨®n pol¨ªtica? Probablemente el oyente adicto se acercar¨ªa a la radio y, esperando chutarse la dosis necesaria de crispaci¨®n, se sintiera decepcionado. "Otros" debates tomar¨ªan el relevo, como el que est¨¢ movilizando a la gente con un asunto de inter¨¦s general (?al fin!): la imposibilidad para una gran parte de la poblaci¨®n de acceder a una vivienda digna. Curiosamente, la movilizaci¨®n m¨¢s justa es la que ha causado m¨¢s temor entre los encargados de mantener el orden. Pongamos que dej¨¢ramos a un lado la intoxicaci¨®n pol¨ªtica, la que centra los debates actuales: qui¨¦n ha recalificado m¨¢s que qui¨¦n (lo han convertido en un problema de cantidad), de qui¨¦n es esta mochila, o lo m¨¢s estupendo, si un candidato tiene m¨¢s estudios que otro, m¨¢s legitimidad nacional que otro, o si dicho candidato se sabe las canciones de la tierra. Si dej¨¢ramos a un lado, propongo, los temillas de costumbre, podr¨ªamos, ?claro que podr¨ªamos!, acostumbrar el o¨ªdo a otros asuntos: la falta de expectativas laborales de aquellos que tienen unas credenciales acad¨¦micas que jam¨¢s tuvimos nosotros, la desesperanza de quienes (como escribe una lectora) por no llegar no llegan ni a la condici¨®n de pobres mileuristas, la competencia que se empieza a sentir entre los excluidos y la inmigraci¨®n por la migaja del trabajo precario. Asuntos que nos afectan m¨¢s estrechamente, pero que precisar¨ªan de algunas condiciones para que "reconquistaran" la atenci¨®n p¨²blica: que el opinador ofreciera algo m¨¢s que su preciosa opini¨®n; que este p¨²blico que tanto nos quiere se rebelara y exigiera algo m¨¢s que papilla masticada; que reclam¨¢ramos a la clase pol¨ªtica un debate sobre aquello que realmente nos concierne, no esa pelea diaria sobre nader¨ªas que a menudo s¨®lo enmascara un deseo de ocultaci¨®n de la realidad.
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