Una pista de v¨¦rtigo
La mayor¨ªa de los tenistas se queja de los efectos que causa la combinaci¨®n del tipo de superficie usada en Madrid con la altura
El Mutua Madrile?a Masters de tenis de Madrid es un torneo de altura. Vive instalado en el exclusivo balc¨®n del circuito de los nueve torneos masters. Premia, misterios de la pista sint¨¦tica, a los jugadores espigados, capaces de sacar a velocidades incre¨ªbles. Y est¨¢ "tan alto", anclado a 650 metros por encima del mar, que los jugadores tienen v¨¦rtigo y se quejan de que por eso la bola va demasiado r¨¢pida, les ataca y se abalanza sobre ellos hasta comerles los pies. En Madrid, lo dicen los tenistas, las pelotas botan muy alto. "Es una superficie dura para jugar", explic¨® ayer el chileno Fernando Gonz¨¢lez, tras imponerse 7-5, 6-7 y 6-4 al tailand¨¦s Srichaphan. "A veces te entra miedo, porque te da la sensaci¨®n de que vas a fallar todas las bolas. Incluso con tus mejores tiros sientes que se te puede ir fuera cualquiera. Intentas jugar en mitad de la pista y, a¨²n as¨ª, sigues fallando golpes. En Madrid te encuentras jugadores que llevan m¨¢s tiempo entren¨¢ndose, y eso hace que se hayan adaptado a las condiciones. Por eso, aqu¨ª es especialmente dif¨ªcil jugar las primeras rondas".
"Esto es tan duro que he tenido que subir la tensi¨®n de mis raquetas", explica Andy Roddick
"El ¨¦xito en Madrid depende de la altura. Hay que venir d¨ªas antes para adaptarse", dice Blake
Jugar bien en Madrid exige todo un ritual. Y una agenda llena de fechas libres. "La diferencia entre el ¨¦xito y el fracaso en Madrid...", dec¨ªa ayer el estadounidense James Blake, derrotado 6-4, 3-6 y 7-6 por el belga Kristof Vliegen, "es la altura. Tienes que venir aqu¨ª varios d¨ªas antes, prepararte, acostumbrarte a la pista y a la altitud, que es definitivamente un factor. Hace m¨¢s dif¨ªcil los intercambios de golpes, porque la bola acaba y¨¦ndose un poco m¨¢s lejos de lo que esperabas. Y es algo que nos afecta a la mayor¨ªa". Roger Federer, un camale¨®n que se adapta indistintamente a la tierra, la hierba o la pista r¨¢pida, disiente. Quiz¨¢s porque ya conoc¨ªa el truco que Blake ha tardado tres a?os en descubrir: lleg¨® a Madrid el viernes y no empez¨® a competir hasta el martes. En medio, pocos entrenamientos y rutina para que su cuerpo, sus m¨²sculos y sus articulaciones se adaptasen a la altura de la capital. "A m¨ª me encanta esta pista. Creo que las bolas cortadas se quedan bajas y que los botes salen altos. Eso me gusta, y es justo porque es igual para todos. Claro que, si sirves bien, sacas beneficios de la situaci¨®n. Definitivamente, para mi juego es una buena superficie. Y no es tan r¨¢pida, despu¨¦s de todo".
Con Federer coincide Javier S¨¢nchez Vicario, propietario de Greenset, la empresa que se ha encargado de instalar las pistas del Madrid Arena, de fabricaci¨®n artesanal y construidas aplicando con una esp¨¢tula resina sint¨¦tica sobre una tarima de madera especial: "Estas pistas valen para jugar de fondo o irte para adelante, a la red", dice. "Lo que influye es la altura, porque la bola, botar, bota lento. El problema es la velocidad de la bola en el aire. En Barcelona, a nivel del mar, la pista parecer¨ªa otra con el mismo material".
Las pistas de Madrid, lo dice Federer, el n¨²mero uno del mundo, favorecen a los sacadores, a los tenistas capaces de servir a 220 kil¨®metros por hora. Al brit¨¢nico Tim Henman, por ejemplo, que se apoya en su servicio para buscar la red: "Cuando las condiciones del aire son r¨¢pidas, como en Madrid, prefiero meterme dentro, buscar la red y no moverme s¨®lo horizontalmente", admite. Aunque hay excepciones: el croata Ljubicic, un ca?onero, tenista de tres golpes (saque, aproximaci¨®n y volea), finalista el a?o pasado, se despidi¨® ayer del torneo. El escoc¨¦s Andy Murray, un tallo inacabable y, sorpresa, buen sacador y voleador, le gan¨® 6-4, 3-6 y 6-3.
La altura de Madrid ha dado para tanto que incluso ha protagonizado la mayor pol¨¦mica que se recuerde en la historia reciente del tenis espa?ol.
"Mi principal problema en Madrid es la altura", se lament¨® Carlos Moy¨¤ cuando fue eliminado en primera ronda. "Nunca me sent¨ª c¨®modo con ella, cuando soy un jugador que saco bien y le pego fuerte a la bola. Deber¨ªa haber realizado mejores resultados aqu¨ª", reconoci¨® el mallorqu¨ªn. Casualidades de la vida, Moy¨¤ fue el h¨¦roe del equipo espa?ol que gan¨® la Copa Davis de Sevilla, en 2004. Fue, peri¨®dicos y radios llenos de declaraciones desbocadas, la Davis de la pol¨¦mica. No se jug¨® en Madrid. Y entre las muchas razones esgrimidas entonces qued¨® escondida la principal: hab¨ªa miedo a la altura de la capital y a los saques, los mazazos, palanca incansable bajo el brazo, del estadounidense Andy Roddick, el jugador m¨¢s peligroso de los Estados Unidos en la final.
El tiempo ha demostrado que no hab¨ªa para tanto: "Es definitivamente duro jugar aqu¨ª", reconoce el propio Roddick, la gorra de b¨¦isbol calada en la cabeza, sudoroso todav¨ªa tras su partido del martes ante Grosjean. "Nos enfrentamos a una pista que est¨¢ a m¨¢s de 600 metros. Aqu¨ª, cada bola coge, probablemente, entre medio metro y un metro extra de altura comparados con Viena, que es de donde vengo de jugar. Definitivamente, obliga a hacer ajustes", desgrana. ?Qu¨¦ ajustes? "Creo que lo m¨¢s importante ha sido aumentar la tensi¨®n de mis raquetas para hacerlas m¨¢s duras y que la bola no revolotee descontrolada".
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