Hambre
A veces imagino un pulm¨®n que fuera la suma de todos los pulmones, un coraz¨®n que fuera la suma de todos los corazones, un h¨ªgado que fuera la suma de todos los h¨ªgados, un hombre que fuera la suma de todos los hombres y una mujer que fuera la suma de todas las mujeres. S¨®lo habr¨ªa en el mundo un hombre y una mujer, pero tendr¨ªan un tama?o enorme. Y habr¨ªa un solo perro, pero un perro gigantesco tambi¨¦n, pues provendr¨ªa de la adici¨®n de todos los perros. Y un solo gato, desde luego, y un solo gorri¨®n, pero estamos hablando de un gorri¨®n con un tama?o colosal, imag¨ªnenselo. En buena l¨®gica, habr¨ªa tambi¨¦n una sola bacteria, un ¨²nico virus, una sola rosa, s¨®lo un clavel, una espina nada m¨¢s, una l¨¢grima...
Ahora mismo, al tiempo que usted respira, est¨¢n respirando miles de millones de seres humanos en todo el mundo. Muchos toman y arrojan el aire en el mismo momento en el que lo toma y lo arroja usted. Los pulmones de unos y de otros son b¨¢sicamente id¨¦nticos, quiz¨¢, en alguna medida dif¨ªcil de entender, aunque f¨¢cil de intuir, sean el mismo. La idea de que todos respiramos con el mismo pulm¨®n es a la vez estimulante e inquietante, como la de que hubiera un solo est¨®mago para el conjunto de la humanidad. ?C¨®mo nos las arreglar¨ªamos en este caso? No es tan dif¨ªcil de imaginar. Las abejas, sin ir m¨¢s lejos, disponen de un est¨®mago social, adem¨¢s del propio, en el que guardan la miel comunitaria. Supongamos que tuvi¨¦ramos que compartir el intestino grueso, el bazo, el p¨¢ncreas, los ri?ones, el ¨²tero, los ojos, la lengua...
Supongamos que tuvi¨¦ramos que compartir la Tierra, que tuvi¨¦ramos que compartir la atm¨®sfera. Imaginemos que hubiera una sola biosfera para todos. De hecho, hay una sola Tierra, una sola atm¨®sfera, una sola biosfera, lo que es tan espectacular como disponer de un solo est¨®mago, de un solo coraz¨®n, de una sola lengua, de un ojo ¨²nico, un abdomen indiferenciado. Parece terror¨ªfico, s¨ª, pero resulta fant¨¢stico tambi¨¦n que todos los cuerpos sean el mismo cuerpo, que todos los seres humanos seamos el mismo ser humano. Ahora tendr¨ªamos que deducir que el hambre de aqu¨¦llos es la nuestra, pero la imaginaci¨®n no nos da para tanto.
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