F¨¢bula menor
Las obsesiones han sido v¨ªas delatoras de los personajes de Mill¨¢s muy a menudo, porque sus mundos privados, mentales, son lanzaderas fulgurantes para acceder a una visi¨®n original, honda, distinta del mundo. En Laura y Julio el mundo externo est¨¢ tan excluido o ausente, todo roza tan poco a los personajes, fuera de alguna conversaci¨®n fugaz, fuera de alguna velada insinuaci¨®n, que el sentimiento del lector habitual de Mill¨¢s es la incomprensi¨®n. Con el riesgo de que no haya nada que entender: el fest¨ªn esperado se ha hecho ins¨ªpido o uniforme, como si le faltase a la novela misma una dosis de convicci¨®n sobre su propio inter¨¦s -o le sobrase una dosis de seguridad en su mismo artificio-, y se fiase con exceso de los rifirrafes neur¨®ticos que tantas veces han hecho a Mill¨¢s un novelista hipnotizante. La invenci¨®n novelesca se ha encerrado en espacios dom¨¦sticos demasiado deshabitados y casi nada causa el efecto de veracidad inexplicable tan espec¨ªfico de otras novelas suyas. La imaginaci¨®n de Mill¨¢s ha funcionado casi siempre con ese impulso del funambulista que apuesta entre la fantas¨ªa inveros¨ªmil y la densidad oculta, tapada, que da sentido de una manera exasperada al delirio, a la irracionalidad, a todo lo que suele estar en el otro lado del espejo, y que ¨¦l mismo suele llamar as¨ª. En los art¨ªculos el prodigio ha sido deslumbrante en much¨ªsimas ocasiones, reproduciendo en miniatura y con condensaci¨®n las t¨¦cnicas de sus relatos largos: atrapar en un rizo imaginativo un grumo de verdad moral, o pol¨ªtica o ideol¨®gica.
LAURA Y JULIO
Juan Jos¨¦ Mill¨¢s
Seix Barral. Barcelona, 2006
190 p¨¢ginas. 17,50 euros
Laura y Julio narra la historia de un hombre al que su mujer echa de casa. Cuando, sin que ella lo sepa, ¨¦l se instala en el piso que un vecino -en coma tras un accidente- descubre cosas que ignoraba sobre su propia vida. Las habitaciones respiran
como los pulmones humanos, las escaleras de los edificios evocan los esqueletos de las bestias, las simetr¨ªas establecen asociaciones imprevistas y a menudo suculentas. No digo nada que no sepa cualquier lector de Mill¨¢s, y esta novela contiene esos mismos rasgos de identidad literaria pero aguados, o acuciados m¨¢s por cumplirse a s¨ª mismos en una trama narrativa que por proponerse como met¨¢foras m¨¢s hondas, o como figuras de la ficci¨®n que den m¨¢s que un relato entretenido y dignamente ameno. O le falta intenci¨®n a Mill¨¢s o la novela no ha sabido resolverse insinu¨¢ndola como tantas otras veces, dejando aquella turbaci¨®n ¨²ltima de sus ficciones agazapada en un rinc¨®n para que le asalte al lector de golpe y descubra otro modo de leer relatos fant¨¢sticos donde las cosas y los espacios se dotan de taras humanas como la memoria, el rencor o el deseo. S¨ª, hay algo de todo esto en Laura y Julio, y eso es parte fundamental de la mejor novela de Mill¨¢s, que equivale a decir de la mejor novela de la democracia, pero ensimismado, o tocado de un narcisismo intransitivo, hecho para funcionar bien pero sin dejar huella, sin el aliento de amargura o de sabidur¨ªa moral que atravesaba de punta a punta esas f¨¢bulas suyas con una sacudida en la que temblaba el mism¨ªsimo misterio. En ¨¦sta ha quedado un artefacto desnudo y sencillo, y la fortuna de conocer de antemano otras novelas de Mill¨¢s empeora las cosas porque la expectativa se siente defraudada con la evoluci¨®n de la novela, porque no se llega all¨ª donde el lector sabe que deb¨ªa llegar si la novela fuese El desorden de tu nombre o El orden alfab¨¦tico. Los recursos fabuladores se parecen, incluso demasiado, a los de otras novelas, y el efecto de familiaridad no se alivia con alguna novedad suficiente: ni esa media familia que constituyen Amanda y Julia, ni tan siquiera la personalidad estereotipada de Manuel, ni me parece que tampoco la pareja protagonista prestan demasiadas razones para que esta novela de Mill¨¢s deje de ser una f¨¢bula menor y s¨®lo superficialmente emparentable con su consistente y poderosa obra narrativa.
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