Y los ni?os pasan p¨¢gina
Dig¨¢moslo alto y claro. Este libro merece leerse por el relato que le da t¨ªtulo. Y ese logro, El ocaso de los superh¨¦roes, una sustancia narrativa prodigiosamente inscrita entre el cuento y la novela-r¨ªo, debe leerse m¨¢s de una vez. Por puro placer, desde luego; y tambi¨¦n por esa extra?a complejidad que en cada nueva lectura provoca una satisfacci¨®n intelectual m¨¢s honda. ?Hablo de una escritura dif¨ªcil? No, hablo de una forma compleja de ordenar el tiempo y las voces cuyo contenido, una vez asimilado -y a¨²n me parece inagotable-, no se concibe expresado de mejor modo. La hasta ahora in¨¦dita en Espa?a, la muy distinguida se?ora Eisenberg, urde en torno al 11-S una constelaci¨®n narrativa que integra la metaf¨ªsica, la cr¨ªtica hist¨®rica, la cr¨®nica sociol¨®gica y, lo que quiz¨¢ la confunda con muchos de sus cong¨¦neres, colegas y compatriotas, todo a la vez, la exhaustiva descripci¨®n de los mil matices de la neurosis.
EL OCASO DE LOS SUPERH?ROES
Deborah Eisenberg
Traducci¨®n de Luis Murillo Fort
Leqtor. Barcelona, 2006
237 p¨¢ginas. 20 euros
Concluido el libro, que completan otros cinco relatos muy desiguales, se percibe que, con sus cualidades, esta autora llega a ser extraordinaria si tiene un asunto central y algo tan dif¨ªcil de definir y concretar a lo que podr¨ªamos llamar empuje. Cuando ese asunto y ese empuje son, o parecen, m¨¢s d¨¦biles, Deborah Eisenberg s¨®lo es una autora algo mejor que la mel¨¦e formada por la Gran Conspiraci¨®n de la Neurosis Americana Contada en Breve (y que siempre se hace larga, larga). Pero hablemos de sus cualidades, de las resplandecientes caras que forman su s¨®lido talento. El primero y el ¨²ltimo, el definitivo, el que los abarca a todos, el indiscutible, es la sabidur¨ªa. Ese atributo en realidad lo dice todo. La sabidur¨ªa contiene la precisi¨®n para captar los distintos matices de la angustia, de la decepci¨®n y de los finos hilos de la esperanza en personas (y hasta perros, y no bromeo) de toda edad y condici¨®n. La sabidur¨ªa es poseer un magn¨ªfico sentido del humor, siempre bajo la atenta vigilancia de una lucidez nada presuntuosa, pero capaz de asomar formidable en una situaci¨®n, en una frase, en un giro de di¨¢logo o en un p¨¢rrafo, como la carcajada que parece o el respiro que en realidad es. Ser sabio es poseer el don de la iron¨ªa, si ese sustantivo no se hallara hoy completamente gastado por la boca de un mill¨®n de lechuguinos. Pero ser sabio es ser ir¨®nico y, a veces, darse un sordo pu?etazo de rabia en el muslo. Ser sabio no es que consigamos sentir compasi¨®n, piedad o simpat¨ªa por los personajes, sino que durante la lectura nos convirtamos en los personajes y su circunstancia sea la nuestra, que vivamos la historia y, concretamente en El ocaso de los superh¨¦roes, la historia en may¨²scula y min¨²scula.
Todo eso, cuando adem¨¢s se sabe escribir, y se tiene un asunto y el debido empuje, convierte a un buen escritor en un gran escritor y a un gran escritor en un genio. Creo -y alego como prueba la lectura de los otros cuentos- que, de los dos casos, el primero es el que ata?e a Deborah Eisenberg. Pero las cuarenta p¨¢ginas de El ocaso de los superh¨¦roes bien valen una vida frente al papel.
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