El hombre serio
Hombre met¨®dico, Jos¨¦ Montilla se levantar¨¢ hoy, como cada d¨ªa, sobre las siete de la ma?ana. Desde que se quit¨® la barba que llev¨® durante tres a?os se afeita con m¨¢quina el¨¦ctrica y se da un masaje facial. Nunca con Flo?d, y no por nada. Mientras se afeita sin escuchar la radio pensar¨¢ en la agenda del d¨ªa y se dir¨¢ que no hace mala cara pese a que ayer tuvo que escuchar varias veces lo de "no digo voy a hablar con Motilla sino voy a hablarle a Montilla".
Una noche, al menos que uno sepa, tuvo que hablar mucho con Javier Solana cuando, siendo ¨¦ste ministro de Educaci¨®n, lleg¨® tarde a un mitin con gente joven que hab¨ªa tenido un concierto de rock y no se atrevi¨® a salir al escenario porque pensaba que les iban a correr a botellones. Mal deb¨ªa de ver el panorama Solana para que no dijera: "No te preocupes, Pepe, salimos y lo arreglo d¨¢ndoles un abrazo". Fue Montilla quien le convenci¨® de que deb¨ªan dar la cara. Cuando apareci¨® el sonriente Solana ante el agitado auditorio pocos imaginaron que le hab¨ªa convencido el hombre serio que le acompa?aba.
Escrib¨ª un d¨ªa que al decirles a unos amigos que me iba de almuerzo con Montilla me auguraron soponcio. Erraron. No es un histri¨®nico que te haga re¨ªr pero s¨ª es un hombre con una capacidad de an¨¢lisis conectada a la realidad que hace cre¨ªble, interesante lo que dice y quiz¨¢ lo de que habla poco ya es un t¨®pico. Dado los cargos que ha ocupado y ocupa, es hombre que se pasa el d¨ªa hablando con gente a la que en muchos casos no le gusta escuchar. ?No ser¨¢ que a ¨¦l le gusta escuchar m¨¢s que hablar y, hombre esponja, entre las muchas tonter¨ªas que tiene que escuchar hay tambi¨¦n gente que le sugiere ideas para afrontar la realidad cada d¨ªa m¨¢s compleja y que en muchas ocasiones las ideas m¨¢s sensatas le han llegado de gente de la calle a la que se suele escuchar poco?
Animal pol¨ªtico de despacho, aborrece lo que la pol¨ªtica tiene de espect¨¢culo. Se presta al juego consciente del tiempo medi¨¢tico en el que vive. Le gusta entrar a fondo en los detalles de los temas que afronta, controlarlo todo, aunque eso no siempre es una virtud. Trata de blindarse ante los aduladores, cree tener olfato para poder rodearse de gente de val¨ªa, aunque no tenga carnet socialista y opina que los pol¨ªticos est¨¢n seg¨²n las encuestas sociol¨®gicas por debajo de las putas -junto con los periodistas, a?ado yo- porque la gente cree que el pol¨ªtico ha perdido credibilidad pronunciando muchos discursos y haciendo pocas cosas. Montilla se peina ante el espejo y piensa que eso es verdad, pero antes de salir a la calle se rearma moralmente dici¨¦ndose que cuando haces cosas la gente te valora.
Sabe bastante de eso. Su paso por el mundo local le mostr¨® el cara y cruz de la pol¨ªtica: cara, al ver c¨®mo solucionas problemas; cruz, la crispaci¨®n que origina la proximidad. Tiene sonrisa de chico que no ha perdido la inocencia, pero no hay que enga?arse. Sabe mucho de las miserias de la pol¨ªtica y de la corrupci¨®n del poder.
Cuando le veo sonre¨ªr, mostrarse c¨¢lido -porque aunque no se crea es capaz de mostrarse c¨¢lido- siempre pienso en el d¨ªa que Jordi Pujol entorn¨® los ojos y asinti¨® con la cabeza cuando le dije que los pol¨ªticos con mando en plaza saben mucho del c¨¢liz amargo de la deslealtad, la corrupci¨®n, los fraudes que silencian en aras de la patria, la paz social, el partido, dicen. Quiz¨¢ Montilla entornar¨ªa tambi¨¦n los ojos. O sonreir¨ªa, esta vez sin tener ganas ni de hablar ni de escuchar.
Dicen que es un pol¨ªtico gris. No despreciemos a los pol¨ªticos grises que duermen cinco horas. Algo traman tantas horas despiertos.
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