P¨¢nico incruento
Como suger¨ªa para una ocasi¨®n bien distinta nuestro Arturo Soria y Espinosa, ahora nos har¨ªa falta tambi¨¦n impulsar una ola de p¨¢nico incruento que amedrentara a los abusadores urban¨ªsticos y los pusiera en fuga sin tiempo ni siquiera de acarrear consigo el bot¨ªn de sus desmanes. Se tratar¨ªa de un p¨¢nico saludable, que acabar¨ªa con opacidades consensuadas, con pactos de envilecimiento y con aguas estancadas donde se desarrollan toda clase de larvas y bacterias nocivas y que aportar¨ªa algunas rachas de viento huracanado que activar¨ªan la ventilaci¨®n necesaria para regenerar el ambiente degradado de los consistorios conchabados con especuladores de toda laya sin temor de Dios ni de la Ley.
Este p¨¢nico, que seguimos anhelando, deber¨ªa corporeizarse antes de las elecciones catalanas, convocadas para el mi¨¦rcoles 1 de noviembre, en bien del llamado oasis catal¨¢n y extenderse a todo el territorio nacional antes de que se proclamaran las candidaturas a las regionales y municipales a celebrar el pr¨®ximo mayo. Porque sin el ejercicio pendiente de profilaxis por parte de los partidos concurrentes es imposible que acuda a las urnas en n¨²mero suficiente el p¨²blico capaz de cambiar las situaciones ancladas en el descaro, en la insolencia y en el asalto al erario p¨²blico, detrayendo fondos a repartir con los colegas de corporaci¨®n con la misma soltura que el T¨ªo Gilito manejaba los lingotes en las historietas de El pato Donald.
Deber¨ªamos hacer improrrogable el cinismo defensivo de los l¨ªderes que se limitan al recurso del "y t¨² m¨¢s" frente a quienes les acusan. A estas alturas de la estaci¨®n es sorprendente que, por ejemplo, ninguno de los candidatos en Catalu?a haya vuelto sobre aquel episodio parlamentario del 3% de comisiones de la obra p¨²blica, que se dec¨ªan desviados para engrosar los fondos de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) durante sus 23 a?os de Gobierno en la Generalitat. Como tambi¨¦n asombra el sigilo del ingreso en prisi¨®n del ex juez Pascual Estevill quien, siendo una figura de la extorsi¨®n prevaricadora, fue elevado al puesto de vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) merced a la mano amiga de CiU. Por no hablar del estruendoso silencio que pesa sobre el caso Casinos colindante con Uni¨®. Adem¨¢s de seguir por ah¨ª adelante para que los comprometidos con el tripartito rindieran tambi¨¦n las cuentas puntuales que les reclaman quienes ejercieron durante esta accidentada legislatura como oposici¨®n.
En definitiva, la tan prometedora como olvidada doctrina Gallard¨®n (v¨¦ase el semanario El Economista del 13 de marzo de 1999), seg¨²n la cual a los protagonistas de la vida p¨²blica se les deben exigir comportamientos conforme a una pauta mucho m¨¢s estricta que la preceptuada para el ciudadano de a pie, deber¨ªa cobrar la vigencia que nunca lleg¨® a tener. Porque es inaguantable que los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos de Villanueva de la Ca?ada quieran convalidarse con los de Ciempozuelos, o que lo de Sese?a se quiera tapar con lo de las Navas del Marqu¨¦s, o lo de cualquier municipio gobernado por el PP con lo de otro encabezado por los socialistas o la inversa. Los concejales que se han lucrado multiplicando exponencialmente sus bienes, que se han dejado mecer por la colusi¨®n de intereses, que presentan evidencias de haber prevaricado para beneficio propio o de los afines, merecen ser separados de manera cautelar de sus formaciones pol¨ªticas y relevados de sus responsabilidades p¨²blicas hasta que se produzca la verdad judicial.
Hay un valioso trabajo de Joseph LeDoux sobre el aprendizaje del miedo (v¨¦ase en el n¨²mero 72 de la colecci¨®n Metatemas de Tusquets editores, de 2002), que podr¨ªa ser de aplicaci¨®n al caso del urbanismo en Espa?a. Se trata del estudio dedicado al condicionamiento del miedo en la rata de laboratorio. Para conocer su conducta emocional, LeDoux ide¨® un experimento que asociaba a un sonido una descarga el¨¦ctrica en las patas (algo muy parecido a lo que para un ser humano representar¨ªa conectarse a la emisora de los obispos a primeras horas de la ma?ana). Nuestro cient¨ªfico comprob¨® que si la rata hab¨ªa experimentado con anterioridad los dos est¨ªmulos -auditivo y el¨¦ctrico- asociados, el mero sonido daba lugar a respuestas defensivas, la primera de las cuales era la paralizaci¨®n. Para los concejales corruptos preferir¨ªamos que el miedo desencadenara la huida. Pero el estudio citado no trata de que las ratas aprendan c¨®mo tener miedo sino a qu¨¦ tener miedo. Y sobre esa asignatura habr¨¢ que volver.
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