Menchu Gal recibe el Premio Manuel Lekuona a su trayectoria
La pintora lleva siete d¨¦cadas entregada al arte y sigue buscando
Menchu Gal (Ir¨²n, 1918) lleva m¨¢s de siete d¨¦cadas entregada a la pintura y, sin embargo, todav¨ªa hay veces que se siente insegura. "He tenido mucho bache, la verdad, y soy muy exigente. Por eso agradezco especialmente los reconocimientos; me hacen ganar confianza". Gal, art¨ªfice de la pintura espa?ola de la postguerra, ha sido galardonada con el Premio Manuel Lekuona de Eusko Ikaskuntza por su trayectoria.
La artista, disc¨ªpula de Gaspar Montes Iturrioz y Daniel V¨¢zquez D¨ªaz, recibe este reconocimiento en un momento de intensa b¨²squeda. "Ahora no pinto todos los d¨ªas", confiesa. "Estoy un poco parada de una manera no s¨¦ si voluntaria. Quiero explorar nuevos caminos y le estoy dando vueltas a todo". ?Despu¨¦s de tantos a?os sigue buscando? "Claro. Yo no me conformo con lo que he hecho. S¨ª es verdad que la pintura ha sido lo m¨¢s importante de mi vida y he trabajado mucho. Pero todav¨ªa puedo hacer m¨¢s. Hasta que uno se muere puede hacer cosas, aunque sea a trancas y barrancas".
Gal mantiene setenta a?os despu¨¦s el mismo esp¨ªritu de b¨²squeda que le llev¨® a Par¨ªs con tan solo 15 a?os. All¨ª se form¨® junto al padre del cubismo purista, Am¨¦d¨¦e Ozenfant, descubri¨® a Matisse y fue creciendo como artista. De regreso a Espa?a, esta mujer, la primera de la historia en ser reconocida con el Premio Nacional de Pintura, continu¨® su formaci¨®n en Madrid, donde conoci¨® a Federico Garc¨ªa Lorca, Pablo Neruda y otras personalidades. "Con lo que yo estoy m¨¢s hermanada es con el paisaje de todas las ¨¦pocas, porque para m¨ª pintar paisajes es divertirme y ser feliz", explic¨® recientemente a este peri¨®dico.
Esa es una de las constantes de su pintura. La otra, el color. "Cuando era jovencita me llamaba la forma, pero luego ha sido siempre el color lo que me ha tenido cautiva. Cada vez m¨¢s es una especie de vicio", explicaba ayer. Gal no duerme bien, pero lo siente casi como un regalo porque le permite disfrutar de todas las tonalidades del amanecer. "Para m¨ª es un espect¨¢culo verlo. Y eso me ayuda mucho a vivir, porque la verdad es que la vejez no me gusta nada, encuentro que no tiene nada bueno. Dicen que la experiencia. ?Qu¨¦ experiencia? Si sigues haciendo las mismas tonter¨ªas que de joven...".
La cruz de Gal es ahora mismo su rodilla; le molesta y le impide pintar de la misma manera que antes. Pero la artista, mujer tenaz y de car¨¢cter, no se amilana. Al contrario, se rebela contra los achaques de la edad y sigue plant¨¢ndose con el pincel ante el lienzo en blanco. Muchos d¨ªas pinta desde el balc¨®n de su casa. Y cuando no est¨¢ volcada en la realizaci¨®n de sus cuadros se dedica a preparar la cuarentena de obras que ceder¨¢ al futuro Museo Menchu Gal de artistas del Bidasoa. Porque lo que no puede es estar quieta. El motivo lo deja bien claro: "Como disfruto en esta vida es trabajando".
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