"Soy optimista, incluso espero no morirme"
"Vino a saludarme al Palacio de Congresos de Par¨ªs un hombre que hab¨ªa viajado desde Vancouver. 'Ten¨ªa que verle', me dijo. 'Al descubrir su edad pens¨¦: tengo que ir antes de que se muera". Termina la frase con una carcajada que se escucha en todo el bar del hotel Ritz de Par¨ªs. Henri Salvador vive al otro lado de la lujosa y exclusiva plaza Vend?me -s¨®lo 10 inquilinos-. "Hay que tener cuidado cuando bajas a comprar el pan porque el precio del brazalete de diamantes est¨¢ por las nubes", bromea.
En febrero de 2001 recibi¨® dos de los premios Victoires de la Musique: Mejor disco del a?o y Mejor cantante masculino. "Ya era hora, un poco m¨¢s y es p¨®stumo", solt¨® en la ceremonia. A la profesi¨®n le ha costado reconocer su talento. Para la mayor¨ªa de los franceses, Henri Salvador era aquel tipo que les hizo re¨ªr tantas veces desde la peque?a pantalla con sus ocurrencias disparatadas y su risa contagiosa. El que puso su voz a canciones de pel¨ªculas de Disney o adapt¨® al franc¨¦s -Mais non, mais non- el Mhana mhana, de los Tele?ecos. "Los ni?os me adoran. Hac¨ªa muchas tonter¨ªas en televisi¨®n". Primera broma: naci¨® en Cayena, calle de la Libertad, no muy lejos del penal al que la Rep¨²blica Francesa enviaba a los condenados a trabajos forzados.
"Esos gilipollas de las discogr¨¢ficas tienen el don de dejar escapar los buenos negocios"
Vive en plaza Vend?me: "?El precio del brazalete de diamantes est¨¢ por las nubes!"
Con 89 a?os, se ha rodeado de los mejores m¨²sicos brasile?os para grabar un gran disco
Cuando hace seis a?os ofreci¨® Chambre avec vue, ninguna compa?¨ªa lo quiso. Se pudo editar gracias a un joven admirador y al inventor de un lucrativo videojuego. Y se vendieron mill¨®n y medio de discos. "Esos gilipollas de las discogr¨¢ficas tienen el don de dejar escapar los buenos negocios. Me hizo mucha ilusi¨®n el ¨¦xito de Chambre avec vue porque siempre so?¨¦ con ser un crooner. Estaba cansado de hacer tonter¨ªas". Resulta dif¨ªcil creer que esa voz flexible sea la de un cantante de casi 90 a?os. "He trabajado much¨ªsimo la respiraci¨®n. Es la base de todo. Respirar es una profesi¨®n muy dif¨ªcil y la mayor¨ªa de la gente no lo sabe. Todo est¨¢ aqu¨ª", dice mientras se?ala su nariz.
"En el fondo soy un m¨²sico de jazz. He seguido el camino de Nat King Cole, un m¨²sico que se convierte en cantante. S¨®lo tengo dos ¨ªdolos: ¨¦l y Frank Sinatra. En 1929, un primo le hizo escuchar discos de Louis Armstrong y Duke Ellington. "Fui a ver a mi padre y le dije: 'Esto es lo que quiero hacer'. ?La cara que se le qued¨®! ?l quer¨ªa que fuese m¨¦dico o abogado. Aunque me regal¨® una guitarra. Me pasaba 18 horas al d¨ªa estudiando. Durante a?o y medio. Casi enloquec¨ª". En 1935 acompa?aba a Django Reinhardt, el genial guitarrista manouche, en el Jimmy's Bar de Montparnasse. "Lleg¨® a hacer con dos dedos lo que yo no pod¨ªa con cuatro. Un d¨ªa me propuso jugar una partida de billar. 'Empiezo yo', dijo. Hizo 100 puntos seguidos (se r¨ªe) y yo all¨ª sentado como un tonto".
Duke Ellington se lo quiso llevar a Estados Unidos. "Era menor de edad y mi hermano no me dej¨® ir. Tambi¨¦n los Mill Brothers quer¨ªan llevarme con ellos. Y yo me hubiera ido. Pero no habr¨ªa sido feliz all¨ª" (muestra su piel oscura).
Lleg¨® a Par¨ªs con siete a?os. "En cada esquina hab¨ªa una mujer cantando, un hombre que tocaba el acorde¨®n y se vend¨ªan canciones. Era una ciudad que cantaba", recuerda. No se le vio mucho en la escuela: "La puerta estaba ah¨ª y yo pasaba por delante. Sin embargo, me dieron el certificado de estudios dici¨¦ndome: 'Ande, v¨¢yase" (se r¨ªe).
Ahora se publica un nuevo disco, R¨¦v¨¦rence, grabado en R¨ªo de Janeiro con arreglos y producci¨®n de Jaques Morelenbaum. "Hab¨ªamos empezado a grabar cuando Morelenbaum me dijo que a Caetano Veloso le gustar¨ªa estar en el disco. Y cuando ya estaba grabada Cherche la rose me dice: 'Oye, que Gilberto Gil tambi¨¦n'. Pero ?van a dejarme hacer mi disco o no?" (suelta una carcajada). "Fue todo estupendo. Los m¨²sicos siempre puntuales y tocando muy bien. Me conmovi¨® el respeto que tienen a los franceses. Los brasile?os son gente maravillosa".
Salvador no estaba en R¨ªo desde 1945. Hab¨ªa desembarcado cuatro a?os antes con la orquesta de Ray Ventura. "Para nosotros, que ven¨ªamos huyendo de la guerra, R¨ªo era una fiesta. Las tiendas llenas de comida, los casinos a tope, los coches norteamericanos... Asistimos a un espect¨¢culo deslumbrante en el casino en el que ¨ªbamos a trabajar. ?Est¨¢bamos acojonados! Empezamos a tocar, y a la tercera canci¨®n, como no pasaba nada, Ventura se da la vuelta y dice: '?Se?oras y se?ores, les presento a Henri Salvador!'. Al pasar a su lado oigo que me dice: '?S¨¢lvanos!'. Empiezo a imitar a Popeye (canturrea en ingl¨¦s) y la gente en pie, entregada".
El director del casino le llam¨® a su despacho: "Ventura nos encanta, pero le preferimos a usted". "Me ense?a un contrato y veo cero cero cero cero cero... ?Uf! Cojo el contrato y le digo: 'Perm¨ªtame que lo hable con Ventura'. Ray Ventura me dijo que firmara. El director me pidi¨® entonces que le trajera de nuevo el contrato porque al ser yo extranjero faltaba un sello. Y sin ese requisito no me daban permiso para cantar. El tipo coge el contrato, se va a su despacho, regresa y me lo devuelve. Ya no hab¨ªa ceros. Ten¨ªa un ¨¦xito incre¨ªble y casi no ganaba nada. As¨ª que ten¨ªa que robar botellas de Coca-Cola y venderlas a 40 centavos para comer. ?Qu¨¦ cerdos!".
En el R¨ªo de hace m¨¢s de medio siglo se hizo amigo del actor Grande Otelo y trabaj¨® con Orson Welles, que hab¨ªa contratado a Ray Ventura: "Gastaba a espuertas. Se mov¨ªa en un Cadillac con escolta de motoristas. Hasta que desde EE UU le cortaron el grifo y se par¨® la pel¨ªcula. Ten¨ªa un o¨ªdo incre¨ªble. Un d¨ªa vino a los ensayos, estuvo escuchando y dijo: 'Perdone usted se?or Ventura, pero el cuarto tromb¨®n hace un si natural y es un si bemol'. Miramos la partitura ?y ten¨ªa raz¨®n!".
Algunos brasile?os le han contado esta vez que marc¨® su m¨²sica. "No me pavoneaba yo ni nada (se r¨ªe). Fue Sergio Mendes quien me dijo en Par¨ªs que Dans mon ?le influenci¨® la bossa nova. "?Bromeas?". Me asegur¨® que Jobim hab¨ªa ido a ver la pel¨ªcula italiana, Europa di notte, en la que estaba esa canci¨®n que yo cantaba con mi guitarra. Parece que al o¨ªrla pens¨® que hab¨ªa que ralentizar el tempo de la samba".
"Boris Vian era un hermano para m¨ª. Lo sab¨ªa todo. Yo le hac¨ªa preguntas todo el tiempo. Hasta me prest¨® un libro suyo, pero no entend¨ª nada (se r¨ªe). En 1956 escribi¨® los primeros rock and roll en franc¨¦s con Michel Legrand y conmigo". Salvador firmaba con el nombre de Henri Cording: "Hicimos un disco con los mejores m¨²sicos y la cagamos. Ahora hay t¨ªos que se forran cantando rock and roll. Yo lo detesto", dice riendo.
El autor de Maladie d'amour o Une chanson douce es hoy uno de los 10 personajes m¨¢s queridos por sus compatriotas. "Nunca cre¨ª cuando caminaba por las calles de Par¨ªs con tres monedas en el bolsillo que un d¨ªa ser¨ªa Caballero de la Legi¨®n de Honor. Yo, que no he hecho m¨¢s que burradas". Como casarse por una apuesta: "En Biarritz vi pasar a una chica espectacular. Estaba yo con un colega y le dije: 'Si una mujer como ¨¦sa me dice que s¨ª, me caso con ella'. Fui a dec¨ªrselo y me cas¨¦ con ella. Siete a?os de desgracias" (se r¨ªe). Henri Salvador se ha casado cuatro veces. "Dos p¨¦coras y dos buenas mujeres", dice. Asegura no sentir nostalgia: "Ayer ya no me interesa. Juego para hoy y para ma?ana. La vida es eso. Yo soy optimista. Se nace as¨ª, es algo natural. No puedes entrenarte. Incluso espero no morirme".
El cielo sobre la cabeza
Faut rigoler, tambi¨¦n conocida como Nos anc¨ºtres les gaulois ("Hay que re¨ªrse antes de que el cielo nos caiga sobre la cabeza / hay que re¨ªrse para impedir que se caiga") es una de las canciones m¨¢s populares de Henri Salvador en Francia. "La letra la escribi¨® Boris Vian. Yo le hab¨ªa contado una historia de cuando estaba en el colegio en la Guayana. Un d¨ªa, en clase, el profesor nos dijo: '?Sab¨¦is, ni?os?, nuestros antepasados los galos...'. Y yo que me doy la vuelta y no veo m¨¢s que a unos cuantos negritos
. Boris me dijo: 'Joder, vamos a hacer una canci¨®n'. La grab¨¦ y la emitieron por la radio. Y ocurri¨® algo incre¨ªble: en la cocina de una casa hab¨ªa dos tipos que andaban buscando una idea y uno le dijo al otro: 'Escucha esto que est¨¢ sonando'. Eran Goscinny y Uderzo". Estaba a punto de nacer Ast¨¦rix, el peque?o galo de la aldea irreductible que, 50 a?os antes de Jesucristo y con toda la Galia ocupada, resiste todav¨ªa al invasor romano. "Me lo contaron ellos. ?Pero no me dieron ni un franco!" (se r¨ªe).
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