Dem¨®crata contra dem¨®crata
El apoyo del senador Lieberman a la guerra de Irak trastoca el mapa electoral de Connecticut
Los dem¨®cratas de Connecticut est¨¢n enfurecidos. Tanto, que en las elecciones primarias celebradas en agosto decidieron que Joe Lieberman, el veterano senador que les ha representado desde 1988, no se merec¨ªa seguir siendo su portavoz en Washington. Su apoyo incondicional a la guerra de Irak, pese a todas las mentiras en las que ha sido cazado el Gobierno de Bush desde la invasi¨®n y pese a los casi 3.000 soldados estadounidenses fallecidos en combate, colm¨® la paciencia de los militantes de su partido, que decidieron darle la espalda y sustituirle por el reci¨¦n llegado Ned Lamont. Este multimillonario local, empresario de las telecomunicaciones, que con su rechazo frontal a la guerra y su petici¨®n expl¨ªcita de salir cuanto antes del polvor¨ªn iraqu¨ª consigui¨® ganar holgadamente las primarias, convirti¨® as¨ª esos comicios en el centro de un refer¨¦ndum virtual sobre Irak que podr¨ªa volver a repetirse a escala nacional el pr¨®ximo 7 de noviembre.
Pero Lieberman, quien tambi¨¦n ejerci¨® como candidato a vicepresidente junto a Al Gore en 2000, y acostumbrado a arrasar en Connecticut durante una d¨¦cada con m¨¢s del 60% de los votos, no se ha resignado a quedarse fuera de la pol¨ªtica nacional. Ante la posibilidad de no renovar su sill¨®n en el Senado como dem¨®crata, opt¨® por anunciar que si perd¨ªa las primarias se presentar¨ªa a las elecciones como candidato independiente. Dicho y hecho. Lieberman sigue en campa?a y ha prometido que si gana, volver¨¢ a alinearse con los senadores de su partido.
Su decisi¨®n ha provocado la situaci¨®n m¨¢s inusual de toda la campa?a electoral que se vive en Estados Unidos: un dem¨®crata, Ned Lamont -que ha invertido 13 millones de d¨®lares de su bolsillo en la campa?a- luchando contra otro dem¨®crata, Lieberman -que lleva gastados m¨¢s de 20-. Y en segundo plano, Alan Schlesinger, el candidato republicano, un hombre sobre el que planea la sombra de la corrupci¨®n y por el que ni sus propios compa?eros de partido parecen estar apostando. "Los republicanos de Connecticut siempre han votado a Joe Lieberman. Lamont est¨¢ intentando crear la fantas¨ªa de que la cercan¨ªa entre el senador y George W. Bush es algo nuevo, pero lo cierto es que Lieberman lleva arrasando en Connecticut desde el 94 gracias al voto republicano" explicaba el lunes en New London Chris Bigelow, un conocido blogger local poco antes de que comenzara el ¨²ltimo debate electoral entre los tres aspirantes.
En la puerta, el sentir popular no dejaba un resquicio de duda: cientos de manifestantes con pancartas de Ned Lamont y un cami¨®n con dos mu?ecos gigantes representando a Bush y a Lieberman bes¨¢ndose en la boca ocupaban toda la calle. "Si votas a Lieberman votas a Bush", clamaban varios carteles. "Los dem¨®cratas estamos decepcionados. No se trata s¨®lo del Gobierno sino de gente como Joe, que pese a los muertos de Irak y pese al secuestro de las libertades civiles, sigue apoyando al presidente. El partido necesita voces nuevas y eso es lo que representa Lamont, nuestro descontento. Lieberman representa al Washington que hay que cambiar", explicaba Cliff Marlow, un manifestante en la cincuentena que se hizo dem¨®crata tras la invasi¨®n de Irak.
La guerra volvi¨® a ser el tema central del debate que enfrent¨® a los tres candidatos en el teatro Garde de New London, un espacio decorado con motivos ¨¢rabes y en cuyo escenario se hab¨ªa desplegado una alfombra persa sobre la que se paseaban los pol¨ªticos cuando les llegaba su turno. Sin duda ning¨²n asesor de imagen pens¨® que hablar de Irak y el terrorismo isl¨¢mico en ese contexto est¨¦tico resultar¨ªa, cuando menos, chocante. Pero el kitch es parte de la cultura estadounidense, como lo son los debates televisados, en los que m¨¢s que la buena dial¨¦ctica pol¨ªtica y la oferta de ideas, lo que se practica es el ataque afilado del contrincante. El debate del lunes no fue una excepci¨®n. Y aunque Lieberman se defendi¨® con u?as y dientes, recibi¨® golpes por todas partes, incluso del p¨²blico, entre el que se camufl¨® un peculiar grupo de j¨®venes que le interrumpi¨® cantando ¨®pera en momentos clave. Aun as¨ª, le saca 17 puntos a Lamont en los sondeos, algo que, por otra parte, tambi¨¦n se dec¨ªa antes de las primarias. La realidad s¨®lo la desvelar¨¢n las urnas el 7 de noviembre.
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