Actos fallidos
A medida que se acerca la hora de las elecciones, la realidad se va imponiendo a las fantas¨ªas del discurso pol¨ªtico. Dos ejemplos: reaparece la preocupaci¨®n por la abstenci¨®n. Y, poco a poco, las aguas de los discursos y de las alianzas van encontrando sus dos orillas m¨¢s naturales: la derecha y la izquierda.
La abstenci¨®n. Oficialmente nadie desea que la abstenci¨®n sea alta, pero todos saben que perjudica a unos m¨¢s que a otros. Aunque ciertamente la abstenci¨®n lleva a menudo alguna sorpresa incorporada en la medida en que algunos electores la utilizan como antesala del cambio de voto. Sin embargo, hay algunos datos objetivos. Con una abstenci¨®n muy alta que reprodujera la distribuci¨®n de voto del refer¨¦ndum, CiU podr¨ªa incluso so?ar con acercarse a la mayor¨ªa absoluta. E hist¨®ricamente la abstenci¨®n de las auton¨®micas -la m¨¢s alta del mapa electoral espa?ol- ha castigado sensiblemente a los socialistas. De modo que el dato de participaci¨®n ser¨¢ la primera se?al de la suerte que la noche electoral depare, y en este sentido esta claro que todo lo que no sea un aumento sensible de la participaci¨®n va contra las aspiraciones del PSC.
Derecha e izquierda. Los estudios electorales m¨¢s serios insisten en que aqu¨ª y en todas partes el primer criterio de voto de la ciudadan¨ªa es en funci¨®n de su adscripci¨®n en el eje derecha e izquierda. Ya s¨¦ que est¨¢ de moda decir que esta oposici¨®n est¨¢ superada y que las palabras derecha e izquierda han perdido buena parte de su significado. Es necesario subrayar, sin embargo, que esta opini¨®n viene casi siempre desde la derecha, y que, en cambio, el pensamiento liberal tiene pocas dudas de que esta divisi¨®n simple es la pieza articular del entramado democr¨¢tico y que a¨²n aceptando que nuestras democracias se mueven dentro del paradigma liberal, la oposici¨®n derecha / izquierda es la base del juego.
En cualquier caso, trasnochado o no -¨¦ste ser¨ªa otro debate- el posicionamiento como izquierda o derecha es criterio principal del electorado, y pesa mucho en la cultura pol¨ªtica. Hay peque?os o grandes detalles en la manera de ser, hay roces acumulados a lo largo de los a?os, que hacen que para las bases de los partidos ser¨ªa muy dif¨ªcil entender que los rivales ayer fueran socios ma?ana. De modo que si al inicio de la campa?a se ve¨ªa como veros¨ªmil -y, desde ciertos sectores, deseable- un pacto CiU-PSC, a medida que el d¨ªa de la votaci¨®n se acerca, se van perfilando los dos bloques tradicionales: CiU, con la sombra del PP a un lado; el PSC, con el tripartito a otro. Y tanto el famoso juramento contra el PP que Artur Mas hizo ante notario como la afirmaci¨®n de Jos¨¦ Montilla de que el tripartito es una f¨®rmula de pasado, podr¨ªan entrar en el ¨¢mbito freudiano de los actos fallidos.
Mas sabe perfectamente que su mejor horizonte ser¨ªa conseguir que su n¨²mero de esca?os sumara mayor¨ªa absoluta con el del PP, porque podr¨ªa ser elegido, sin petici¨®n formal pero salvando su compromiso notarial, con el voto de la derecha, y despu¨¦s gobernar un d¨ªa con el apoyo de unos y un d¨ªa con el de otros, ante la imposibilidad de una coalici¨®n negativa que le desbancara. Y Montilla sabe perfectamente que la ¨²nica posibilidad de ser presidente le vendr¨¢ de una reedici¨®n del tripartito porque la realidad pol¨ªtica es as¨ª de tozuda: las elecciones se ganan en el centro, pero en los sistemas parlamentarios casi siempre se gobierna con mayor¨ªa de derechas o con mayor¨ªa de izquierdas, y muy pocas veces el factor nacionalista es suficiente para romper esta l¨®gica.
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