?Tendr¨¢ consecuencias?
Cuando se negocia con un escorpi¨®n hay que contar con su tendencia a clavar el aguij¨®n a la rana que le ayuda a cruzar el r¨ªo, aunque el resultado sea que ambos se ahoguen. El robo de armas la v¨ªspera del debate de Estrasburgo es la ¨²ltima manifestaci¨®n de la afici¨®n de ETA-Batasuna a dejar en rid¨ªculo a quienes les echan una mano. La esperanza del Gobierno de que gestos como el de llevar el debate al Parlamento Europeo "fueran correspondidos por la izquierda abertzale" (El Correo, 22-10-06) o la sorpresa de Interior ante una acci¨®n que no esperaba porque "da munici¨®n al PP" (La Vanguardia, 25-10-06) revelan falta de informaci¨®n sobre la naturaleza del octavo signo del Zodiaco.
Seguramente los jefes de ETA no tienen claro si desean o no abandonar definitivamente la lucha armada; esperan que ocurra algo que les haga decantarse, y entre tanto se van adaptando a la resistencia que encuentran. Tantean con sus amenazas y desplantes, y si perciben disposici¨®n a ceder siguen amenazando con romper hasta ver cu¨¢les son los l¨ªmites del Gobierno. Un efecto emp¨ªricamente comprobado es que a menor resistencia del Ejecutivo, mayor del poder judicial, o de una parte del mismo, lo que introduce un factor adicional de incertidumbre. Ninguna hoja de ruta es capaz de ofrecer respuesta a todas las variables de una negociaci¨®n con escorpiones, pero la experiencia parece aconsejar situarse en un terreno de ni romper ni hacer concesiones sustanciales mientras no exista evidencia de que la retirada es irreversible.
Hace unos d¨ªas se ha informado de que, ante la negativa de ETA a sentarse a negociar el fin de la violencia, el Gobierno hab¨ªa aceptado invertir el orden previsto, dejando pasar a primer plano la mesa de partidos, en la que se discutir¨ªan (entre otros temas) las pretensiones program¨¢ticas de la izquierda abertzale. Es cierto que, contra lo que afirma el PP, aceptar debatir de algo no presupone disposici¨®n a asumirlo. Por otra parte, Zapatero dijo el pasado fin de semana, en Finlandia, que se mantiene el criterio de primero la paz y luego la pol¨ªtica, por lo que tal vez todo sea un malentendido. Pero si no lo fuera, no se tratar¨ªa ya de una cesi¨®n simb¨®lica, pues toca a lo esencial del planteamiento aprobado por el Congreso: que s¨®lo es posible la negociaci¨®n de eventuales reformas del marco pol¨ªtico tras la desaparici¨®n de cualquier amenaza de vuelta a las armas.
Este criterio est¨¢ siendo defendido con firmeza por el l¨ªder actual del PNV, Imaz, frente al otro sector de su partido, encabezado por Egibar, que estos d¨ªas ha planteado la cuesti¨®n en t¨¦rminos de conseguir que ETA "no vuelva a las armas ni el PNV a la noria de la autonom¨ªa". Aceptar que el desenlace sea la sustituci¨®n del Estatuto por alguna f¨®rmula soberanista ser¨ªa meterse en un callej¨®n sin salida. Primero, porque el plan Ibarretxe ya fue rechazado por las Cortes, lo que marca un l¨ªmite democr¨¢ticamente infranqueable; y, segundo, porque un marco soberanista (es decir, independentista, aunque se aplazase el momento de aplicarlo) s¨®lo ser¨ªa posible sobre la base de dejar fuera del acuerdo a la mitad de la plural poblaci¨®n vasca, chantajeada con la amenaza del regreso de las armas. Por ello, puede quiz¨¢s entenderse que negociadores profesionales (suizos) quiten importancia al cambio de orden, pero no que lo relativicen pol¨ªticos con experiencia. ?Acaso ignoran que para ETA tan importante como los objetivos es el principio de que la fe s¨®lo puede extenderse por la espada?
Ha dicho Zapatero que lo de N?mes tendr¨¢ consecuencias. Estas podr¨¢n ser policiales, judiciales y pol¨ªticas, y su objetivo no puede ser otro que demostrar a Ternera, Otegi y compa?¨ªa cu¨¢les son los l¨ªmites que el Gobierno no puede ni quiere traspasar. La oposici¨®n sostiene que ZP ha cedido tanto que no tiene f¨¢cil retroceso, porque si fracasa en este asunto perder¨¢ las elecciones; pero ese argumento se equilibra con el de que ETA ya sabe que, si fracasa Zapatero, gobernar¨¢ el PP, que se ha comprometido a revocar todas las decisiones que pudieran salir de la Mesa de partidos.
El portavoz de Batasuna Joseba Permach dijo ayer estar sorprendido por el esc¨¢ndalo suscitado por el robo de las pistolas, cuando igual de graves son las actuaciones judiciales contra la izquierda abertzale. Escandaliza el paralelismo, pero ?qu¨¦ pod¨ªa esperarse si el lehendakari se considera con derecho a no acatar las consecuencias de la ilegalizaci¨®n de Batasuna, y el socialista Patxi L¨®pez acepta legitimar a ese partido como interlocutor ante su ameneza de romper la baraja? La imagen que proyecta el discurrir del proceso es de gran asimetr¨ªa: las concesiones siempre vienen de un lado, y las amenazas del otro.
La ¨²nica explicaci¨®n de esta din¨¢mica es que exista un pacto sobre el desenlace final que incluya una serie de concesiones simb¨®licas destinadas a permitir a ETA presentar su retirada como una victoria. Pero ello servir¨ªa para entender silencios ante comunicados o declaraciones, no ante hechos delictivos como el robo de 350 pistolas. Est¨¢ en la tradici¨®n de la banda realizar un acto violento en v¨ªsperas de cualquier manifestaci¨®n o acto pol¨ªtico: para que quede claro que los que participan asumen no s¨®lo el fin, sino el m¨¦todo de alcanzarlo. Lo han vuelto a hacer ante la votaci¨®n de Estrasburgo sobre el proceso anunciado por Zapatero en junio. Por ello, y dado que los terroristas consideran terreno conquistado todo desaf¨ªo sin respuesta, es el momento de dejar claro a ETA que la verificaci¨®n ha resultado negativa, y as¨ª no puede haber di¨¢logo.
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