Los muros
Le pregunto a un profesor de Arquitectura si hay alguna asignatura espec¨ªfica que adiestre en la construcci¨®n de muros. No, me dice, pero gran parte de la arquitectura que se est¨¢ haciendo tiene forma y esp¨ªritu de muro. Est¨¢ encofrada con hormig¨®n, acero y miedo. ?A cu¨¢nto va el barril de miedo? Hay miedos antiguos, f¨®siles, que de repente salen a la atm¨®sfera convertidos en un gas invisible y asfixiante. Como cuando m¨¢s del 50% de estudiantes de la Comunidad de Madrid muestra rechazo a la presencia de ni?os inmigrantes en las aulas. Quiz¨¢s es que hay pocos balones de f¨²tbol en los colegios. El miedo al "otro" no dura un minuto si sueltas un bal¨®n por el patio. (?Quieres saber lo que es la alegr¨ªa acompa?ada? Ver al joven Maradona bailar con la vieja, con la bola, en un v¨ªdeo de YouTube). Pero para eso, para deshacer los pronombres, unos y otros tienen que estar en el mismo patio. ?Qui¨¦n carajo levanta esos muros? ?Qui¨¦n forja esos encofrados de odio? ?Acaso gente que habla del valor cristiano y lleva f¨®siles de miedo en los bolsillos? El miedo tambi¨¦n se vende en minutos y por palabras. En las facultades de Periodismo habr¨ªa que empezar a distinguir entre medios y miedos de comunicaci¨®n y entre un mass media y un mass miedo. El objetivo ¨²ltimo del miedo es amedrentar la libertad. Para oraci¨®n, la del doctor Torga: "Libertad que hay en nosotros, santificado sea tu nombre".
En Todos nosotros, la gran cosecha de la poes¨ªa de Raymond Carver (edici¨®n biling¨¹e de Bartleby Editores), aparece un poema en forma de antigua letan¨ªa, pero que expresa esa nueva identidad. La identidad del miedo: Miedo a ver un coche de la polic¨ªa acercarse a mi puerta. Miedo a dormirme por la noche. Miedo a no dormirme. Miedo al pasado resucitando. Miedo al presente echando a volar. Miedo al tel¨¦fono que suena en la quietud de la noche... Pero a la Gran Hormigonera le interesan sobre todo los miedos que se pueden amasar r¨¢pido y en serie. Algunos se llevaron cascotes del muro de Berl¨ªn como souvenirs. Los dejaron en la vitrina de la Historia, al lado del Despacho Oval. Y al volver, el cascajo hab¨ªa parido un muro de miedo de 1.200 kil¨®metros. Todo para encerrar a una inmigrante llamada Libertad.
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