Pinceladas en la tierra de Goya
De Alca?iz a Fuendetodos, una ruta aragonesa en coche hasta la casa del pintor
No s¨®lo Almod¨®var vuelve a lo rural para saldar cuentas con fantasmas del pasado. Milos Forman tambi¨¦n regresa a ra¨ªces ancestrales, pero a las de Goya, ante cuya mirada lo sobrenatural ya se fund¨ªa con la realidad entre 1792 y 1809 (tiempo que cubre la pel¨ªcula Los fantasmas de Goya, cuyo estreno est¨¢ previsto para el 10 de noviembre), cuando coinciden los ¨²ltimos coletazos de la Inquisici¨®n y la invasi¨®n de Espa?a por las tropas napole¨®nicas. Goya naci¨® en Fuendetodos (Zaragoza), pero como su paisano Bu?uel, que lo hizo en Calanda (Teruel), se fue. Curiosamente, Jean-Claude Carri¨¨re, coguionista junto a Forman del filme sobre Goya, fue colaborador habitual de Luis Bu?uel. As¨ª pues, es probable que el ma?o le hablara alguna vez del vino de Cari?ena, de los melocotones de Calanda o de Fuendetodos.
A pocos kil¨®metros de Alca?iz est¨¢ Calanda (antiguo Kolenda, primitivo poblado celtib¨¦rico), el pueblo donde naci¨® Luis Bu?uel y donde en Semana Santa los tambores revientan
La siempre concurrida plaza Mayor, con su Ayuntamiento porticado, es el centro vital de Albarrac¨ªn, un pueblo amurallado de origen isl¨¢mico, defensor de la calidad arquitect¨®nica, de calles quebradas y de una gama de colores entre el rosa y el ocre
Precisamente cerca de Calanda el oto?o ha instalado sus c¨¢lidos colores en el paisaje. Cuando a¨²n queda alg¨²n tiempo para que empiecen las heladas del invierno, tan t¨ªpicas de Teruel, es el momento ideal para hacer kil¨®metros en coche por carreteras secundarias.
ALCA?IZ.
El cambio de lustre del paisaje es algo que se percibe atravesando los alrededores de los n¨²cleos rurales (Azaila, La Puebla de H¨ªjar...) que van apareciendo de camino a Alca?iz, principal centro urbano de la comarca del Bajo Arag¨®n, ciudad cuyo nombre es herencia ¨¢rabe, que significaba 'ca?izo' o 'ca?a'.
La plaza de Espa?a es maravillosa. Menuda, pero enorme. La comparten la Casa Consistorial, la Lonja y la ex colegiata de Santa Mar¨ªa la Mayor. El Consistorio es un edificio suntuoso, renacentista, con fachada dividida en tres partes, en la que brillan con luz propia los arcos de medio punto y la galer¨ªa de arcos superior. Se halla en pleno centro de la ciudad, y llama la atenci¨®n por s¨ª sola. Igual que la Lonja, g¨®tico puro, de impresionantes arcos ojivales, a los que el realce del sol les sienta que ni pintado. Escasos metros m¨¢s abajo se levanta Santa Mar¨ªa la Mayor, la iglesia, ex colegiata de la ciudad, de estilo barroco, que sigue conservando la torre-campanario g¨®tica.
Una vez superado el shock del Consistorio y la Lonja, basta sobrepasarlos para empezar a divisar el camino hacia el Parador, situado en lo alto de la ciudad, en el castillo Calatravo (siglo XII), donde se disfruta de sus vistas, de su patio central, de su torre del homenaje o de su caf¨¦ restaurante. Desde all¨ª se percibe mejor el crecimiento que sigue la ciudad, lo bien mantenida que est¨¢, sobre todo si se come aqu¨ª, en el Parador, o en el restaurante Meseguer, el cl¨¢sico por excelencia.
CALANDA Y MOLINOS.
A pocos kil¨®metros de Alca?iz est¨¢ Calanda (antiguo Kolenda, primitivo poblado celtib¨¦rico), el pueblo donde naci¨® Luis Bu?uel y donde en Semana Santa los tambores revientan y su repique se oye en todos los telediarios. Vale la pena visitar el Centro Bu?uel, lugar donde se organizan exposiciones interesantes, y donde hay todo tipo de informaci¨®n acerca del m¨ªtico cineasta. Conviene no pasar por alto los melocotones que, en Calanda, se gestan de manera artesanal: en junio se embolsan (de ah¨ª su nombre, melocot¨®n embolsado) uno a uno en los ¨¢rboles, se cierran las bolsas con una grapa, y no llegan al mercado hasta octubre. Est¨¢n buenos de todas maneras, pero en vino son deliciosos.
Rumbo a Teruel, por la N-211, es factible desviarse hasta Molinos, pueblo perteneciente a la comarca de El Maestrazgo, con plaza porticada y coqueta, y peque?a ermita en lo alto, cuyo entorno natural es reclamo de solitarios que recapacitan bajo el sol oto?al. A cinco minutos est¨¢n las famosas Grutas de Cristal, un recorrido geol¨®gico, endok¨¢rstico, lleno de formaciones de estalactitas y estalagmitas, que probablemente dejen un brote de hambre y cierta nostalgia del jam¨®n que espera en Teruel.
TERUEL.
Hasta llegar al jam¨®n (o a las migas con uvas y huevos), el coche sortea numerosos n¨²cleos rurales (Aguilar de Alfambra, Corbal¨¢n...) que parecen min¨²sculos, pero que en los fines de semana triplican su n¨²mero de habitantes. Teruel es un ejemplo de mestizaje. A lo largo de la historia han convivido en ella distintas culturas y civilizaciones, y han dejado su huella arquitectos contempor¨¢neos, modernistas, musulmanes, jud¨ªos y cristianos. Por ello existen varios itinerarios espec¨ªficos. Hay un Teruel mud¨¦jar, quiz¨¢ el m¨¢s cl¨¢sico; otro medieval, otro modernista y contempor¨¢neo, y otro, muy interesante, que va de los Bajos Austrias a los Borbones, o, dicho de otro modo, del siglo XVII al XVIII.
En cualquier caso, la plaza del Torico (o de Carlos Castel) es el punto de partida de todas las rutas. Es una plaza porticada en la que se levantan dos edificios modernistas: la Casa de los Tejidos y la Madrile?a, con su inconfundible azul celeste absorbiendo toda la luz. Y muy cerca, en la calle Nueva, se halla el m¨¢ximo exponente modernista de la ciudad: la Casa Ferr¨¢n, de gran equilibrio entre funci¨®n y forma, y materiales y est¨¦tica. Todas ellas pertenecen a Pablo Mongui¨®, y su edificaci¨®n se llev¨® a cabo entre 1910 y 1912. Como muestra de arquitectura contempor¨¢nea vale la pena visitar el Palacio de Exposiciones y Congresos, de Alejandro Ca?ada, y el paseo del ?valo, cuya renovaci¨®n es obra de David Chipperfield.
El arte mud¨¦jar de Teruel encuentra en las torres su mejor aliado. Todas tienen sus caracter¨ªsticos elementos verdes y blancos. Torres del Salvador, de San Pedro, de San Mart¨ªn, de la Merced y de la Catedral dan fe de una influencia almohade. Por si fuera poco, desde hace cinco a?os tambi¨¦n est¨¢ Din¨®polis, parque tem¨¢tico dedicado al mundo paleontol¨®gico y que muestra diferentes tipos de dinosaurios y de lagartos, terribles, que habitaron la tierra millones de a?os atr¨¢s, y que vuelven tambi¨¦n como espectros del pasado.
Tambi¨¦n es preciso saber que el jam¨®n y el vino tienen licencia para interrumpir cualquiera de los itinerarios, al igual que restaurantes de cocina creativa como La Menta, un cl¨¢sico, u otras como Tierreta, m¨¢s fashion, o la Escuela Superior de Hosteler¨ªa.
No obstante, no s¨®lo de comida o de mud¨¦jar vive Teruel. Tambi¨¦n es conocido por la marcha nocturna, que absorbe a gentes de toda la comarca. Su zona vieja ha sido y sigue siendo n¨²cleo de bares de copas de ¨¦sos que generan complicidades. La Frontera, el Bret¨®n, Picasso... La fiesta de Teruel pasa de esnobismos, pero es de las que duran y, bien o mal, se recuerda.
ALBARRAC?N.
En Albarrac¨ªn hay menos jolgorio nocturno pero m¨¢s forasteros. Quiz¨¢ porque su emplazamiento es privilegiado, acaba siendo uno de esos pueblos perfectos, de los que mantienen afinadamente conservado su patrimonio hist¨®rico.
Desde la calma que promueve la orilla del r¨ªo Guadalaviar hasta el castillo del Andador, en lo alto de la muralla, Albarrac¨ªn no deja de atrapar. La siempre concurrida plaza Mayor, con su Ayuntamiento porticado, es el centro vital de un pueblo amurallado, declarado monumento nacional, de origen isl¨¢mico, defensor de la calidad arquitect¨®nica, de calles quebradas, de la mamposter¨ªa y de un color entre el rosa y el ocre.
Entrando, Albarrac¨ªn brinda una sugerente gradaci¨®n de casas colgantes que se solapan y presumen del equilibrio de sus balcones corridos de madera. Adem¨¢s, es el n¨²cleo de la comarca que concentra mayor armon¨ªa entre arquitectura, vegetaci¨®n y naturaleza. En ¨¦l se dan cita siete iglesias: la Catedral (siglo XVI), que exhibe una esbelta torre y guarda capillas renacentistas y tapices flamencos; Santa Mar¨ªa (siglo XVI); la iglesia de Santiago (siglos XVII-XVIII), forrada de retablos barrocos; la de Santa B¨¢rbara (siglo XVIII); las Escuelas P¨ªas (XVIII); el convento de las Dominicas (XVII), considerada como la verdadera joya del patrimonio de Albarrac¨ªn, y la ermita del Cristo de la Vega (XVII-XVIII), que mantiene en su interior una Virgen rom¨¢nica del siglo XIII.
La sombra de la calle del Portal de Molina, el bullicio de la calle Azagra y las casas de la calle del Chorro y la de la Julianeta (paradigmas de arquitectura popular, de piedra) son paso obligado. As¨ª como el Palacio Episcopal, o, para los m¨¢s curiosos, el Museo de Juguetes, en la calle Medio.
MONTALB?N.
Desde Albarrac¨ªn hasta Fuendetodos se deben atravesar las comarcas de Teruel y la de las Cuencas Mineras. Esta ¨²ltima es una zona de formaciones geol¨®gicas; de ah¨ª que en el pasado fuera importante por el trabajo que dieron sus minas de carb¨®n, sobre todo la de Escucha, recientemente habilitada para fines tur¨ªsticos y convertida en Museo Minero, subterr¨¢neo (uno de los pocos que hay en Europa). Pero quiz¨¢ sea Montalb¨¢n el pueblo m¨¢s atractivo. Situado en el centro de la comarca, luce un paisaje codiciado. Su iglesia, llamada del Ap¨®stol Santiago, mitad g¨®tico, mitad mud¨¦jar, se levanta, imponente, en medio del pueblo, por cuyo casco viejo no es extra?o encontrar puertas de las pe?as, lugares (casi cuevas) que en verano, cuando las fiestas, enloquecen a ritmo de tach¨²n tach¨²n tach¨²n. El Botijo, La Juerga... Hay nombres que hablan por s¨ª solos.
Al abandonar Montalb¨¢n y enfilar por la A-222 en direcci¨®n a Zaragoza, lo primero que se percibe es un sobrepeso de verde en el paisaje. Se trata de hect¨¢reas llenas de pinos, fruto de la repoblaci¨®n forestal que se llev¨® a cabo en los a?os cincuenta. Los campos sin contribuci¨®n, los campos de nadie, se repoblaron entonces con mano de obra barata. Apretados por la necesidad, muchos j¨®venes de los pueblos vecinos abandonaban, a la primera de cambio, las cuentas y las letras por el tajo. Se plantaron tres tipos de pino: laricios, carrascos y abetos.
De camino a Belchite aparece, escondido entre monta?as, la hoz de la Vieja. Seguramente fue escogido por los ¨¢rabes por su estrat¨¦gica disposici¨®n sobre el terreno. En lo alto hay un torre¨®n desde el que dicen que se ve Zaragoza. Pero hoy, cosas del oto?o, no se ve ni Cortes de Arag¨®n, el pueblo de al lado.
FUENDETODOS.
Hasta Zaragoza a¨²n quedan m¨¢s de cien kil¨®metros, y antes hay que pasar obligatoriamente por Belchite, o, mejor dicho, por lo que queda de ¨¦l. Fue un pueblo destruido por Franco para dar ejemplo, en plena Guerra Civil. Era un modo de avisar, ese escarmiento tan hisp¨¢nico. M¨¢s tarde, a su lado, el caudillo mand¨® construir otro pueblo, y lo llam¨® nada m¨¢s y nada menos que Belchite el Nuevo. Esas ruinas tan implacables son las que nombra Serrat (que veraneaba all¨ª, el pueblo de su madre) en la canci¨®n Mi ni?ez: "... y en julio en Arag¨®n ten¨ªa un pueblecillo, / una acequia, un establo y unas ruinas al sol...".
A muy pocos kil¨®metros, tanto si el hambre aprieta como si no, es acertado visitar Fuendetodos, pueblo en el que naci¨® Goya, y que no podr¨¢ verse recreado en la gran pantalla, pues el rodaje de Goya's ghosts se llev¨® a cabo entre Madrid, Salamanca, Segovia y Boadilla del Monte. La pel¨ªcula cuenta con Natalie Portman (hace de In¨¦s, musa de Goya, que ser¨¢ encarnado por Stellan Skarsgard) y con Javier Bardem (en el papel del hermano Lorenzo, un religioso que se l¨ªa con In¨¦s).
As¨ª regresa Milos Forman a otro personaje hist¨®rico, despu¨¦s de aquel Amadeus (Mozart, que cumple 250 a?os). Como Natalie Portman es vegetariana, y, seg¨²n ella, tambi¨¦n abstemia, se puede decir que tuvo suerte de rodar lejos de Fuendetodos, donde el cordero y el vino son de los que hablan. Es probable que las chicas Almod¨®var, flipadas por las rosquillas y los tupperwares, lo hubieran disfrutado m¨¢s.
Y es que despu¨¦s de estar en Belchite, donde la raz¨®n de alguno dej¨® monstruos, ya se pueden repasar los desastres de Goya en la sala de grabados de su casa natal. Y pensar en ¨¦l, en Bu?uel, y tambi¨¦n en Serrat, y en sus respectivos exilios... Por suerte, el sol de oto?o a¨²n calienta fuera, y la carne (en horno de le?a) del restaurante de enfrente de la casa de Goya, El Mes¨®n de la Maja, es de las que no se olvida ni con a?os, m¨¢s o menos como un amor secreto, de ¨¦sos que se piensan a menudo, pero que casi nunca se nombran.
- Eusebio Lahoz (Barcelona, 1976) es autor de Leer del rev¨¦s (ediciones El Cobre).
GU?A PR?CTICA
Comer y dormir- Hotel restaurante Meseguer (978 83 10 02; www.hotelmeseguer.com). Avenida de El Maestrazgo, 9. Alca?iz. La habitaci¨®n doble, 50 euros. Men¨² del d¨ªa, 12 euros.- Parador de Alca?iz (978 83 04 00; www.parador.es). Castillo de Calatravos, s/n. Alca?iz. La habitaci¨®n doble, 130 euros. Men¨², 27 euros.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Alca?iz (www.alcaniz.es; 978 83 12 13).- Centro Bu?uel de Calanda (978 84 65 24; www.cbvirtual.com).- Grutas de cristal y parque cultural de Molinos (978 84 90 85).- Turismo de Teruel (978 61 99 03; http://turismo.teruel.net).- Turismo de El Maestrazgo (www.turismomaestrazgo.com).- Turismo de Albarrac¨ªn (978 71 02 51; www.albarracin.org).- Turismo de Montalb¨¢n (978 75 00 01).- Turismo de Fuendetodos (976 14 38 67; www.fuendetodos.org).-Oficina de turismo de Arag¨®n (902 47 70 00; www.turismodearagon.com). Propone rutas tem¨¢ticas centradas en Goya por pueblos y comarcas.- Redarag¨®n: www.redaragon.com.
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