ETA en Estrasburgo
LA PARADOJA de que el debate del Parlamento Europeo del pasado mi¨¦rcoles sobre una iniciativa del Gobierno espa?ol dirigida a lograr el desarme de ETA a trav¨¦s del final dialogado de la violencia se celebrase precisamente al d¨ªa siguiente del rearme -seg¨²n la polic¨ªa francesa- de un comando org¨¢nico o disidente de la banda terrorista, que rob¨® 300 rev¨®lveres y 50 pistolas cerca de Nimes, no parece haber influido de manera determinante sobre el resultado de las votaciones. La moci¨®n presentada por los socialistas y otros tres grupos, que no s¨®lo ped¨ªa "el apoyo a la iniciativa de paz emprendida por las instituciones democr¨¢ticas espa?olas", sino que tambi¨¦n condenaba el terrorismo y se solidarizaba con las v¨ªctimas, obtuvo 321 votos, frente a 311 noes y 24 abstenciones; la propuesta alternativa de los populares -contraria al final dialogado de la violencia- fue derrotada por 20 votos. Los portavoces de los grupos coincidieron -pese a las diferencias de sus conclusiones respectivas- en pedir la unidad de las fuerzas democr¨¢ticas frente a la violencia; sin embargo, el desenlace de la sesi¨®n mostr¨® un Parlamento hondamente dividido -sin razones de fondo convincentes- en torno al terrorismo y la forma de combatirlo.
La moci¨®n sobre el proceso de paz en el Pa¨ªs Vasco de los socialistas y otros tres grupos parlamentarios derrota a la de los populares por un estrecho margen de votos
Si la decisi¨®n de los socialistas de acudir a Estrasburgo para presentar su moci¨®n sin un acuerdo previo con el principal partido de la oposici¨®n constituy¨® una fr¨ªvola imprudencia, los populares cometieron la irresponsabilidad paralela de rechazar las ofertas para negociarla, incluida la invitaci¨®n de ¨²ltima hora para votar como texto com¨²n la declaraci¨®n de la Comisi¨®n Europea. El PP hizo descansar su rechazo radical a cualquier entendimiento sobre dos argumentos: de un lado, la mera celebraci¨®n del debate implicar¨ªa la internacionalizaci¨®n de un problema s¨®lo espa?ol, dando as¨ª cumplimiento a un objetivo largamente perseguido por ETA; de otro, el traslado por los socialistas al ¨¢mbito europeo de una cuesti¨®n sobre la cual Gobierno y oposici¨®n est¨¢n en profundo desacuerdo no ten¨ªa m¨¢s prop¨®sito que sembrar la divisi¨®n dentro de la derecha europea y aislar internacionalmente a los populares.
Los dos argumentos del PP ofrecen flancos d¨¦biles e incoherencias internas. El debate en el Parlamento Europeo sobre las expectativas de un final dialogado de la violencia en el Pa¨ªs Vasco tiene como precedente el apoyo dado por Estrasburgo al proceso de paz en Irlanda. De a?adidura, la C¨¢mara no hizo sino seguir los pasos dados por el Consejo Europeo en una declaraci¨®n de marzo de 2006, por la Comisi¨®n de Bruselas con un pronunciamiento en el mismo sentido, y por personalidades como Kofi Annan, Benedicto XVI y Tony Blair. Por lo dem¨¢s, Aznar hizo todo lo posible por introducir en la agenda internacional la lucha contra ETA, en consonancia con su arbitrista teor¨ªa seg¨²n la cual todos los terrorismos ser¨ªan iguales y no cabr¨ªa distinguir entre variantes nacionales e internacionales; si el esfuerzo del ex presidente para conseguir el a?o 2000 la condena de la banda armada por la Cumbre Iberoamericana de Panam¨¢ cre¨® problemas diplom¨¢ticos, m¨¢s graves fueron todav¨ªa las presiones ejercidas sobre el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para forzar la atribuci¨®n en falso de la autor¨ªa del atentado del 11-M a ETA.
Es cierto que los socialistas debieron prever el peligro de que su petici¨®n de apoyo del Parlamento Europeo al proceso de paz escindiera la C¨¢mara en dos bloques. Pero es un monumento a la hipocres¨ªa que los populares se rasguen ahora las vestiduras tras haberse negado a facilitar una salida negociada a la situaci¨®n. El temor del PP a que un pronunciamiento abrumadoramente mayoritario del Parlamento Europeo en favor del proceso de paz fuese interpretado como una desautorizaci¨®n internacional de su postura y como una legitimaci¨®n ante la opini¨®n p¨²blica de la estrategia del presidente Zapatero no basta para explicar su cerrado obstruccionismo en Estrasburgo. Tambi¨¦n cuenta la apuesta del PP por el fracaso del proceso de paz y su prop¨®sito de aferrarse entretanto a la teor¨ªa de la capitulaci¨®n del Gobierno ante ETA y de su traici¨®n a los muertos (una obscena manipulaci¨®n de las v¨ªctimas).
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