Saquear y vejar a los muertos
Ruego que no se tome este art¨ªculo por ajuste personal de cuentas. Si hablo en ¨¦l de mis casos, no es tanto porque sean m¨ªos cuanto porque son los que tengo a mano y de los que puedo dar fe. Pero si a m¨ª me han ocurrido, es seguro que miles de personas m¨¢s los habr¨¢n experimentado, o parecidos. Sin duda son indicativos de una forma de proceder habitual en este pa¨ªs y en este tiempo, que no es s¨®lo desconsiderada, aprovechada e incompetente, sino vejatoria para con los muertos, quienes, por lo que se ve, ni siquiera tras haber dejado el mundo -probablemente con hartazgo- se libran de las amenazas y abusos de unos vivos que deber¨ªan avergonzarse. Que no lo hagan y adem¨¢s se carguen de raz¨®n, s¨®lo subraya la vileza que ya llevan incorporada, hasta el punto de ni siquiera verla como tal vileza.
Como muchos lectores saben (en m¨¢s de una ocasi¨®n he hablado aqu¨ª de ello), mi padre, el escritor y acad¨¦mico Juli¨¢n Mar¨ªas, muri¨® el 15 de diciembre de 2005. Al ser un personaje p¨²blico, la prensa y las televisiones se hicieron eco de la noticia, que en modo alguno qued¨® restringida, como la mayor¨ªa de las muertes, al ¨¢mbito de lo privado. Pero para la Seguridad Social, esto es, para el Ministerio de Trabajo, esto es, para su titular Caldera, mi padre debe de seguir vivo si se trata de exigirle dinero, porque en su antiguo domicilio, ahora casi siempre vac¨ªo excepto cuando nos reunimos all¨ª sus hijos y nietos, o cuando pasa a limpiar Angelines, la se?ora que lo acompa?¨® con sus quehaceres dom¨¦sticos durante largos a?os, se ha recibido una carta a ¨¦l dirigida, de 4 de octubre de 2006, en la que se le comunica que se "instruye expediente administrativo contra el deudor de referencia" (no otro que el muerto), por una deuda a la Seguridad Social de 162,47€. Dado que mi padre, si no me equivoco, fue sobre todo trabajador por cuenta propia y nunca goz¨® de esa Seguridad, la suma en cuesti¨®n debe de estar relacionada con las que ¨¦l pagaba bien a la susodicha Angelines, bien a la cuidadora ecuatoriana que tuvo durante sus ¨²ltimos a?os, la cual fue oportunamente dada de baja. El requerimiento del Ministerio no termina ah¨ª. A mi padre se le anuncia que, de no satisfacer su tremenda deuda antes del 24 de octubre, se proceder¨¢ a embargarlo, y que el embargo "ser¨¢ extensivo a toda clase de bienes ?" (?tal vez alg¨²n buen libro? Me quedar¨¦ sin saber qu¨¦ se eleg¨ªa). Tambi¨¦n se le advierte que "la ausencia del deudor en su domicilio" (me temo que inevitable; el pobre) o "la negativa del mismo" (para la SS no otorgar¨¢ quien calle, sino que negar¨¢, est¨¢ visto) "? no ser¨¢n obst¨¢culo para la realizaci¨®n del embargo, pues se solicitar¨ªa del Juzgado competente la autorizaci¨®n para la entrada forzosa en su domicilio" (muy valientes: forzar¨ªan una puerta tras de la cual s¨®lo hay fantasmas). Dado que una de mis compasivas cu?adas ya satisfizo la descomunal cantidad adeudada, en cierto sentido es una l¨¢stima que mis hermanos y yo no presenciemos la anunciada vejaci¨®n p¨®stuma: c¨®mo la SS irrump¨ªa con violencia en la casa de nuestro padre y se le llevaba una mesa o un cuadro, dici¨¦ndole a su silencioso espectro: "As¨ª aprender¨¢s, por rebelde".
Que el Estado trate as¨ª a sus muertos, los conmine y amenace y embargue, es lo m¨¢s grave de todo, por haber recibido mucho de ellos cuando estaban vivos. Pero no est¨¢ solo en esto: lo secunda el sector privado, a tenor de la actuaci¨®n de Canal Sat¨¦lite Digital respecto al mismo difunto. Yo abon¨¦ a mi padre a sus servicios, y a su fallecimiento resolv¨ª el contrato, especificando la irremediable causa. CSD, el 9 de agosto, cuando est¨¢ en la ciudad todo el mundo, me comunic¨® -a la deshabitada casa- que deb¨ªa devolverle "el equipo de descodificaci¨®n" en el plazo de treinta d¨ªas. El 29 de ese mes tan activo, ante mi "indebida retenci¨®n" de ese equipo (le ten¨ªa yo apego, me interesaba horrores qued¨¢rmelo), me anunci¨® que se me cargar¨ªan 300€ "en concepto de indemnizaci¨®n" y que, si no restitu¨ªa el tesoro, habr¨ªa de "iniciar las acciones legales pertinentes". La sufrida Angelines llev¨® entonces el equipo-joya al sitio indicado, pero all¨ª ya no los recog¨ªan. Se opt¨® por que un t¨¦cnico pasara a llev¨¢rselo tras cobrar 21€ por ello, se avis¨® a CSD y se le dio un tel¨¦fono de contacto. Dos semanas despu¨¦s el t¨¦cnico ni ha pasado ni ha llamado, pero en cambio CSD ha sustra¨ªdo de mi cuenta la multa de los 300€. Hagan c¨¢lculos y vean si no le tra¨ªa esto m¨¢s beneficio que mandar a un individuo -qu¨¦ molestia- y ganar s¨®lo 21. D¨®nde va a parar, qu¨¦ me dice.
Tampoco hay forma de des-suscribir al muerto a nada a lo que estuviera en vida suscrito, pero se me acaba la p¨¢gina. Baste un ejemplar ejemplo: el diario Abc, del que este muerto m¨ªo fue colaborador durante decenios, y que le dedic¨® numerosas p¨¢ginas a su fallecimiento (gracias), decidi¨® no darse por enterado a otros efectos y se apresur¨® a renovar su suscripci¨®n para 2006, a?o que mi padre no ha visto. Parece que casi nadie se contenta ya con saquear a los vivos; tambi¨¦n hay que saquear a los muertos, que adem¨¢s ofrecen la ventaja de no poder protestar ni oponerse. Hoy no descansan en paz, est¨¢ visto, hasta que se quedan sin fondos y nada ya puede embarg¨¢rseles. Que aproveche.
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