"Uno de los nuestros..."
Aunque apenas despierta inter¨¦s en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selecci¨®n del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovaci¨®n, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formar¨¢n a los futuros m¨¦dicos, jueces, arquitectos. Para que la universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro pa¨ªs los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde amiguismo y enchufe pesan sustancialmente m¨¢s que la investigaci¨®n y la docencia.
En la universidad, los catedr¨¢ticos deber¨ªan ser los m¨¢ximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace d¨¦cadas la selecci¨®n de catedr¨¢ticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de padrinazgo, amparado en una estructura de ¨¢reas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedr¨¢ticos ("yo voto a tu candidato para que luego t¨² votes al m¨ªo"). Como resultado, a los aspirantes les sale m¨¢s a cuenta "buscarse un padrino" que buscar la excelencia docente e investigadora. En un t¨ªmido intento, la Ley Org¨¢nica de Universidades (LOU, 2002) promovi¨® el examen nacional de habilitaci¨®n para enmendar esta situaci¨®n. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qu¨¦ candidatos pueden llegar a ser catedr¨¢ticos. El funcionamiento del sistema est¨¢ defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en ¨¦l.
Si pretendemos de una vez por todas que la selecci¨®n del profesorado se realice en funci¨®n de los criterios de excelencia que caracterizan a una universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selecci¨®n est¨¦n compuestos por los profesores m¨¢s id¨®neos, y por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes. En el proceso de selecci¨®n de profesores en cuanto a su capacidad cient¨ªfica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los cient¨ªficos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista cient¨ªfica se mide por un n¨²mero llamado "¨ªndice de impacto". Pero los editores s¨®lo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los dem¨¢s tras un complicado proceso de evaluaci¨®n en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, m¨¢s dif¨ªcil es publicar en ella. Los buenos cient¨ªficos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen m¨¢s "¨ªndice de impacto" -obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales (Institute for Scientific Information, ISI y SCOPUS) permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus p¨¢ginas web y averiguar la calidad de un cient¨ªfico. En consecuencia, no existe justificaci¨®n alguna para que una comisi¨®n de selecci¨®n no elija correctamente.
Sin embargo, varias comisiones siguen salt¨¢ndose a la torera todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitaci¨®n de catedr¨¢tico de universidad (la n¨²mero 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuesti¨®n era para un ¨¢rea de conocimiento muy delicada, la producci¨®n animal, donde una mala selecci¨®n puede tener graves consecuencias sobre la salud p¨²blica (recordemos las vacas locas, dioxinas, acumulaci¨®n de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificaci¨®n y mala praxis en la producci¨®n animal). La persona con mayor ¨ªndice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (curr¨ªculum vitae). Sorprendentemente, el candidato m¨¢s votado s¨®lo tiene un ¨ªndice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnolog¨ªa n¨²mero 19, p¨¢ginas 17 y 18 (versi¨®n electr¨®nica en http://www.aacte.es). Como por desgracia estas situaciones son mucho m¨¢s comunes que lo deseable en la selecci¨®n del profesorado, la pregunta clave es: ?por qu¨¦ muchos tribunales de habilitaci¨®n seleccionan tan mal, m¨¢xime cuando un catedr¨¢tico bueno cobra igual que uno malo y en las universidades espa?olas y OPIs hay excelentes cient¨ªficos para seleccionar al profesorado? Existen tres causas evidentes:
1. Falta de rigor en la selecci¨®n de los miembros de las comisiones nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisi¨®n Nacional de Habilitaci¨®n (un catedr¨¢tico del departamento de Producci¨®n Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), s¨®lo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un curr¨ªculo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente, esta situaci¨®n est¨¢ m¨¢s extendida de lo razonable: el curr¨ªculo del presidente de la anterior Comisi¨®n Nacional de Habilitaci¨®n de Producci¨®n Animal no es mejor que el del actual. Pero, como a todo hay quien gana, la guinda la pone el que va a ser presidente de la pr¨®xima Comisi¨®n Nacional de Habilitaci¨®n (un catedr¨¢tico de la Escuela Superior de Ingenieros Agr¨®nomos de Madrid). Gana por goleada (0 art¨ªculos, 0 de impacto sumado). Que alguien pueda llegar a catedr¨¢tico sin haber publicado ni un solo art¨ªculo en una revista internacional de impacto ya es m¨¢s que sorprendente, pero que adem¨¢s vaya a presidir la siguiente comisi¨®n nacional de habilitaci¨®n indica que algo muy grave est¨¢ pasando en la universidad espa?ola. Ver m¨¢s detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnolog¨ªa n¨²mero 19, p¨¢ginas 17 y 18 (versi¨®n electr¨®nica en http://www.aacte.es).
2. Total impunidad: como un tribunal no tiene que dar explicaciones a ninguna instancia superior (en la pr¨¢ctica, s¨®lo se les exige respeto a las formas del proceso ya que son soberanos respecto al fondo de su decisi¨®n), puede elegir sin que la m¨¢s descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado, los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son h¨¢biles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles) que representa al Estado (y, por tanto, a nosotros) para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.
3. Amiguismo sistem¨¢tico. En la universidad espa?ola han accedido a catedr¨¢ticos excelentes cient¨ªficos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicaci¨®n de plazas se rige por una ¨¦tica perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de padrinazgo ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito"), aderezado por una ret¨®rica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el ¨¢rea"). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selecci¨®n del personal docente e investigador en la universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no est¨¢ capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos, de empresas competitivas, seleccionar¨ªa mejor.
Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnolog¨ªa e innovaci¨®n. Si seguimos separando el grano de la paja para quedarnos con la paja nuestro pa¨ªs perder¨¢ el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una universidad que se corresponda con nuestro nivel socioecon¨®mico, en la que los criterios de excelencia cient¨ªfica y docente destierren a los sistemas de padrinazgo-servidumbre. Recordemos que durante la transici¨®n espa?ola se demostr¨® que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afront¨® una reconversi¨®n industrial dolorosa que afect¨® a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quiz¨¢s ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversi¨®n en la universidad, sin duda dif¨ªcil, pero necesaria.
Firman este art¨ªculo Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigaci¨®n. CSIC. Premio Nacional de Investigaci¨®n Alejandro Malaspina. Fernando Hiraldo. Profesor de Investigaci¨®n. CSIC. Director de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana. Premio BBVA de Investigaci¨®n en Biolog¨ªa de la Conservaci¨®n. Joaqu¨ªn Tintor¨¦ Subirana. Profesor de Investigaci¨®n. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigaci¨®n Alejandro Malaspina. Manuel Toharia. Presidente de la asociaci¨®n espa?ola para la comunicaci¨®n cient¨ªfica. Jos¨¦ Antonio Donazar. Profesor de Investigaci¨®n. CSIC. Xim Cerd¨¢. Vicedirector de Investigaci¨®n. EBD. CSIC. Javier Juste. Ex vicedirector de Investigaci¨®n. EBD. CSIC. Antonio Delgado. Estaci¨®n Experimental del Zaid¨ªn. CSIC. Luis Rull. Catedr¨¢tico. Universidad de Sevilla. Juan Mart¨ªnez Hern¨¢ndez. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud P¨²blica. Hospital Carlos III. Madrid. Jos¨¦ Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense. Antonio Rodr¨ªguez Artalejo. Catedr¨¢tico. Universidad Complutense. Eduardo Costas. Catedr¨¢tico. Universidad Complutense
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.